“Es conocimiento que nos han usurpado y recuperar el territorio cuerpo del que nos han escindido, que nos han separado, para quitarnos ese poder de nuestra energía sexual creativa que tenemos como mujeres. Entonces, recuperar todo esto es un acto político súper potente, sobre todo los conocimientos ancestrales que nos han sido sistemáticamente ocultados”, explica la terapeuta Natalia Cruz.

El no tomar anticonceptivos, además de esos tres meses cuando tenía 20, siempre fue parte de mis planes como mujer. Negada para las pastillas desde siempre, nunca fue un sistema cómodo, ni siquiera poniendo una alarma en el celular. Cuando uno se vuelve sexualmente activo, la decena de opciones de contracepción (además de la protección contra enfermedades de transmisión sexual) se despliegan en nuestras cabezas hasta marearnos.

Existen las pastillas, los dispositivos, el anillo, las inyecciones…y sin quererlo, al principio, tomé una posición política como mujer, dueña de mi cuerpo, de lo que entra, lo que se queda y lo que sale, en la que no iba a exponerlo a cambios hormonales forzados, a encapsular en el tiempo la menstruación. A cambiar a la fuerza.

Es en el contacto con otras mujeres, hablando y compartiendo, en el que nos damos cuentas de las diferentes formas de abordar nuestras sexualidades, cualesquiera sean estas, y que no son tan disimiles de las propias. “Yo tampoco uso anticonceptivos” era una frase más recurrente cada vez que aparecía el tema en carretes, de chicas que decidieron alejarse de la medicina tradicional para comenzar a leer ese calendario que está en los cuerpos de todas.

“Hay una presión, que comienza desde la adolescencia, dirigida hacia la perfección y al silencio, ya sea porque queremos períodos menstruales invisibles y más cortos, pieles perfectas, cabellos más largos y hasta tetas más grandes”, comenta Consuelo (27).

Ella decidió comenzar a tomar pastillas por los beneficios corporales que supuestamente traía la ingesta de anticonceptivos orales, pero luego de un tiempo comenzó a notar que el cambio no era positivo: “Me di cuenta que el cambio de mi cuerpo no era natural, sino que era dado por un elemento completamente externo y un químico que estaba entrando a mi cuerpo, que más encima me hacía esclava de algo”.

Catalina (26) comenzó a tomar anticonceptivos desde los 13 años, por problemas hormonales. El rechazo de su cuerpo era constante, pero siguió tomándolos porque su ciclo menstrual cada vez se atrasaba más en aparecer. “Era muy invasivo con mi cuerpo. Los anticonceptivos que tomaba eran muy fuertes y los efectos secundarios eran asquerosos, me sentía mal todo el mes, menstruando o no. Antes tenía dolores horribles, las pastillas eran lo que más mal me hacían. De hecho, en la tele salió un reportaje sobre esas pastillas que estaba tomando por lo mismo, porque las quejas de los efectos secundarios eran impresionantes. Las mujeres estamos acostumbradas a pasar por un montón de cosas en el tema sexual y ginecológico que nos exponen”, dice Catalina.

Devolver el poder a lo natural

Cuando se llega a tomar la decisión de hacerte cargo de tu cuerpo sin la ayuda de medicamentos o dispositivos, el paso siguiente es: ¿Qué hacer? Hoy, existen múltiples aplicaciones que nos facilitan el traqueo de nuestros ciclos, ya sean pagadas o gratis. Natural Cycles es una de ellas, que con la ayuda de un termómetro basal que mide la temperatura corporal apenas nos despertamos, podría ayudarte a calcular tus días fértiles, además de utilizar test de ovulación, que te dirían con más certeza científica esos días del mes.

 

Pero ese es solo uno de los métodos. Natalia Cruz es terapeuta menstrual e imparte talleres de sexualidad, placer, consentimiento, ginecología natural y menstruación consciente. Partió este camino desde el feminismo, primero como dueña de un sex shop por Internet y que en el contacto con los clientes comprendió la falta de información, tanto en la salud sexual en general como lo que atañe particularmente a las mujeres. “Esto pasa por un tema de autoconocimiento. Estamos super infantilizadas, siempre se nos dice que es lo que tenemos que hacer, cuando, con quién, dónde, pero no somos nosotras las que tomamos decisiones frente a nuestros propios cuerpo, nuestra sexualidad y ahí es donde llegué a la salud sexual”.

El momento que cambió todo, cuenta, fue en una interacción con una amiga, hace 7 años atrás, que le comentó que nunca se había mirado la vulva: “Ella no tenía la información de que la vagina y la vulva son cosas distintas. Personas de nuestra generación nunca habían mirado su vulva. Y ahí dije esto hay que revertirlo, esto no puede estar pasando ahora”.

La ginecología natural, para ella, es la idea de recuperar el terreno de sabiduría innata de las mujeres, un “conocimiento que se nos ha sido usurpado, recuperar el territorio cuerpo del que nos han escindido, que nos han separado, para quitarnos ese poder de nuestra energía sexual creativa que tenemos como mujeres. Entonces, recuperar todo esto es un acto político súper potente, sobre todo los conocimientos ancestrales que nos han sido sistemáticamente ocultados”.

En ningún punto la ginecología natural se contrapone a la medicina alópata o tradicional, recalca Natalia, sino que se complementan. Procedimientos médicos comunes, como la toma de examenes, pueden ayudar a muchas mujeres a prevenir y contrarrestar problemas de manera natural, herramientas que Natalia entrega a través de seminarios y charlas de ginecología natural.

Aunque no todas las mujeres se paran conscientemente desde la vereda política, como le pasó a Valeria (26), las razones fueron otras para intentar tomar este camino. “Yo no tomo pastillas desde el 12, porque es compartir la responsabilidad en la relación sexual, tanto por embarazos como por enfermedades. Los hombres necesitan hacerse cargo de algo también, por eso me cuido con condón, un método barato y accesible”, dijo.

“Tengo varias amigas que no usan pastillas y tienen relaciones heterosexuales. Lo ven como que no es tu responsabilidad el no traer hijos a este mundo. Exclusivamente si estay teniendo sexo con un hombre, la otra persona se tiene que cuidar”, explica Catalina y agrega “va en una cuestión de querer conectarte más con el ser mujer, contigo misma, y dejar que la ciencia y el mundo en general decida por ti, que cuándo vas a menstruar, cuánto vas a menstruar, cuánta cantidad de hormonas vas a producir y cuántas no. Me parece muy poco natural y muy violento”.

Consuelo también está de acuerdo con esto: “El cuerpo es un organismo que está mutando constantemente y hay que respetar esos cambios, y al mismo tiempo la menstruación es un ciclo natural que está desde siempre en una y tratar de controlarlo es algo que va mucho más allá de lo saludable. Además, los grandes propulsores de la ginecología, de la medicina tradicional actual, lo que hacían era hacer experimentos con mujeres negras esclavas hace más de dos siglos. La medicina actual viene de un lugar de dolor, de sumisión, uno súper oscuro”.

Para Natalia, quien este fin de semana impartirá un seminario que comenzó el 26 de agosto y se extenderá hasta el 11 de noviembre los sábados por la mañana, este es “un trabajo muy grande el del autoconocimiento. Los tratamientos naturales son más largos, pero los beneficios también duran más tiempo, porque uno toma un estilo de vida que es diferente. Creo que es una forma de enfrentarse a la vida mucho más empoderada, buscamos que la persona se sane, no eliminar el síntoma y seguir viviendo, sino que es mirarnos, reconocernos y enfrentarnos a la vida desde otra vereda”.