Ha conocido 42 países y entre sus anécdotas están una guerra de flatos con un chino en un Burger King y estar rodeada de globos con un ruso lanzándole cuchillos.

Antes de ser periodista y bloggera a tiempo completo, Fran Opazo estudió ingeniería y diseño de vestuario. Todo eso fue en su vida pasada, antes de sufrir la ferocidad del bullying y escapar viajando por el mundo contando sus experiencias en un exitoso blog, La Vida Nómade, que logró llamar la atención de diferentes medios, tanto nacionales como internacionales.

Hablamos con Fran sobre las cosas más extrañas que ha vivido, el perfil del chileno al viajar al extranjero, y lo que implica ganarse la vida a través de un medio digital.

¿Cómo lograste que publicaran parte de tu historia en The Huffington Post?

Fue después de ver a José Antonio Neme contando en televisión sobre cómo le hacían bullying por ser gay. Lo tomé como algo personal y me contacté con Ariana Huffington, que accedió a publicar mi historia. Fue como salir del closet. Se generó un feedback con gente de todo el mundo que me contó que pasaron por lo mismo.

¿El viajar puede incidir en la historia de alguien que sufrió bullying durante parte de su vida?

Viajar me dio confianza. Viajando me siento como un superhéroe. Chile es muy provincial en ciertos sentidos y me afecta cuando escucho comentarios en mala sobre lesbianas y gays. Lamentablemente, todavía hay gente joven que tiene esa actitud y viajar te abre mucho la mente.

¿Cómo podríamos definir al viajero chileno?

De dos formas: el que se va por dos semanas a Europa y planifica todo y el millennial que no le importan las lucas y privilegia la experiencia. Falta atreverse, a las mujeres les da miedo viajar solas por el temor a sentirse solas. La gente que no me conoce piensa “pobrecita, viaja sola”, pero es lo mejor, porque conoces tanta gente que nunca estás solo cuando viajas solo. La vida no es puro Instagram.

Sin tener una situación económica excepcional has conocido 42 países y sigues contando. ¿Cómo partió este estilo de vida?

Partió cuando viajé a Costa Rica con mi pololo y encontré un mundo distinto. Me gusta viajar “ratonilmente”, quedarme con gente local. Este pololo se quería casar y lo que me ofrecía representaba todo lo que no quería en la vida. Entonces, me puse a buscar pega y al mes estaba trabajando en un crucero como tripulante, con contrato por seis meses.

“En China un tipo me miró y se tiró un flato, y en Jamaica un tipo se me acercó y me dijo: me gustan tus tetas”

Desde ese momento y gracias a diversos pitutos alrededor del mundo, Fran comenzó a acumular experiencias que relata en su sitio, donde abarca desde consejos para encontrar pasajes baratos, hasta anécdotas que le han pasado en lugares como China y Nueva Zelanda.

¿En qué situaciones en particular sentiste un choque cultural?

Estando en Shanghái tenía antojos de comer Burger King y en el lugar un chino me miró y se tiró un flato. Lo miré y me tiré otro, porque en China es súper normal hacer eso. En Jamaica un tipo se acercó y me dijo: “Oye, me gustan tus tetas”.

¿No viviste experiencias rara quedándote en hostales o gracias a couchsurfing?

Me quedé en Nueva Zelanda donde una mina que tenía un circo alternativo y terminé vendada con globos en el cuerpo y un ruso tirándome cuchillos. Pero esa es la gracia de viajar, sobre todo por Asia. Cuando te has sentido toda tu vida como la extraña, la distinta, cansa ir en contra de la corriente, aunque no sea intencional. El papel de jugar como extranjero en Asia no es forzado, porque la gente aprecia la diferencia.

¿Cómo es ser blogger de viajes en Chile?

Intenté buscar pega en medios convencionales, pero la gente escribe sobre Berlín desde su escritorio. La cosa hoy es redactar todo lo que sale en la BBC y eso no es periodismo, es reciclaje. El blog partió cuando ya estaba en la U, como una idea sin formato con experiencias personales. También, hay un tema de la credibilidad y la gente que me sigue me cree, porque no me vendo. Me he negado a hacer publicidad para cosas que yo nunca ocuparía o usaría, rechazando esa plata.

¿Qué nos falta como chilenos para disfrutar la experiencia de viajar al máximo?

En Reñaca no me ponía bikini por vergüenza y en Brasil a todos les daba lo mismo, veías cuerpos de todo tipo y tienen esa libertad mental que nos falta a nosotros. También, hace falta viajar solos. Lo que sale doce días en Europa pueden ser tres meses en Asia. Me encanta la apertura con la diversidad sexual que tienen en ese continente. La gente en Chile no se atreve a ser feliz, ya sea por el estatus o por el qué dirán.