Un review en fast forward.

Línea 1 con más gente de lo que uno se espera normalmente un sábado. Línea 2 repleta y vagones llenos de jockeys, mochilas y poleras blancas, en su mayoría de tallas grandes. Revendedores de entradas pidiendo tickets en Estación Parque O’higgins. Revisión de mochilas, comida y encendedores confiscados, o por lo menos algunos así lo contaron. Un marshmallow, coronas de flores y la nueva tendencia femenina de esta nueva edición de Lolla: un punto en la frente o bindi apropiado culturalmente.

Villa Cariño gritando “No Más AFP” y las luces coloridas de (Me llamo) Sebastián con su gran voz y show. Una alpaca y marciano inflables y cabezas de caballo en cuerpos humanos de vez en cuando. Todas las enseñanzas medias esparcidas frente a los escenarios. Weichafe con fuerza. La Pozze Latina, clásicos vieja escuela. Tove Lo, el wild on de la sueca, loh pesho. Sábado muy otoñal.

Dos marshmallows reunidos en el Movistar Arena, completamente repleto de escolares recargados de hormonas. Vapores del perfume de Carolina Herrera, CH 212. El tagadá y un hombre con cabeza de esfera disco. Fila para sacarse una foto en el marco de Lollapalooza, fila para cargar la pulsera, fila para comer, fila para los baños y filas para sumarse a las filas. Marihuana. La familia de marshmallowa; una invasión de cabezas blancas y de ojos muertos que se encontraban con ellos mismos sin conocerse tras esas cabeza. Pitillos. Una pareja de pololos terminando brígido afuera del Movistar. Las mejores, el ejército de las mejores frente a la selfie.

Las mil y un caras de Matthew Healy de The 1975, ojeroso, de otro mundo o en otro mundo, tierno y de atractivos gestos. Desarmadamente atractivo. Por fin tocó Marshmellow y los mil y un marshmallows se pudieron encontrar con su Jesucristo. Rockeros, poleras negras y Metallica, gran show de los estadounidenses y ese niño pequeño sobre los hombros de su padre rockeando al máximo. La foto aérea de su show que da vueltas por internet. Catarsis y despliegue de energía, buena y fuerte vibra. La fuerza de ellos como leyenda.

Un padre con sus dos hijos muy chicos rockeando al ritmo de Cage The Elephant. Familia. Bandera mexicana, bandera peruana, bandera norteamericana, suiza, sueca, danesa, australiana y canadiense, pero ni una que supere a la más frecuente, la chilena. Un M. Fashion Bloggers inmortalizando la ropa de los asistentes que llaman su atención. Muchas Go Pro. Pizzas a tres mil y bebidas a luca. Señal a ratos. Energética a dos mil y dos por tres quinientos. Los árboles en el fondo del parque convertidos en baños cuando ya cae la noche.

Domingo de otoño, un poquito de verano. Calor y bronceado. Vance Joy, hora agradable de música para disfrutar recostado sobre las pocas zonas verdes. “Riptide” a coro completo y en perfecto inglés. Gracias Vance Joy por decir que para ti era bacán estar acá. Las pulseras Itaú que no dejan de tintinear. El turno de , faltaban treinta minutos para que entrara al escenario y la cantidad de personas a su espera parecía no terminar nunca. Un show cargadísimo de energía, que siguió la línea de sus temas quizás no tan conocidos hasta llegar a un momento de hit tras hit. Gracias por el acústico de “Cold Water”, gracias por toda la fuerza y energía entregada con “Final Song”, gracias por hacernos amar más esa canción. El vaso reutilizable con el logo del festival.

Two Door Cinema Club y su máquina de hacer buena música. El vocalista parecido al Chispa. Lleno total y aplausos extendidos merecidos. Plato fuerte, The Weeknd, el canadiense solo en el escenario y fue suficiente. Llenó su espacio, hizo del suelo algo propio y a pesar de creerse carente de mayor show, él bastaba. Un espectáculo total de música muy bien creada. Éxito tras éxito.

Los problemas técnicos de The Strokes. Cierre electrónico, esa electrónica profunda de Flume y sus remixes ampliamente conocidos. Espectáculo de luces, un viaje de colores y música que hacían vibrar el cuerpo entero. Cierre maestro con “You & Me”, gran vídeo y aplausos a su final.

El metro repleto. Gritos de quejas, de estar apretado y simulaciones de sonidos de ovejas y vacas. Ganado humano ¡Abran las puertas! Cierran las puertas o las abren a la mitad. La masa te lleva, estás suspendido entre humanos que se pelean por hacerse un espacio y lograr el mismo objetivo: subir al metro.

Retorno en un metro tranquilo, gente en los asientos, apoyados en las paredes, sentados en el suelo. Agotados, pero siempre sonrientes.

*foto de portada: Javier Valenzuela / Rocknvivo

https://www.youtube.com/watch?v=TRIjUydD9sk

 

https://www.youtube.com/watch?v=G5iNL2bpB2c