El dúo francés nos regaló un show agresivo en el que dejó en claro que la ciencia ficción, las galaxias y el retrofuturismo son sus referencias estéticas y sonoras del momento.

Tengo una teoría: si después de ver un show te quedás toda la semana siguiente escuchando la música de esa banda, significa que lo que viviste fue algo diferente.
Quienes estuvimos presentes esa noche en el Movistar Arena podemos coincidir en que vimos un show del futuro. Para la gira de Hyperdrama, el dúo francés compuesto por Gaspard Augé y Xavier de Rosnay creó un espectáculo agresivo y envolvente, una experiencia inmersiva multisensorial que hipnotizó al público presente e hizo que nadie en platea pudiera siquiera pensar en no levantarse de su asiento.

“A menudo pensamos que lo que hacemos suena un poco como si personas en el pasado intentaran hacer música futurista, tiene un pie en ambas épocas”, dijo Xavier de Rosnay a Papermag cuando quiso explicar su sonido.
Esta dualidad es parte de su narrativa: Justice no hace música para sonar bien, sino para impactar. Su sonido es como un puente entre épocas que nunca se tocaron: los grooves de la música disco setentosa, los riffs del rock más sucio y las texturas electrónicas más futuristas. Estas narrativas paralelas conviven todo el tiempo en su show, por lo que obligan a la audiencia a querer experimentarlas varias veces para asimilar completamente lo sucedido. Y eso explica las ganas de escuchar y re-escuchar su discografía por el resto de la semana.

El futuro ya llegó (y tiene forma de cruz)
Especialmente para esta gira, Justice hizo énfasis en la producción visual y escenográfica, trabajando estrechamente con su diseñador de iluminación, Vincent Lerisson. Juntos, demostraron que un recital con solo dos personas en escena que no se mueven de sus lugares puede ser ultra-dinámico e innovador gracias a su puesta movible de naves espaciales flotantes, un palacio de espejos y luces enceguecedoras que por momentos parecían los sables de luz de Star Wars para luego transformarse en el característico símbolo de cruz que los define desde su primer álbum en 2007.

El Movistar Arena de Buenos Aires se convirtió en un cielo de estrellas en donde se bailaba hard techno. Ninguna de las 17 canciones que sonaron repitió la puesta en escena: cada una tenía su propia narrativa visual. Fue un espectáculo hecho para dejar al público atónito, intentando entender todo lo que estaba ocurriendo en escena en simultáneo. Y esto es exactamente lo que Justice quería lograr. ¿Cómo lo sé? Ellos mismos lo afirman:
‘En nuestro show hay un lado ligeramente ilusionista porque lo que creías inerte cobra vida en un momento dado. Está en constante despliegue y va avanzando. No todo se revela en los primeros diez minutos. Normalmente algo pasa hasta el final’ – Xavier de Rosnay a France Info.

El ADN musical de Justice: la búsqueda de la emoción
El dúo francés afirma que busca crear una experiencia musical que combine elementos contrastantes para evocar emociones profundas en el oyente.
No es casualidad que Justice forme parte de Ed Banger Records, el icónico sello fundado por Busy P, ex mánager de Daft Punk y uno de los grandes impulsores de la llamada French Touch 2.0. La estética sonora y visual del sello —esa mezcla entre lo sucio y lo elegante, lo vintage y lo futurista— es el hábitat natural para un dúo como Justice.
Su último disco, Hyperdrama, fue pensado en plena pandemia como un álbum de disco con sonido hard techno y tardó más de tres años en completarse. En este trabajo se animaron a colaborar con Kevin Parker de Tame Impala, con quien ya habían tenido un cruce previo fallido: les ofrecieron remixar Elephant y lo rechazaron porque creyeron que la canción ya era perfecta.

Este perfeccionismo también está presente en su historia de remixes para artistas como Britney Spears, Lenny Kravitz, MGMT, Daft Punk o U2. “Sólo hacíamos remixes para tener nuestro nombre en los discos de artistas que nos gustaban en ese momento”, admitió Gaspard Augé. Como si se tratara de una estrategia silenciosa para insertar su firma en los archivos de la cultura pop contemporánea.
Entre sintetizadores, riffs y astronautas
Justice es la banda de rock en los festivales de electrónica, y la banda de electrónica en los festivales de rock. No les importa el género, mientras la melodía emocione. “Preferimos la música emocional sobre la funcional”, reconocen.
No suenan ni viejo ni nuevo. Suenan a un tiempo alternativo. Algo que no es de acá ni de ahora. Es una reinterpretación del pasado con herramientas del presente, que suena a algo que todavía no existe del todo. Y en ese universo paralelo, por una hora y media, también vivimos nosotros esa noche en Buenos Aires.

Y según ellos, incluso fue más lejos que eso:
—“¿Conocés a Thomas Pesquet? Fue uno de los chicos del programa espacial francés y escuchaba nuestra música mientras estaba en el espacio. Es bastante divertido”, contó Xavier en una entrevista para Papermag.
—“Nuestra música ya ha estado en el espacio”, confirmó Gaspard.
Quizás por eso, después de verlos, cuesta tanto volver a la Tierra.