La institución estatal participará junto a otras cuatro casas de estudio latinoamericanas y europeas en una investigación inédita. Esta busca determinar prácticas y actitudes que generan riesgo de enfermedades de animales que son transmitidas a los humanos, como la viruela del mono.

Una de las principales teorías sobre el origen del COVID-19 que se baraja hasta el día de hoy, es que el paciente cero tuvo contacto, de alguna u otra manera, con un murciélago. El virus de la pandemia está relacionado con los que afectan a los quirópteros, por lo que se podría clasificar como una enfermedad zoonótica.

Esta se caracteriza por transmitirse desde un animal hacia los seres humanos, a través de contacto directo, fluidos corporales o secreciones, además de intermediarios como mosquitos. Cerca del 60% de las enfermedades que nos afectan tienen orígenes zoonóticos de animales silvestres.

La investigación “Conocimientos, actitudes y prácticas frente al riesgo de enfermedades zoonóticas, comercio y consumo de vida silvestre en América Latina” busca identificar los factores que podrían influir en el desarrollo de este tipo de enfermedades en nuestro continente.

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El estudio contará con la participación de las universidades San Francisco Xavier de Chuquisaca de Bolivia, Universidad San Carlos de Guatemala, Universidades Federal do Paraná de Brasil, Centro para la Salud Internacional de la Universidad Ludwig Maximilians de Alemania y la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH) de Chile.

A través del Instituto de Ciencias de la Salud de la UOH, las y los investigadores trabajarán en Machalí, Doñihue y Navidad, comunas de la Región de O’Higgins. Los conflictos que pueden haber entre el ganado, la vida silvestre y los riesgos de una zoonosis hacen de la zona un lugar idóneo para el estudio.

Estudios anteriores sobre las enfermedades zoonóticas apuntaron al cambio climático, deforestación y aumento de la urbanización como factores que hacen que el contacto entre animales silvestres y humanos sea más frecuente. En la región chilena también existe riesgo de sequías, lo cual pone en riesgo la biodiversidad y por lo tanto, aumenta la posibilidad de migración de animales a zonas urbanas. 

Una vez que concluya la investigación, se considera una etapa de difusión de los resultados, que en particular considera comunidades, ONG’s y representantes políticos. Para María Teresa Solís, del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins: “Se desarrollarán enfoques innovadores, adaptados a los contextos locales para co-construir con la comunidad enfoques de cambio de comportamiento que busquen conservar la biodiversidad y mejorar la interacción de las personas con la vida silvestre”.

El proyecto es financiado por International Alliance Against Health Risk in Wildlife Trade y está liderado por la Dra. María Teresa Solís. También participan las académicas María Soledad Burrone, del Instituto de Ciencias de la Salud, Gemma Rojo, del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3), y el investigador UOH Manuel Pinto.