Abrir una Cosmopolitan es entrar a un universo que gira alrededor de la superficialidad y la complacencia. Las notas giran en torno al sexo y cómo mantener a tu pareja feliz y sus consejos van desde despertarte unos minutos antes que él para ir a lavarte los dientes a cómo envolver sus testículos en papel alusa para hacerle el mejor sexo oral.
Cuando yo era chica, mi mamá era anarquista, levemente lesbiana y muy feminista. Como es normal (y lo dice Freud, no yo), en mi adolescencia empecé a matar a la figura de mi madre y todo lo que significaba. Tenía pánico de convertirme en ella así que busqué por todos lados un opuesto que me guiara.
En la búsqueda de convertirme en la mujer perfecta que creía deber ser, llegué a la Cosmopolitan.
A mis 17 años necesitaba con urgencia que alguien me diera consejos para acercarme a mi más reciente interés: los hombres. Pero de las pocas veces que mi mamá hablaba del género masculino, lo hacía para reclamar sobre lo chantas que eran. Necesitaba consejos de belleza, de vida, de futuro. Necesitaba un referente femenino en el que confiar para poder armar la identidad que me acompañaría en los años más terribles de mi vida. No tenía muchas amigas mujeres y mi mamá definitivamente no era un modelo a seguir para mí, una niña cuyas principales inspiraciones de vida estaban basadas en Mean Girls, Legalmente Rubia y Clueless.
En la búsqueda de convertirme en la mujer perfecta que creía deber ser, llegué a la Cosmopolitan.
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Las notas de la Cosmopolitan giran en torno al sexo y cómo mantener a tu pareja feliz (con mucho sexo). Los consejos van desde despertarte unos minutos antes para ir a lavarte los dientes para que no sienta tu mal aliento matutino, cómo envolver sus testículos en papel alusa para hacerle el mejor sexo oral y sobre cómo tienes razón al odiar a su mejor amiga solo porque usa escote cuando lo ve (porque sí, usa escote solo para provocarlo). Esas son las claves para ser feliz en pareja, y en pareja es la única forma de ser feliz.
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Abrir una Cosmopolitan es entrar a un universo que gira alrededor de la superficialidad, la insatisfacción y la complacencia.
Básicamente la chica Cosmo es el imaginario de una mujer que trabaja con la histeria como combustible de vida. Abrir una Cosmopolitan es entrar a un universo que gira alrededor de la superficialidad, la insatisfacción y la complacencia. Las notas que no son sobre cómo mantener a un hombre contento a tu lado son sobre cómo ser más guapa o qué nuevos zapatos comprar.
La “chica Cosmo” es una caricatura: una mujer gritona, manipuladora, que le dice a su pololo que confía en él pero transforma la relación en una gymkana llena de pruebas y trampas.
La “chica Cosmo” es una caricatura: una mujer gritona, manipuladora, que le dice a su pololo que confía en él pero transforma la relación en una gymkana llena de pruebas y trampas. La chica Cosmo ideal tiene cuerpo perfecto, usa tacos de 10 cm, asusta a todos en la oficina al pasar y su mejor amiga la engaña con su novio. Si les suena a personaje de película gringa para mujeres no es por coincidencia: la Cosmopolitan no es la primera en lucrar con la histeria.
A mis 18 años caí en una relación abusiva. Estuve con un hombre 4 años mayor que me torturó psicológicamente y me pegó durante un año. Ok, la culpa no la tiene la Cosmopolitan; no todas las mujeres que la leen tienen pololos golpeadores. Pero vuelvo a leer la revista varios años después y me doy cuenta de que la gran mayoría de los consejos de la revista están basados en mantener “a tu hombre feliz”, sin importar qué clase de hombre es.
Y pueden decirme “¿Qué hacías leyendo la revista tan chica?” Porque sí, no está planeada para que la lean niñas de 17 años pero francamente, ¿A qué edad estos consejos pueden tomarse en serio? Si eso es llegar a los 30 años, prefiero morir antes.
Ah, pero no puedo ser tan injusta. Han habido veces en las que se han preocupado de aconsejar sobre qué tipos de hombres no valen la pena. Spoiler: el torturador psicópata no está en la lista, pero sí el hombre que acepta pagar la cuenta a medias.
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No estoy diciendo nada nuevo al decir que la Cosmopolitan es machista y representa un ideal dañino de mujer, pero releyendo me doy cuenta de la directa conexión que tiene con la histeria y lo peligroso que eso puede ser.
La definición de una mujer histérica es idéntica a la definición de la lectora común de Cosmopolitan: “Mujeres entre los 25 y 40 años, independientes económicamente y exitosas en el ámbito laboral que se preguntan constantemente ¿qué quiero? ¿qué significa ser mujer?“.
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La histeria es una afección casi inherente a la mujer que se caracteriza por la sensación continua de una insatisfacción que afecta todos los ámbitos de su vida, sobre todo la vida amorosa y sexual. De ahí que la Cosmopolitan base su existencia a los tips y consejos sobre pareja y sexo, porque es una revista que fomenta y amplifica la histeria para llegar a las mujeres.
La mujer histérica actual es esclava de una eterna búsqueda del placer. La acumulación de deseos insatisfechos pero que carecen de un objeto en particular (no sabe si quiere zapatos o una cartera) la llevan a consumir y consumir en la búsqueda de la satisfacción de “eso” que no tiene muy claro qué es, pero que definitivamente le falta. La desconfianza en sí misma y en el resto son la base con la que estructura sus relaciones, por eso la Cosmopolitan dedica en cada edición una nota sobre las posibles infidelidades del novio o sobre cómo sus amigas pueden ser en realidad sus “frenemies”.
Una de las razones que me llevaron a mantener durante tanto tiempo una relación dañina fue porque tenía el autoestima muy baja y creía que si ni siquiera el hombre más tóxico del mundo me quería, nadie más lo haría. Tenía la psicosis constante de que me serían infiel y que eso era lo peor que me podía pasar en la vida. Nunca me sentí lo suficientemente guapa o flaca y aunque quería creer que eso no era lo más importante, por todos lados estaba bombardeada de información que me decía lo contrario.
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Me costó un año abandonar la relación más tóxica que he tenido en mi vida. Aunque me engañaran y pegaran no me podía ir porque, entre varios motivos, sentía que el sufrimiento ya era parte esencial de mi vida y lo que le daba razón a mi existencia, una de las características de la histeria.
Definitivamente no es culpa de la Cosmopolitan lo que yo haga con mi vida amorosa y emocional. Sí, puede que haya seguido un par de sus estúpidos consejos o absurdos tips sexuales, pero no es culpa de la revista en sí. Pero si más de 75 millones de mujeres leen esta estupidez mensualmente alrededor del mundo, definitivamente algo no está bien.
Si la revista fuese más honesta y dijese en la portada “revista de consejos para mujeres histéricas” no sería una de las revistas más vendidas en Chile y el mundo. Podrán decir “oye cada uno lee lo que quiere” y sí, no les quiero quitar su capacidad de libre elección, después de todo vivimos en el país cuna del neoliberalismo y no seré yo la que les quite el derecho a elegir con qué material de baja calidad hacerse un daño irreparable. Pero ojo.
Bonus Track
No sé si esto responde a la histeria o qué, pero está muy bueno.