Una historia de misoginia y estigmas han rondado el estudio científico del cerebro en los últimos 200 años. Según la académica y especialista Gina Rippon, las creencias en este campo están erróneas, y desmitifica que los cerebros de mujeres y hombres se comporten de maneras diferentes.
Es un estigma que ha perdurado en el tiempo. Desde el campo de la ciencia y neurociencia, se ha hablado de las diferencias biológicas entre las mujeres y los hombres, apelando a que, de cierta forma, las mujeres pueden sentir más empatía y hacer varias cosas a la vez por su capacidad cerebral, mientras que los hombres pueden entender más las tareas de lógica y las ciencias.
Esto es, en pocas palabras, un mito. La neurocientífica y académica de Neuroimagen cognitiva en la Universidad de Aston, Birmingham (Reino Unido), Gina Rippon, quien visitó Chile para el Congreso del Futuro, basó sus estudios sobre el cerebro en el género para poder refrescar las creencias en este campo, estudiando el por qué se ha dado este estigma a través de los años y por qué es necesario erradicarlo.
Después de diversos estudios, puedo llegar a la conclusión de que no es correcto asignarle un sexo al cerebro, y tampoco describir la actividad cerebral como algo puramente masculino o femenino. “El sexo ciertamente tiene una influencia en las características de la conducta y las características asociadas con la actividad cerebral, pero no es el impulso principal que todo el mundo ha asumido que es hasta hoy en día”, explicó en una conversación con La Tercera.
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La académica hace hincapié en los efectos negativos que trae este estigma. La teoría de que un cerebro funciona diferente que el otro ha rondando el inconsciente colectivo por tanto tiempo que, según ella, es muy fácil construir una personalidad desde esas etiquetas, teniendo un impacto profundo en la gente, sobre todo teniendo en cuenta que la suposición normal es que el sexo del cerebro está ajustado al sexo biológico de las personas, algo que además podría terminar siendo incluso discriminatorio.
“Hay una cadena de argumentos que han estado en vigor durante los últimos 200 años sobre lo que hace que los hombres y las mujeres sean diferentes, y cómo tener una anatomía diferente les da cerebros diferentes, les da habilidades diferentes, roles diferentes en la sociedad”, comentó Rippon en La Tercera, argumentando que es uno de los principales problemas por los que el campo de la neurociencia sigue siendo esta distinción que no viene desde la ciencia, sino desde una misoginia internalizada.
Gia Rippon pretende cambiar ese paradigma a través de la educación y una mirada con igualdad de género. Por lo mismo, actualmente es miembro de la red de Igualdad de Género de la Unión Europea, desde donde sigue creando espacios para hablar de los nuevos desafíos en el mundo de la ciencia, que, en este caso, deben abrir paso a una mirada feminista e inclusiva.