Compartir la vida a través de una selfie es un ejercicio que muchos se toman como rutina, sin embargo las nuevas generaciones están dando un vuelco, están encontrando otras maneras de relacionarse y la privacidad e intimidad que se compartía en esta auto foto está en un interesante momento. ¿Estamos cerca de la era de la post-selfie?

La era de la selfie

El formato más moderno para compartir imágenes de uno mismo es la selfie. Sin embargo, la experiencia para compartir autofotos es una historia que se viene contando por milenos antes de la Era Común, también conocida como AdC (Antes de Cristo).

La selfie es una fotografía que se toma con dispositivo móvil, estiras el brazo, posas, click. No hay edición, no hay fotógrafo, curador. Bueno, sí. Tú mismo. Se sube instantáneamente a Internet y se comparte en redes sociales. También la selfie es un concepto que encierra el siguiente enunciado: La vida privada está hecha para ser vista por todo el mundo.

En la selfie eres el objeto y sujeto. A través de la performance se juega como un baile constante con la mirada, el angulo, los labios, la posición de la cabeza, la distancia a la cámara, el lenguaje corporal, qué llevas puesto y el tan importante entorno en que quieres ser inmortalizado. Espacios íntimos, momentos íntimos. Luego, un filtro para cambiar el tono, arreglas errores, aclaras y oscureces, saturas lo necesario, finalmente te modificas y elijes cómo quieres mostrarte, quién quieres ser.

Pensemos en las selfies y su relación con el arte. ¿Qué son? ¿Siguen compartiendo los mismos patrones narcisistas que las obras de antaño o resignifican la privacidad sumando valor con su mezcla de contingencia y perpetuidad digital? O desde otro punto de vista ¿Son contingentes y perpetuas las selfies?.

En los retratos más famosos del mundo. La Gioconda o La Dama de Armiño de da Vinci, o en los perfiles de Antonio del Pollaiuolo o en los autoretratos de Sandro Botticelli. Todos con un intermediario, en técnica, perfil, colores, en la representación de la realidad. ¿Cuál es la representación que las nuevas generaciones quieren darle a la realidad? La de ellos mismos. La experiencia de poder transmitir sus realidades de acuerdo a lo que estimen conveniente, en el momento adecuado, con las personas que deseen en los lugares que les acomoden.

En primer lugar, el selfie debe ser visto como un producto de nuestros tiempos tecnológicos, ya que requiere una combinación específica de las nuevas tecnologías: la cámara de frente en un teléfono móvil, software de foto-manipulación y las redes sociales en Internet. En segundo lugar, selfies y la crítica social de selfies, deben ser analizados a través de la trayectoria histórica patriarcal de autorretrato y el arraigo de la mirada masculina. En tercer lugar, las bases capitalistas de las imágenes de masas de medios de comunicación omnipresentes del cuerpo femenino también deben figurar en este análisis. En lugar de narcisismo, el proceso de tomar, analizar, editar y publicar selfies es una negociación activa de la propia imagen de una chica hecha en medio de las fuerzas tormentosas de la tecnología, el patriarcado, el capitalismo, los medios de comunicación, los compañeros y la agencia personal”, Lois Scheidt (2014).

Incluso la cantante estadounidense, Taylor Swift, habla de esto en la presentación de su último disco Reputation. En esta especie de introducción, Swift explica cómo las personas son sus propios curadores en la vida on-line, sobre cómo somos nosotros mismos qué persona queremos mostrar en redes sociales y la manera en la que Internet nos otorga la posibilidad de filtrar el contenido que deseamos que sea visto.

“Cuando creemos que conocemos a alguien, la realidad es que solo conocemos la versión de ellos que ellos mismos han decidido mostrarnos. Conocemos a nuestro amigo en cierta forma, pero no de la forma en que le conoce su pareja. Igual que su pareja no le conoce de la forma en que lo haces tú como amigo. (…) Esta es la primera generación que podrá mirar hacia atrás en toda la historia de su vida, documentada en imágenes en Internet, y juntos descubriremos las secuelas que ello conllevará. En el fondo, subimos fotos a Internet para curar lo que los extraños piensan de nosotros. Pero cuando nos despertamos, nos miramos al espejo y vemos las grietas, cicatrices e imperfecciones, y nos avergonzamos. Esperamos encontrar, algún día, a alguien que vea esa misma cara por la mañana y, en vez de eso, vea a su compañero, su futuro, su porvenir. A alguien que nos siga escogiendo a nosotros incluso cuando hayan visto ambas caras de la historia, todos los ángulos de esos caleidoscopio que eres tú”. Taylor Swift, Reputation.

Harold Lasswell en Estructura y Función de la Comunicación de Masas (1948), logró identificar tres maneras en las que las comunicaciones funcionan. Primero tenemos la percepción del media ambiente, luego la correlación de eventos y luego la transmisión del patrimonio social. Luego de esto, nuevas investigaciones hallaron nuevas funciones, pero permitieron identificar cómo los espectadores tenían preferencia por los medios.

Existe una diferencia entre las expectativas y las recompensas del consumo de contenido. Si un contenido no es lo que espero y peor aún si no recompensa el tiempo que invertí en ese contenido, probablemente pasaré de largo y buscaré una nueva fuente para entretenerme. Esta es la base de todas las redes sociales, la razón por las que las actualizaciones son tan frecuentes. Mantenernos siempre pendiente.

Los programas de televisión de tele-realidad son seguidos por millones y millones de personas. Los consumidores de medios siguen programación de tele-realidad de todo el mundo. En ellos se edita, se humilla y se expone constantemente la vida privada de grupos de personas encerrados bajo las mismas circunstancias añadiendo factores de drama y morbo.


Anatomía de la no privacidad

Hay autores que perciben este ejercicio como una democracia, aquella que es entregada a través de la globalización, aquella que permite a cualquier persona independiente de su origen ser una estrella, un ídolo,un famoso, incluso un influencer.

El término Hiper-Democracia, utilizado por Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas fue una de las nuevas maneras de cuantificar la opinión pública, según Francisco Perales, de la Universidad de Sevilla.

Perales describe en La Realidad Mediatizada: el reality show,  a los medios como los representante de un nuevo tipo de democracia “el cuarto poder se ha convertido en el más temido por el sector político”.

Países como Chile adoptan como modelos a seguir a figuras que nacen desde estos programas, les toman cariño, pasan con ellos la mayoría del tiempo viendo TV, urgando en Instagram o revisando Facebook.

“En algunos países más que en otros, los héroes de los Reality Shows, han condicionado la educación de un público joven que aún no ha consolidado su personalidad; este es el caso de países y sociedades con un alto nivel de elitismo cultural“, como Chile.

No es sorpresa que estos sujetos ahora pertenezcan al espacio público, que sean rostros de campañas de aglomerantes tiendas de retail o que conduzcan matinales. Las estrellas del reality show son un puesto más en la mesa de la familia chilena. La familia chilena, la familia latinoamericana se ha encariñado con el ficción de la intimidad que se entregan en esta era.

Las personas que se niegan en la idea de formar parte de la realidad online siguen recibiendo destellos del Internet a diario. Todos son presionados a utilizar dispositivos que permeen con filtros individuales lo que deben o no compartir en el camino a casa, a la universidad o al supermercado.

La privacidad es escasa, nula, ya casi no existe, la selfie irrumpe como un reality show a la televisión. El espectáculo continúa. La Hiper Democratización de la esfera pública, los formatos de emisión de contenido, los canales y los mensajes se disuelven en algoritmos de popularidad. La selfie ha muerto. Esta es la era de la post-selfie. 

La era post-selfie se refiere, entonces, a la intimidad como una hoja de ruta, aquí la constancia de compartir o de la tele-realidad y la privacidad sufre un cambio. Se vuelve al nicho y no se comparte en exceso.

Expliquemos esto con la ayuda de una de las figuras más relevantes del reality show y la intimidad del momento: Kylie Jenner.

“Así nos encontramos con una configuración cultural, social y personal de las tecnologías, pero también, recíprocamente, las personas, sus cuerpos y sus relaciones se ven transfiguradas por los usos y mediaciones tecnológicos, a través de esta agencia compartida entre personas y máquinas, donde no solo están implicados usuarios y artefactos, sino también las condiciones de comercialización marcadas por operadores, servidores y propietarios de las plataformas, y las distintas regulaciones institucionales e informales de dichos usos y prácticas”, Amparo Lasen.

Lo más trend del momento no es compartir, no es ser un personaje público, sino lo que pasa cuando ya eres una estrella de Internet y das un vuelco. No publicar. Volver a la privacidad. Esconderse de nuevo, retomar vínculos y explotarlos en el mundo offline. No estar conectado.

“Lo siento por mantenerlo a oscuras a través de todas las suposiciones … Mi embarazo fue (algo) que elegí no hacer frente al mundo”, dijo a través de un comunicado publicado en Instagram.

Su hermana Kim Kardashian ya había renunciado durante el 2016-2017 a las redes sociales, también Kanye West incluso Justin Bieber decidió dejar de compartir contenido.


Manteniendo la realidad a raya

Estas retiradas de Internet son otra prueba de que estamos entrando en la era de la post-selfie. Algo que Anna Freeman explica como una estrategia mediática de intimidad, autenticidad y abstinencia que articula un cambio en las narrativas de las celebridades.

En un video de 11 minutos dirigido por Tyler Ross, el mismo que dirigió el video que West le regaló a Kim para su cumpleaños. Con una estética noventera, busca retomar los vínculos familiares, la unión, la amistad y los lazos de una familia sobremediatizada y capitalizada. Muestran al mundo que aún tienen intimidad, que pueden no estar grabando un reality show o tomando selfies. Pueden existir estos momentos… para ellas.

https://www.instagram.com/p/BaH7DXRlXjB/?hl=es-la&taken-by=kyliejenner

Este embarazo secreto no era más que secreto ante sus ojos. Todo el mundo estaba especulando de aquello. La privacidad y la intimidad siguen actuando como técnicas de mercado. Todo es absorbido por el capitalismo.

Luego de crear su propio camino y de inventarse como una necesidad frente a nuestros ojos, y en vivo, ahora existe otro punto de inflexión y de estrategia. Evolucionar, no cambiar, les va bien siendo ellas mismas, pero para mantenerse vigentes deben limpiar el camino. No olvidemos que esta es una de las menores del clan K, por lo tanto tiene nuevos mecanismos para enfrentar su fama, acordes a su generación.

Mantuvieron a los consumidores de cultura de celebridades con los ojos abiertos, esperando el momento, y cuando llegó explotaron las redes sociales y el video en YouTube estuvo en el top 10 de tendencias en todo el mundo.

La aculturación de la vida online tiene como punto de fuga la intimidad. Nuevamente esta familia muestra una nueva arista de la cultura de las celebridades: volverse a la intimidad, retirarse e inventir su carrera es, como dice Freeman, una forma muy inteligente de alterar el discurso sobre la fama. Facebook cambió su política para que tengamos “interacciones significativas”, esto es un giro hacia lo privado, lo protegido, lo nuestro, pero aún así los jóvenes están abandonándolo.

Aunque no sea más que una ilusión, esto es definitivamente “lo que sigue”.