Escrito por el periodista Juan Pablo Sáez, Operación Réquiem cuenta la historia ficcional de Verónica, una guerrillera desaparecida durante una balacera, y de Julián, el periodista que investigará su caso.

La historia está llena de mujeres guerrilleras. En el Chile post dictadura también tuvimos la nuestra: Marcela Rodríguez Valdivieso, alias la “Mujer metralleta”. Ganó su apodo después de protagonizar el rescate del laturarista Marco Antonioletti, en el Hospital Sótero del Río. Era 1990 y producto del tiroeto, recibió un balazo que la dejó parapléjica.

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“Operación Réquiem” (Reservoir Books, 2018)

Y la ficción también puede tener las suyas. En la figura de Marcela se inspiró el periodista Juan Pablo Sáez para su primera novela “Operación Réquiem” (Reservoir Books, 2018). Esta es la búsqueda de una guerrillera desaparecida con características muy similares a las de la “Mujer metralleta” durante el mismo período de tiempo en que Marcela era miembro activo del Movimiento Lautaro.

“si bien la prensa siguió siendo controlada por la derecha, la irrupción de las redes sociales permitió el acceso a nuevas fuentes de información”.
– Juan Pablo Sáez

La llamada transición a la democracia chilena seguía siendo un período de fragilidad política y social, en donde todo se sentía al borde, en un Chile que aún no se acostumbraba a ese nuevo status y a los poderes fácticos que todavía se sentían como sombras en la población. La historia la lleva Verónica, hija de un intendente del ex Gobierno Militar, que llevaba una doble vida: también era líder de un grupo llamado Brigadas Revolucionarias, quienes se oponían directamente a la dictadura. La chica logra escapar después de una balacera, y es un periodista el que tiene la misión de seguirle la pista.

¿Qué tanta ficción y qué tanta realidad hay entre Verónica y Marcela?

En el caso particular del personaje Verónica G. hay mucha ficción y poca realidad. De hecho me cuelgo del mito fundado sobre esa foto de La Cuarta, donde vemos en 1990 a una mujer con un fusil en mano a la salida de un banco (se supone que es Marcela, aunque no se sabe realmente si es ella) para tejer una historia ficcional. Verónica G. es una joven guerrillera que viene de una familia acomodada y con nexos con el Ejército. En este sentido, se parece más a Cecilia Magni del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Marcela Rodríguez, en cambio, venía de una familia humilde, había estudiado en la Universidad Técnica del Estado, la antigua USACH, y formaba parte del Movimiento Juvenil Lautaro, cuya base estaba formada por jóvenes de la periferia de Santiago, algo muy distinto al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) o al Frente. Las Brigadas Revolucionarias, el grupo guerrillero ficticio de la novela, tienen más elementos de la realidad. Se parece más al Movimiento Juvenil Lautaro en su desorganización e improvisación. El nombre lo saqué de las Brigadas Rojas, un grupo de extrema izquierda que puso de rodillas a la Italia de los 70 y 80 a punta de atentados y secuestros. El más célebre de ellos el del presidente de la DC italiana Aldo Moro, a quien lo terminaron asesinando.

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Portada de La Cuarta con la icónica fotografía de la “Mujer metralleta”.

¿De qué manera este tipo de obras construyen un archivo para la memoria chilena?

Creo que la ficcionalización de historias familiares o personales que ocurren en contextos que marcaron la transición o la dictadura ayuda a luchar contra la amnesia impuesta y autoimpuesta.
No se trata de revisitar la historia reciente al pie de la letra, pero sí de instalar a tus personajes en un escenario que fue real. En el caso de Operación Réquiem, por ejemplo, la trama está dividida en dos épocas, 1993 y 1999, marcadas respectivamente por el Boinazo (el acuertalamiento de un destacamento del Ejército en el edificio institucional de calle Zenteno como protesta contra la investigación que se le seguía al hijo de Pinochet) y por la detención de Pinochet en Londres. De esto último nos acordamos todos por la relevancia de Pinochet y por lo mucho que duró este caso, pero del Boinazo no se acuerda nadie. Pasó colado. Si tú revisas este hecho te darás cuenta que fue extremadamente grave; equivalió un poco a lo que sucedió en España en 1981 cuando un grupo de militares intentó tomar por asalto el parlamento. Cuando Pinochet se acuarteló en Zenteno, Aylwin estaba de gira en Europa, es decir el país estaba descabezado. ¿Qué hicieron los medios de comunicación, las élites? Quitarle la relevancia que tenía y hacer como que en Chile no pasaba nada. Es una metáfora de lo que ocurrió en transición.

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Juan Pablo Sáez, autor de “Operación Réquiem”.
¿Qué queda de la dictadura en Chile?

El intento, por suerte cada vez más fallido, por parte de los medios de comunicación tradicionales por silenciar ciertos temas relevantes de la sociedad. Ocurrió con la visita del Papa Francisco, por ejemplo, donde temas tan importantes como el escándalo por los abusos sexuales o el conflicto en La Araucanía fueron, de alguna manera, ignorados por la prensa conservadora. Si la prensa terminó hablando acerca de estos temas, lo hizo por la presión ejercida por las redes sociales. De la dictadura heredamos también ese autoritarismo portaliano, replicado en todas las capas sociales: desde el conserje de un edificio, que puede darse el lujo de impedirle la entrada a una visita porque se viste inapropiadamente, hasta la señora de plata que insulta a una vendedora venezolana en un mall de Las Condes. Hay un tema ahí con el poder: si lo tengo, por mínimo que este sea, te cago. Eso lamentablemente persiste y, me temo, persistirá “per saecula saeculorum” (por los siglos de los siglos).

¿Cuándo crees tú que el proceso de transición estará terminado?

En mi opinión terminó en 2006 con la muerte de Pinochet y la llegada inédita al poder de una mujer. Desde aquel año el país sufrió transformaciones bien importantes en distintos frentes: si bien la prensa siguió siendo controlada por la derecha, la irrupción de las redes sociales permitió el acceso a nuevas fuentes de información. Por otra parte, la irrupción de una nueva camada de dirigentes políticos (Vallejo-Boric-Jackson) vino a renovar el debate en Chile y a poner temas que parecían estar enterrados en el baúl de los recuerdos, como la discusión sobre la gratuidad en educación o el derecho al aborto. Esto no significa, sin embargo, que todo sea una taza de leche. Varios temas heredados de la transición quedan aún por resolver.

¿En qué proceso político piensas que está Chile ahora?

Yo creo que entramos a una época caracterizada por una despolitización acelerada y un hiperconsumismo que se apoya en la precariedad del empleo. Dicha precariedad está en el origen de la despolitización. Me explico: los malls funcionan en base a empleados que dependen de un salario de miseria. Ese empleado educado e informado, pero que tiene un trabajo extremadamente precario, regresa a su casa de noche trasladándose desde el Costanera Center a la periferia de la capital. Como el transporte es una mierda, opta por tomar Uber. El conductor Uber, quien también depende de un empleo precario, cobrará la mitad o un cuarto de lo que cobra un taxi pero hará este trabajo sí o sí porque tiene que llegar a fin de mes. Sin seguro automovilístico, sin Isapre, sin imposiciones en AFP. No sé si me explico. Este círculo vicioso está intrínsecamente relacionado con la despolitización en la medida que ese empleado no tiene tiempo ni ganas de leer el programa de gobierno del candidato equis. ¿Consecuencia? Este empleado delega el poder, hoy más que nunca (así sin filtro), en una élite que decidirá por él y no con él.