Nunca el dicho tres son multitud había cobrado tanto sentido como en estas historias de tríos.

tríos

Es una fantasía recurrente pero la cantidad de personas que se lanzan a la aventura de pasar del dicho al hecho es un número mucho menor. Y es que no es una dinámica sencilla. Estos tres testimonios así lo comprueban.

Ana (32)  y “La Bella Durmiente”

“El primer trío que hice fue con una amiga y su pololo. En ese momento ellos estaban recién empezando a formalizar su relación y la verdad es que salió de la nada. Los invité a mi casa a tomarse unos tragos y al final con ella nos emborrachamos perdidamente. Creo que con los tríos siempre hay dos personas que quizás se llevan mejor y llevan la batuta, tratando de integrar a la otra. Lo pasamos muy bien, pero después ella se quedó dormida. No habíamos puesto muchas reglas porque surgió espontáneamente, entonces en ese momento él y yo nos fuimos a duchar. Cuando mi amiga despertó estaba súper, súper rayada con saber lo que había pasado mientras ella dormía.

No le contamos que nos habíamos ido a duchar, porque si no se iba a volver loca. El problema es que hubo mucha química entre él y yo, y él se quedó súper enganchado y me escribía que no podía dejar de pensar en mi. Ahí me di cuenta que ni cagando prestaría a un pololo para un trío porque hay que tener muy claro lo que se hace, pero no se puede dominar demasiado los sentimientos. Después de un tiempo fui testigo de su matrimonio y sigo siendo muy amiga, pero a él le tuve que hacer un corte bastante fuerte. No soy una mala amiga, así que le dije que me dejara de escribir o lo iba a tener que bloquear porque esta es mi amiga y no corresponde”.

tríos

Rafael (27): “Fuimos muy maricones”

Esto fue el verano del 2010, con mi primer pololo. Llevábamos dos o tres meses de pololeo y estábamos carreteando en su casa. Llegó su mejor amiga con sus compañeros de trabajo y durante esa noche me enteré que uno de ellos andaba detrás de mi pololo. Me puse celoso, pero él me dijo que que no pasaba nada y entre copete y copete, ideamos el plan de emborrachar a este tipo (que por lo demás no tomaba alcohol) y hacer un trío. Lo curamos y lo llevamos a acostar a la cama de mi cuñada que estaba en la misma pieza donde dormíamos nosotros.

Cuando terminó el carrete nos fuimos a acostar, fingimos una pelea y en eso él se pasó a la otra cama y se lo empezó a comer. Él me iba a dar una señal para luego yo pasar a la otra cama… (esto fue lo mas terrible de todo porque mientras esperaba, miré, y verlo comerse con otro fue lo peor que pude haber hecho, fueron uno o dos minutos que se me hicieron eternos), hasta que pasé a la otra cama y me puse al medio. Comenzamos el hueveo y cuando esta tercera persona acabó, nosotros fuimos muy maricones porque nos pasamos a nuestra cama a seguir tirando, mientras el otro quedó ahí seguramente con la sensación de haber sido usado”.

tríos

Pilar (31):  “Quizá hice muchos salud mirando a los ojos”

“Nunca imaginé partir un año así, pero las cosas se dieron. Agarré tanto vuelo que lo que había partido como un after en una casa en La Reina se transformó en una mañana/tarde de puro amor (sexo).

Mi amiga, un nuevo posible pinche y yo estábamos en la etapa de: o nos tiramos a la piscina o moríamos en una hamaca. El fervor y las piscolas de toda una noche de celebración comenzaron a hacer lo suyo y el posible pinche se transformó en real pinche. Hasta ahí unos besitos locos que no le hacían mal a nadie. El conflicto se comenzó a generar cuando mi amiga se dio cuenta que también quería parte del pan… por lo que en un abrir y cerrar de ojos terminamos en la pieza del pinche con la música a todo chancho, muchos pitos, un gato y los tres en la cama.

Al principio, debo confesar que estaba media nerviosa y reticente al hecho de comerme a mi amiga. Pero comenzamos a darnos besos frente al amigo. Entre risas y coqueteos la cosa se puso horny y, cuento corto, terminamos tocándonos e intercambiando posiciones los tres en la cama. Mientras se estaba perpetuando el hecho, yo con él, ella conmigo, los dos conmigo (mucho de eso) y un poco de ella conmigo, me empecé a dar cuenta que la cosa no estaba funcionando como yo esperaba.

De a poco, trataba de encontrar los momentos para que solo me tocara estar con él y no con ella. No había mayor atracción y finalmente me di cuenta que estaba agarrándome a mi amiga solo por el hecho de terminar lo que habíamos empezado. En una conexión que hubo o bien, porque ella me confesó después que le había pasado lo mismo, decidió irse del lugar y finalmente terminé tirando con el pinche que era mi plan inicial.

Mal no lo pasé, de hecho, me reí, gocé y disfruté mucho vivir una nueva experiencia. Sentía que era como una señal de año nuevo que me trajo el Dios del sexo, o quizás esa noche hice muchos salud mirando a los ojos. La verdad no tengo idea qué fue. Pero, a fin de cuentas, solo debo decir que este trío me hizo reafirmar lo heterosexual que soy y que no hay nada más rico que tener sexo con el género masculino”.