Dee Dussault hace clases de yoga hace 20 años y hace casi 10 incluyó el uso de marihuana. Este año lanzó el libro Ganja Yoga para ayudar a que en cualquier lugar del mundo se pueda “encontrar el éxtasis a través de la relajación, la mente en blanco y la sensualidad”.
“Si nunca has combinado el yoga con marihuana, prepárate para la sorpresa de tu vida”, explica Dee Dussault, instructora de yoga hace mas de 20 años y autora del recién lanzado libro Ganja Yoga
Dussault asegura que la combinación del consumo de yerba con la práctica de yoga ayuda “a encontrar el éxtasis a través de la relajación, la mente en blanco y la sensualidad”.
Pero Ganja Yoga no se trata solo de mezclar “cannabis y ejercicio”, que ya es, según puede que hayas experimentado, algo bien agradable. Según escribe Dee en su página personal: “Es una ceremonia que hace la relajación consciente un ritual intencional…un estilo de vida que ayuda a crear un mundo libre de estrés”.
Las clases de Dee Dussault se realizan en San Francisco desde el 2011, donde el uso de marihuana medicinal es legal, pero con el lanzamiento del libro, la autora espera que la práctica autodidacta pueda globalizarse.
En su primer capítulo, Ganja Yoga aborda el tema de la marihuana medicinal, citando una gran cantidad de estudios que prueban los buenos resultados que el uso de yerba tiene para tratar condiciones como los dolores extremos, la ansiedad y la depresión. Recién en el segundo cap. la autora aborda la combinación de estos efectos con el yoga. “Es lógico que la relajación y el movimiento pueden hacer que cualquier persona se sienta mejor”, afirma.
Lo ejemplificó así al Washington Post: “Piénsalo como mantequilla de maní y chocolate. Cada uno es fantástico por separado, pero cuando los juntas, se potencian”. En su caso, asegura que la marihuana le permite profundizar en sus sentidos, además de ayudarla a tratar su dolor de espalda crónico por medio de “realmente sentir como el músculo libera energía mientras lo estiro”.
Para practicarlo en modalidad DIY, Dussault recomienda dos cosas: o asistir a una clase normal de yoga semi volado, pero nunca tanto como para poder sufrir una lesión por sobre forzarse. Lo otro, es organizar sesiones en casa con amigos. Y que uno sea el designado de “liderar” la sesión, cosa que la clase no se convierta en un grupo de amigos riéndose y fumando toda la tarde.