House of Cards, acaso la serie más exitosa de Netflix vuelve en gloria y majestad con un Frank Underwood más bélico y más oscuro.

House of Cards vuelve en gloria y majestad recordándonos que no hay que perder el tiempo en tenerle miedo a los muertos sino que más bien hay que tenerle miedo a los vivos. Frank y Claire Underwood son el ejemplo perfecto.

La estrategia es clara, hay que conseguir ser electo Presidente de los Estados Unidos para que de esta manera, y por fin, Underwood se legitimado por la elección popular. El tema es ¿Cómo conseguir eso? Está fuertemente cuestionado, la publicación de una investigación en su contra está ya en manos de los americanos y todo apunta a la caída de FU.

Ya que no se puede desmentir ¿Qué mejor que desorientar? Desviar el foco de la atención es una estrategia conocida por cientos de políticos alrededor del mundo, pero en esta temporada los Underwood lo llevan al extremo a costa del pánico, el terror y la inseguridad que sienten los americanos ante una amenaza, tal vez inventada, que comienza a invadir Estados Unidos.

La quinta temporada de esta exitosa serie es la muestra clara que pueden existir personas que en vez de conseguir lo que quieren a costa de cualquier cosa prefieren conseguirlo a costa de cualquiera. House of Cards nos sigue poniendo en esa delgada división entre la ambición y la codicia, entre el bien particular y el bien general.

¿Estabilidad mundial o estabilidad personal? Descúbrelo en esta nueva temporada en la que los Underwood parecen tener más poder que nunca en una democracia, muchas veces ejemplo para el mundo, que ahora parece encaminarse cada vez más a convertirse en esas democracias cuestionadas, poco libres y con tintes totalitarios disfrazados con un manto de supuestos de seguridad nacional y razones de estado para tomar sus decisiones.