Tras reunir una serie de experiencias musicales en países como México y Chile, la artista de este último país publicó La Batalla (2022), un álbum que reúne colaboraciones con nombres como Cecilia, Lido Pimienta y Flor de Rap, y que rescata sus experiencias de empoderamiento personal, a través de canciones que reúnen las influencias latinas en clave alternativa y con toques urbanos. Conoce los detalles detrás de su última entrega en esta entrevista.
Foto por Paz Olivares-droguett (@pazolivaresdroguett)
Cuando la compositora Mariel Villagra se concentra en componer nuevas canciones, para ella es inevitable volver a los sonidos con los que creció. Si bien, este año estrenó La Batalla (2022) como un álbum que recoge influencias alternativas y urbanas, las vibras latinoamericanas siempre están presentes en sus creaciones.
Ese “flow latino”, concepto que ella misma ha instalado con el paso de los años, reúne una serie de colores e influencias que rescatan las herencias del pasado, pero a través de una mirada en la que se encuentran con texturas más contemporáneas. Y es que después de todo, para Mariel Mariel, su nombre artístico, la clave está en la diversidad, en valorar los aspectos que aportan a nuestra identidad cultural y en abrazarlos para dar forma a una manera de expresarnos.
En conversación con POUSTA, la artista nos cuenta los detalles de esta última entrega, la cual reúne colaboraciones con nombres como Cecilia, Lido Pimienta y Flor de Rap, y nos cuenta cómo ve el presente de las influencias latinas en lo musical alrededor del mundo.
¿Cuáles son las batallas que enfrentas en la actualidad?
“Yo creo que mis batallas giran alrededor de describirme como guerrera. Muchas amigas y amigos siempre me dicen que soy muy guerrera y en torno a eso, conceptos como la resiliencia y la resistencia, creo que siempre son lugares en los que me encuentro. Es como que digo “estoy en esto”, entonces ha sido recurrente tener talento animal para la batalla, era algo que yo ya venía cantando en mi disco anterior, Foto Pa Ti (2013). Conectarme con la batalla es conectarme con mi fuerza, con dar cara a los desafíos y ahí ponerse a surfear la ola como venga.
También por eso me atreví a ponerle un nombre guerrero a un disco que, igual si lo escuchan, es más vacilado, no es tan rudo quizás. Quería canciones que te acompañen, que te hagan más disfrutados esos momentos de exigencia, de historias personales, como haberse cambiado de país de ida, años después de vuelta. Son como procesos migratorios personales, sociales, súper intensos, de adaptarse, de sentirse extraña o de ser extraña. Y luego desafíos como ser mamá, echar a andar un equipo de trabajo, enamorarse de eso y construir proyectos, concretar ideas locas y apasionadas”.
El álbum tiene colaboraciones con destacadas artistas como Cecilia, Lido Pimienta y Flor de Rap, quienes tienen influencias distintas, pero que se unen en La Batalla en un punto en el que resalta una vibra latina con toques más contemporáneos….
“Sí, creo que las tres colaboraciones del disco representan lo que tú estás describiendo y me gusta que lo que una trabaja se perciba de la manera que yo pretendía, que es este coqueteo urbano, pero claramente viene de muy de un lado muy distinto. Tiene su origen en México. Yo ahí me puse a cocinar mi beats y a tirar flow porque extrañaba vivir en Chile. Cuando yo dejé este país todo era muy hip-hop y rap, y yo extrañé eso y salió como una mezcla ahí, que se empezó a llamar ‘flow latino’ y luego también ya a trascender a eso. Yo creo que es algo que siempre tracé desde que empecé a hacer música (…) yo lo único que tenía claro es que quería que los discos fueran diferentes y siempre estar evolucionando (…) y encontrarse en el proceso primero con Cecilia, luego con Lido y luego con Flor. Las tres representando corrientes de la música que a mí me calan profundamente.
Cecilia es precisamente como el origen, ¿no?, una artista que es un referente súper directo, que es del sur de Chile, igual que la mitad de mi familia, que crecí escuchándola y que todos los códigos que representa me llenaban como de un poder, de una semilla con la que yo sentía que heredaba cosas de ella quizás, bueno, claramente a mi manera, pero siempre le soy muy agradecida, porque cosas que yo he hecho claramente vienen de ese impulso, de eso que me transmitió escuchar su música e imaginarla, porque yo no viví cuando ella estaba como en el top, que llenaba aquí los teatros más grandes, hacía dos o tres conciertos al día y tenía una fanaticada enorme (…) imaginarme todo eso me dio mucho poder. La idea vino de Andrés Landon, con quien produje el disco y es también co-autor de las canciones, de trabajar con Cecilia esta canción y de invitarla justo en un momento”.
Es interesante, porque también podemos considerar que el disco tiene un carácter muy alternativo…
“Sí súper diferente y que lo perciban como un disco de música alternativa a mí también me hace sentido. O sea, no me puedo encasillar más que con decir que hago canciones que reflexionan, que tienen una propuesta y que tienen este ritmo siempre presente. Entonces, sale algo que va por los bordes, que es raro, un lenguaje que te invita a escuchar la canción más de una vez para comprenderla”.
Durante las últimas décadas, hemos visto que parte de los artistas latinoamericanos, particularmente en Chile, han tratado de adoptar la estética de músicos europeos o estadounidenses, pero últimamente vemos que las vibras latinas están llamando cada vez más la atención en otros continentes. ¿Cómo ves este escenario?
“Me encanta. Sí, creo que desde que salí de Chile como que empecé a abrir los ojos desde México y a mirar el mundo desde otro lugar del mapa, con otros enfoques, que es lo que siempre necesité y por eso decidí irme en un momento en que lo entendí, como que me quedó clarito. Y me quedó claro también que es algo que tengo muy puesto, que no me lo voy a quitar nunca y que al momento de hacer música me conecta mucho más partir por mi sonido, por mis raíces. Si tú me pasas una flauta, lo primero que salen son escalas pentatónicas, escalas andinas, lo tengo muy puesto y de ahí ya puedo como ir hacia otras corrientes de la música, la música que estudié, la música docta o la música que sé yo, los lenguajes más pop o más experimentales.
Pero sí, me encanta ser parte de un momento en que la música latina inspira esta admiración y respeto, porque es riquísima, es una música que tiene timbres de todos los colores, que tiene cadencias maravillosas, que tiene la síncopa, que tiene cuero, tiene cuerda, tiene fusión, tiene contenido, cada canción grita su historia, grita esta misma resiliencia, resistencia, naturaleza, lo colorido que dicen ustedes y siento que nos lo merecemos un rato, tener de vuelta quizás tanto que nos han absorbido, robado, dañado, por lo menos que culturalmente se haga un homenaje y se reconozca es bacán”.
A lo largo de la historia hemos visto que, por diversos motivos, la mayoría de los referentes musicales más populares han sido masculinos, pero ahora también vemos que esos límites se van dilucidando y que hay más espacios para mujeres y disidencias en la cultura mainstream…
“Aunque a veces sintamos que no hemos avanzado en nada, se está haciendo un esfuerzo en poder posicionar y diversificar los discursos, a veces se agradece tremendamente. Creo que igual es muy importante además de quién está cantando, ver cómo se auto-percibe la persona que te está cantando o tocando, lo que está diciendo, a quién se dirige, a quién representa. O sea, ‘¿qué parte de tu letra, de tu reflexión, de tu canción está cambiando la vida y me está convirtiendo en tu seguidora?’, porque me lees, entro en ti y tú en mí al escuchar esta música. Sí, el paisaje está claramente diferente y espero que siga progresando para allá”.