Vas a quedar con la boca abierta y unas ganas locas de abandonarlo todo y partir para allá.

por Francisco Torres Soza

Yo no soy fotógrafo, no estudie la carrera de fotografía, tomé algunos cursos básicos. El resto es salir a la calle y practicar. Soy ingeniero comercial de profesión, fotógrafo de oficio y siempre he sido un apasionado por lo viajes.

Trabajé durante años en el área de marketing de una gran empresa para luego renunciar y poder cumplir un gran sueño de viajar alrededor del mundo y retratar con mi cámara la belleza de los lugares y personas que voy conociendo.

Elegí partir por Brasil dada su riqueza cultural, su historia, su diversidad de paisajes, tradiciones y personas. No es lo mismo conversar con un Gaucho (del sur), un Carioca, un Nordestino, un Mineiro o bien con un Amazónico. Todos tienen un ritmo de vida y costumbres distintas, incluso se puede notar en el acento de su portugués.

Para recorrer y conocer en profundidad este gigante sudamericano necesitas tiempo, yo estuve 4 meses pero podría fácilmente haberme quedado un año o más.

Alter do Chao es un pequeño pueblo de pescadores que queda al interior de lo que se conoce como el Amazona brasileño. Desde hace no mucho tiempo, han llegado cada vez más turistas brasileños a deleitarse de éste “Caribe del Amazonas” como lo nombran. Esto dado que el afluente del río cambia a lo largo del año, lo que permite la formación de islas y orillas de blanca arena, lo que da la sensación de estar en el mar en medio de esta vegetación selvática.

Llegar ahí es toda una aventura, yo me tomé un barco desde Belém en dirección a Santarem, dónde debes colgar tu hamaca y durante 4 días navegas sobre el Río Amazonas, viendo los más impresionantes paisajes selváticos y conviviendo con las más de 200 personas que van en el barco.

La energía de la selva y de la gente que habita en ella siempre me ha llamado la atención, y es por eso que decidí pasar un par de días en una comunidad a minutos navegando de Alter do Chao. Ahí te das cuenta de la esencia del lugar, de la manera sencilla en que viven las personas, y de lo arraigado a la naturaleza que están, cosa que muchas veces nos cuesta ver en las grandes ciudades.

Siendo un amante a la naturaleza, y frecuentando de vez en cuando diferentes senderos de caminata, les digo que el Parque Chapada Diamantina (en la foto) es es uno de los mejores trekking que he hecho en mi vida. De partida, este parque es un inmenso terreno de más de 150 mil hectáreas dónde vas pasando por entre valles, montañas y vegetación densa de matas atlánticas, vas descubriendo un escenario mágico, envolvente e incomparable, que da una sensación de pequeñez frente a la magnitud de la naturaleza.

Dentro del parque hay mucho por ver. Atractivos naturales como las chapadas, formaciones rocosas de 600 metros de altura con una parte plana superior, cascadas de gran caída libre, pozos de agua cristalinas en grutas encantadas y ríos de color cobre se pueden encontrar en las más de 20 rutas guiadas que se pueden llevar a cabo.


La primera impresión que tuve fue de estar en las tierras del Rey León, caminando por paisajes secos, de árboles pequeños e inmensas montañas planas, que dan la impresión de haber sido cortadas por una tijera, para luego atravesar valles de verde vegetación y arroyos de refrescante agua. Todo esto en un cielo abierto dónde tienes la sensación que las nubes están más cerca que de costumbre.

Si en el día son las nubes, en la noche las estrellas son las protagonistas de este nuevo paisaje. Escenario ideal para ver la Vía Láctea, constelaciones y estrellas fugaces junto a un cálido fuego, dan la impresión de estar en uno de los mejores observatorios del mundo.

Caminar en el parque Lencois Maranhenses es lo más cercano a estar en un sueño consciente. Lagunas de agua dulce de lluvia se posan sobre las miles de dunas de blanca arena que se pierden en el horizonte. Caminas horas y horas sobre esta arena finisima, sin tener punto de referencia alguno ni consciencia del tiempo.

Fueron días de introspección, de calma, de reflexión y por sobre todo de templanza y admiración por los paisajes, por la naturaleza, por la inmensidad de la distancia, y la ausencia del tiempo y del ruido. Un silencio único, abrumador y envolvente que te invita a seguir caminando, a seguir pensando y a seguir maravillándose con el simple hecho de estar ahí en ese momento. Si hay un lugar que tendría que recomendar para deslumbrarse, es éste.

La Favela Santa Marta fue donde Michael Jackson grabó un video, y también es una de las favelas intervenidas militarmente y que puede ser recorrida con seguridad por cualquier turista, cuéntanos sobre esa experiencia y sobre fotografiar un lugar tan colorido.

Evidentemente esta favela no es como cualquier otra ya que fue pacificada hace ya 10 años, y se puede entrar libremente, sin la inseguridad que te pueda pasar algo. Desde que tomé la decisión de ir para Rio de Janeiro, siempre tuve la idea de poder entrar en una favela y poder tener una idea de lo que es vivir ahí, y derribar esa idea caótica que el cine y las películas retratan.

Claramente existen aún problemas por solucionar pero sin embargo, las comunidades dentro de esta y otras favelas, se estan organizando para combatir el narcotrafico y la delincuencia juvenil, con cultura, deportes, programas de música, talleres de sustentabilidad e incluso actividades relacionadas con el turismo de su barrio.

Hay un mundo que se vive dentro de estos espacios, y eso es lo que quise retratar con éstas fotos.

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