La fetichista campaña de la Muni de Santiago

“Oye, no me orines” se titula la nueva campaña anti contaminación del municipio. Sin embargo, hay harta gente que disfruta de esa práctica.

Se le llama popularmente lluvia dorada o marrón a aquellas prácticas sexuales que encuentran placer en orinar o defecar a alguien. Es un fetiche que se adhiere al BDSM.

El consumo de orina ha estado presente en la cultura a través de la historia. Muchos la beben en casos de supervivencia u otras experiencias extremas. Pero también hay quienes la desean sobre su cuerpo/cabeza/boca porque les gusta.

Las golden shower entran en esa categoría de lo sucio y aún desaprobados gustos sexuales. En 2010 una encuentra de la Universidad de San Francisco, realiza por Jennifer Eve Rehor dijo que de más de 1700 mujeres encuestadas el 36,5% dijo que había hecho o le habían hecho la lluvia dorada. (Más del 90% dijo que había sido nalgueada)

Pero aún así y pese a las estadísticas se sigue viendo como algo negativo. Sigue estando en los rincones de la sexualidad.

De hecho Donald Trump tuvo que salir a desmentir los “rumores” que lo vinculaban al pago de servicio de trabajadoras sexuales para que le orinaran encima.

Luna Matatas es una tallerista y activista que dio una clase llamada Intro To Unire Play (Introducción al juego de la orina) dice que la gente aún no está de acuerdo con esta práctica porque al menos en occidente existe una cultura muy arraigada a la higiene. “Le damos mucha importancia a la limpieza en particular con las cosas que salen del cuerpo y estamos constantemente bombardeados con mensajes de que la pipí está sucia, de que te la debes de aguantar, y que debe ser algo privado. Es por eso que algunas personas quieren explorar el tabú, quieren ser rebeldes y estar en contra de eso. El ser higiénico sigue siendo muy mainstream y por lo tanto incluso platicarlo con tu pareja te preocupa por que van a pensar que eres un sucio o que eres un pervertido algo que todos ven incorrecto”.

¿Es erótica la orina? Matatas dice que sí, que lo puede ser, que todo depende. Dice que si lo que te gusta es la sensación entonces lo que te interesa es el “juego”. Hay otros a que “se prenden por el acto de que les nieguen la capacidad de orinar ya que les da una sensación de tensión, una sensación de miedo, de estar fuera de su cuerpo. A algunas personas les prende porque les gusta el olor de la orina, y la humedad de la misma. Así que empezaría explorando cuáles son tus fantasías con la pipí.

¿En qué piensas cuando te masturbas pensando en pipí, en alguien que te domina, en que orinas a alguien o sólo te parece sexy? Una vez que seas capaz de descubrir qué es lo que te excita, entonces podrás encontrar o buscar a alguien que tenga ideas afines.

Las personas incluso se preocupan de tener una orina con buen sabor y olor. Para eso es necesaria una dieta de cosas dulces que puedan cambiar el sabor. Hay que tomar “un montón de agua, cosas que sean diuréticas como el té, la cerveza, el café, cosas que te dan ganas de orinar. Si te interesa el sabor, algunas personas quieren que les sepa mejor depende de lo que realmente estés buscando. Si quieres cambiar el color de tu orina, come betabel o para hacer que tu pipí sea más dulce toma jugo de piña. Pero sobre todo agua, mantente hidratado” continúa la experta.

Si vas a orinar a alguien fuera de un baño es importante que pongas una toalla en el piso. Existen diferentes maneras de hacerlo también. Hay quienes disfrutan ser orinados directamente o que orinen primer en un recipiente y después eso lo viertan sobre ellos. Es todo un abanico de múltiples posibilidades para alcanzar el placer y pasarlo bien.


Pueeeeeees bien, en Chile, la Municipalidad de Santiago pegó afiches por todas las calles con el objetivo de crear conciencia sobre la suciedad en las calles.

Son cinco carteles en las que la gente aparece con colillas de cigarro, mal olor, rayas de graffiti y orina cayendo en sus caras.

Fue justamente la que tiene más repercusión. Con un “Oye! no me orines. La ciudad tiene vida y tú eres parte” se defiende la imagen en las paredes de Santiago.

Que este fetiche sexual ocupe un lugar en el imaginario de “la limpieza de barrios” por la comuna no sólo demuestra una ingenuidad a la hora de trabajar la imágenes, sino que demuestra también que existe un terreno perdido en entre las relaciones que hacen desde la publicidad y el marketing hacia los conceptos más comunes. Una triste realidad la de Chile.

La campaña pierde su visión y su objetivo y más parece una campaña anti-sexo hecha con imágenes pro-sexo. 

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