La promesa de trabajo seguro y un buen sueldo hicieron que una carrera que antes que todo exige vocación se sobrevendiera.

Bernardita Amenábar, supuso –tanto como miles de jóvenes- que enfermería era la carrera indicada para ella hasta descubrir que no cumplía con sus expectativas

“Me matriculé en enfermería por una tincada…realmente no estuve muy segura de qué quería hacer con mi vida desde un principio. No creo que enfermería sea distinto a lo que plantean pero se necesita una vocación enorme. Luego de mi primera práctica decidí abandonar la carrera porque no era lo que quería para mi  vida” asegura.

Sin embargo, pocas personas toman esta determinación. De hecho, enfermería es una de las carreras con menor deserción en todo Chile (un 17% abandona durante el primer año).

Esto se debe en parte a los altos porcentajes de empleabilidad a los que está sujeta la carrera, donde un 99% de los egresados encuentra trabajo al primer año de egreso según datos entregados por MiFuturo.cl; también influye el sueldo, donde el grueso gana en promedio más de un millón pesos mensuales.

Sin embargo, esta situación no es como la pintan y estadistas vienen insistiendo hace años que: existe una sobrepoblación de enfermeros/as, los sueldos finalmente no valen la pena ante turnos de 12 horas y que la educación de calidad no está asegurada debido a que muchos planteles no están acreditados.  

Diego Riquelme, presidente del Centro de Alumnos de Enfermería de la Universidad de Los Andes, concuerda con estas afirmaciones y pide que se tome en cuenta la vocación de servicio en lugar de la solvencia que pueda ofrecer una carrera que dejó de ser sinónimo de grito y plata.

“Dentro de enfermería, uno se da cuenta que la situación es muy distinta: un campo laboral saturado, muchas universidades e institutos técnicos lograron que aumentara mucho la población de enfermeros en Chile y actualmente se intenta regularizar la situación a través del Examen Nacional de Enfermería que filtra el personal que  trabajará más adelante” señala.

“La gente que se mete a enfermería, tiene que saber que se necesita vocación de servicio y no vocación de plata, además de asumir lo desgastante que es realizar un cuarto turno” agrega.

Un cuarto turno funciona de la siguiente manera: los lunes se trabaja de 8 de la mañana a 8 de la noche; martes de 8 PM las 8 AM del día siguiente y el miércoles se descansa; el jueves es libre pero el fin de semana se repite la misma dinámica de los primeros días de la semana.

“La gente no se debería meter si piensa que es grito y plata, si piensa que tendrá trabajo de forma segura, tampoco el que piensa que va a prescribir medicamentos y que puede tomar decisiones por sí solo acerca del diagnóstico de un paciente” finaliza.

Este año, se matricularon 40 mil 400 estudiantes en enfermería siendo la segunda carrera con más postulantes tan solo detrás de ingeniería comercial.

El Egreso

“Primero: hay demasiados enfermeros y segundo, la cantidad de trabajo no se ve reflejada en la cantidad de plata que te pagan. El común de los enfermeros debe estar ganando 1 milllón de pesos por hacer turnos de 12 horas y no vale la pena” cuenta un enfermero que conversó con nosotros de forma anónima y que se desempeña en el área de urgencias de la Clínica Alemana.

“Es algo paradójico, porque en el sistema público faltan enfermeros, pero si tienes un piso con 42 pacientes atendidos por tan solo una enfermera a cargo que lo hace bien, no van a contratar a una segunda. Las enfermeras terminan haciendo turnos de 24 horas para ganar dinero y es una vida intensa” agrega.

“Es un círculo vicioso de mierda. Hay muchos enfermeros y ahora las clínicas piden experiencia y lo primero que te preguntan es si tu universidad está acreditada”.

Al ver tantos postulantes para enfermería –y como la educación en nuestro país es un negocio- muchos planteles educacionales quisieron replicar el modelo instaurando la carrera en universidades no acreditadas.

La Comisión Nacional de Acreditación y el  Ministerio de Educación permiten esta situación ya que las facultades apelan a la “libertad de enseñanza” –resquicio creado durante la dictadura- donde cada universidad define su malla curricular y el contenido que recibirán sus alumnos.

El caso de una enfermera en el Hospital de Melipilla que no supo realizar una reanimación cardiopulmonar a un paciente “porque no se lo habían enseñado” es un claro ejemplo de que los planteles educacionales tienen una deuda enorme con el sistema de salud chileno, tanto público como privado.

“Si van a estudiar enfermería, que sea una universidad que ayude en las competencias blandas, porque al final del día todos sabemos poner una aguja pero la relación con el paciente y la empatía muchas veces se pasa por alto. Mi recomendación, es que no se metan a esto por la plata. Solo háganlo si están dispuestos a aperrar”.