por Martina Majlis*

KYA (23 años) lanzó su carrera musical a finales del 2019 y ya tiene tres singles en Spotify: ‘Start’, ‘Velvet’ y ‘Bakayaro’. Además, el pasado 22 de agosto participó en el festival online de música y humor, Zoomdada, organizado por la Consejería Superior de la UC,  junto a artistas como Nano Stern, Prehistóricos y Rubio. Nos juntamos a conversar con ella, para conocer más sobre su estilo, música y planes futuros.

Empecemos con algunas preguntas rápidas y random. La idea es que respondas sin pensarlo mucho y sin dar explicaciones:

¿Tu mayor vicio? Ver anime.

¿Reencarnación animal? Una loba.

¿Palabra favorita? Yera.

¿Dulce o salado? Salado.

¿Cuántas alarmas pones para despertarte en las mañanas? Mínimo 10.

¿Mentira típica? ‘Soy alérgica al tomate’.

¿Placer culpable? No contestar el teléfono.

Si pudieras elegir un superpoder, ¿cuál sería? Volar.

¿Canción que te sube el ánimo? Yo creo que Don’t Stop Me Now de Queen.

¿Verano, otoño, primavera o invierno? Invierno.

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¿Cómo empezaste a interesarte por la música?

Mis inicios en la música tienen mucho que ver con mi contexto familiar, vengo de una familia súper musical. Tanto mi mamá como mi papá cantan, y siempre tocaban guitarra al lado mío cuando era chica. Era, y sigue siendo, un panorama familiar tocar guitarra juntos. Entonces siempre ha estado ahí el estímulo y, progresivamente, yo también empecé a cantar, desde muy chica. Partí cantando con mi mamá en el coro de una iglesia que quedaba cerca de mi casa, y también me metí al coro del colegio. Y así me fui interesando más y más. Luego tomé clases de piano y, cuando ya tenía unos 9 años, me metí a clases de canto. Estuve en clases de canto muchos años, hasta como los 17, por ahí.

Nunca me he definido con un género en particular porque escucho de todo, desde muy chica, desde rock, rap, hasta música clásica. De hecho, en mis clases de canto cantaba mucha música clásica, canto lírico. Pero sí tengo artistas que me marcaron y que admiro mucho, una de ellas es Lauryn Hill, que me gusta muchísimo desde chica. Fue uno de los primeros discos que tuve, que me compré. También la música latina, la nueva canción chilena, ha sido una influencia muy grande para mi y me marcó mucho. Y The Notorious Big [se ríe], como mi hermano lo escuchaba mucho también fue de los primeros discos que escuché.

¿Qué significa KYA?

[Se ríe] ¡Sabía que me iban a preguntar esto en algún momento y no tiene ningún significado muy profundo así! En verdad KYA es una mutación de una idea que tenía. Siempre me ha gustado esta idea de empoderamiento, de pertenecerse a uno mismo, ser de uno, siempre, y quererse a uno mismo. Al principio, como me llamo Macarena, pensaba en algo como ‘Mía’, de ‘ser mía’. Entonces quería que mi identidad de artista tuviera eso de ‘yo soy mía, y me quiero, y por eso hago lo que hago, y por eso estoy segura’. Pero no me gustaba ‘Mía’ po, lo encontraba medio trillado. Y ahí empecé a probar con las letras de mi nombre, ‘Ría’, ‘Cía’, y así llegue a ‘Kia’. Para no sonar como la marca de auto lo cambié a ‘KYA’, y fue como ya, corto y preciso.

¿Te defines cómo feminista? ¿Tiene el feminismo alguna influencia en tu música?

Sí, muchísimo. A mi, el feminismo – y bueno, me atrevo a decir que también a muchas mujeres, muchas personas en general – me cambió la vida, me quitó muchos miedos, me ha dado mucho valor. Y me ha ayudado a entender muchas trabas, cosas que yo siempre deseaba ser así o asá y no me atrevía. En ese sentido me quitó un peso que yo tenía. Al mismo tiempo, me dio valor y, apoyándome en otras mujeres, mujeres de mi círculo, en el valor que ellas me dan. Me ayudan muchísimo en el día a día a hacer lo que hago. Hasta el día de hoy, creo que todos somos víctimas de patrones patriarcales y de actitudes machistas que tenemos naturalizadas muchas veces.

Pero lo rico es tener ese círculo de apoyo que te ayuda a romper con esos patrones al final. El feminismo me cambió mucho, no solo formando mi identidad de KYA, porque sí siento que el feminismo es una parte muy importante de mi identidad como artista, pero también como persona, y dentro de mi familia, creo que ha tenido un impacto que es muy bueno, que me ayudó mucho.

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Viendo tu material, veo muchas referencias a la estética anime. Sé que ‘Bakayaro’, el nombre de una de tus canciones, significa idiota, o hueón, en japonés, y se popularizó por el anime Naruto. Cuéntame, ¿por qué escogiste esa estética? 

Yaaa [se ríe] me encanta esta pregunta.

Veo anime desde muyyy chica y, bueno, creo que todos vimos anime cuando éramos chicos, como los anime de la infancia, Dragon Ball Z y esas cosas. Pero después yo seguí viendo, y me metí a ver anime – no los de la tele – cuando estaba como en sexto básico. En verdad es algo que me ha marcado mucho como persona, siempre me ha gustado la cultura oriental también. Sé que el anime en verdad va más allá de eso, pero siempre me ha llamado mucho la atención y también me ayudó a acercarme a una forma distinta de pensar, porque el anime te muestra una forma – diferente de la occidental – de ver ciertas cosas.

Entonces, me pasó que con KYA que se dio natural en verdad, nunca tuve planeado esto de meter el anime, pero como es algo que hace tanto parte de mi, que naturalmente me dieron ganas de meter algo de anime en las cosas que hago, en mi música. Y así se fue dando. Ahora, actualmente, estoy armando un proyecto musical que tiene como base la estética anime, un proyecto que lo verán pronto [se ríe]. Y, bueno, mi anime favorito… ¡está difícil, tengo muchísimos! Pero una recomendación, que además creo que es uno de mis favoritos, es Cowboy Bebop, un anime que es antiguo igual, pero es excelente. Me lo he visto como 15 veces [se ríe]. Nana, también. Y Fullmetal Alchemist. Son maravillosos.

¡Tienes un video en tu IG donde sales bailando que me encantó! ¿Cómo aprendiste a bailar?

Nunca tomé clases de baile ni nada, pero siento que el baile siempre ha ido de la mano para mí con la música y el canto. De hecho, mis presentaciones, cuando era chica, venían con coreografía, canción y todo [se ríe]. Entonces en verdad siento que lo he tenido toda la vida, me encanta. Para mí el baile es como una terapia, me ayuda mucho a liberarme.

Me ha dado mucha más seguridad que cantar, por ejemplo. Nunca he estudiado, pero siento que naturalmente, de tanto bailar he aprendido. Soy de las que bailaba desde chica en su pieza y cuando venía mi mamá me pillaba en plena [se ríe], entonces en verdad es algo que siempre he hecho y que disfruto muchísimo.

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¿Qué artistas te inspiran? ¿Con qué artista te gustaría hacer una colaboración?

Pensándolo así a gran escala, una de las artista actuales que son súper influyentes en la escena en la que me estoy moviendo yo, lo más urbano, y que miré y dije como ‘ohh, necesito ser como ella’ es Cazzu, una cantante argentina. Me da mucha seguridad, me nutre mucho su música. Ella sacó un álbum como en el 2017, ponte tú, y me acuerdo que la escuché y quedé como ‘quién es esta mujer’. Para mí un sueño sería hacer una colaboración con ella, la encuentro muy inspiradora. También me pasa que me apoyo más en las mujeres, porque en la escena urbana, sobre todo, no hay tantas artistas femeninas. Me inspiran mucho todas las chicas que están empezando en la escena urbana nacional, y haciendo su carrera, su camino. Son artistas que quizá actualmente tienen un perfil menos conocido que Cazzu, como la Soulfia, la Vlntna B, la Shirel, que son chicas como una, y que la están rompiendo, me inspiran un montón y ojalá poder trabajar con todas ellas. ¡Colaboraría con todas! Las encuentro secas.

¿Qué haces en tu día a día, además de la música?

Estoy estudiando. Al principio, cuando me lancé como KYA, congelé y trabajé un año para poder costear todo el proceso de la música. Entonces ese año también me dediqué a hacer música, mientras trabajaba. Ahora retomé la universidad, estoy estudiando pedagogía básica y así que estoy con las dos cosas [se ríe], organizándome.

¿Cuáles son tus planes a futuro?

Estoy haciendo un EP, un extended play. Que es como, en lugar de un álbum, que en general son más largos, como de doce canciones, el EP es como un álbum más chiquitito [se ríe], de siete canciones.

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¿Cuál es la historia detrás de ese tatuaje de dragón?

Ese tatuaje… sí, ese tiene una historia. Porque, bueno, ya me he hecho varios tatuajes y a medida que uno se va haciendo más tatuajes cada vez es más como ‘ya, tatuame la cuestión no más’ [se ríe]. Pero este tatuaje lo asimilo mucho con KYA de hecho

Siento que si hablara de los tatuajes que tengo, el tatuaje que es más de KYA, y no quizá tanto de Macarena, es el dragón que tengo en la espalda. Fue un momento en el cual estaba haciendo ‘Bakayaro’, la estábamos produciendo, trabajando, y además, en ese momento, tenía que tomar muchas decisiones importantes, estaba con súper harta carga encima. Entonces me pasó que estaba viendo El viaje de Chihiro, donde hay un dragón muy lindo, y me enganchó mucho el tema de los dragones. Empecé a leer sobre ellos y, bueno, el dragón que yo tengo es un dragón oriental, no es como el dragón occidental.

Me gustó mucho esa dicotomía que hay con los dragones, entre los occidentales y los orientales, en el que, en occidente, el dragón es el malo, el que se come a las ovejas, el que destruye los pueblos y, en el oriente, el dragón es símbolo de sabiduría y de fuerza, es símbolo de la realeza. Son totalmente lo contrario. Y me gustó tanto el concepto de este dragón, y fue tanta la sensación de como ‘necesito ser un dragón ahora, para todo lo que quiero hacer’, que encontré este diseño que me gustó, hablé con la Miau, la chiquilla que me tatúa siempre, y dije ‘yaaa, me voy a hacer un dragón’.

Al principio me lo quería hacer en el brazo, pero después fue como ‘ya, sabís que, chao, me lo voy a hacer en toda la espalda y chao, que quede ahí’. Me lo hice y para mi es un símbolo de esa fuerza, un recordatorio de que quizá la gente te ve de otra forma, sobretodo en la industria de la música donde las cosas muchas veces son por apariencia y la gente juzga en torno a cómo te ven y sin conocerte, entonces, si vas a lanzarte en esto, tenís que ser un dragón, al final.


Martina @martinamajlis en IG) escribe y trabaja en temas relacionados a cultura y políticas públicas. Es licenciada en Letras Hispánicas de la Universidad Católica de Chile y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

La foto de portada es de Claudia Ardid (@clardid en IG)