Que no te engañe su estereotipo fancy: acá hay comida portuaria trabajada de forma meticulosa utilizando elementos que otras cocina suelen desechar. Fuimos a conocer su nueva carta.

Sarita Colonia


Siempre vi Sarita Colonia como un lugar inalcanzable para mi bolsillo -porque esa es la realidad y nada puedo hacer-. Sin embargo, existen ocasiones en que la vida se pone generosa y te entrega regalos como invitaciones a conocer lo nuevo, lo viejo y lo feo de un restaurant que se convirtió en tiempo récord en uno de los mejores de Santiago (y no es difícil entender por qué).

Antes de desglosar todo lo que comí hasta desabrocharme el cinturón y viajar en taxi recostado con triple papada, es necesario hablar un poco sobre el concepto del lugar que sirve comida peruana travesti.

Sarita Colonia, nombre que aparece en las revistas exclusivas del país y en artículos de nicho que escriben norteamericanos sorprendidos de encontrar un lugar así en Chile, debe su esencia a la cultura chalaca de Perú: los choros del puerto, la arquitectura colonial y la también característica santería pagana que pulula alrededor de nuestro continente.

Sarita Colonia de hecho fue una chica de 16 años que se lanzó al mar para escapar de un intento de violación convertida desde ese momento en la santa de los pobres que rinden tributo a su figura por los milagros que ha concedido.

Si bien la historia de esta santa -no reconocida por la iglesia católica- permanece puesta en duda por historiadores que aseguran que murió de malaria en un hospital público, la cultura que gira en torno a ella inspiró la cocina del lugar que lleva su nombre.


Acá se utilizan elementos que pasan desapercibidos fusionándolos en recetas de primera línea transformándolos en platos creativos (de ahí viene el nombre de cocina travesti)

Siendo sincero, acá hay que tener la mente abierta y olvidarse por un rato del lomo saltado y el ají de gallina para atreverse a comer preparaciones que no suenan muy apetitosas desde un principio por el desconocimiento intrínseco que tenemos en relación a diferentes ingredientes.

Un ejemplo de lo anterior es el ceviche de chocha (caracol de mar que no tiene nada que ver a lo que se refiere Bad Bunny en sus canciones) que sorprende al tener más sabor que la reineta y ser mucho más limpio que el salmón por razones que a estas altura deberíamos conocer.


Servido en un pocillo grande y generoso con chochas de Coquimbo y lenguas de erizo marinadas en jugo de limón de pica, la nueva entrada queda espectacular con un pisco sour y podrás jactarte de haber comido chochas quedando como el aventurero de tus amigues.

Otra alternativa de sabor similar -pero mucho, mucho más picante- es el tiradito preparado con este mismo caracol. La diferencia está en su salsa de leche de tigre y ají verde además de una cuantiosa cantidad de merquén y cubitos de palta que ayudan a minimizar el picor.

Al igual que con el ceviche y el tiradito, las entradas también confeccionan opciones que revierten las convencionalidades de un típico menú peruano como ocurre con el puré de plátano transformado en una causa con palta, pulpo -elemento importantísimo dentro de Sarita– y camarones ecuatorianos acompañados de una salsa propia de la gastronomía del puerto del Callao.


Pero vamos al meollo del asunto: si te conformas con un aperitivo o entrada no hay problema, pero te perderías de los nuevos protagonistas de esta carta renovada como ocurre con Julieta del Mar.

Cuando comentaron sobre la salsa de erizos que tiene este plato quedé escéptico porque nunca los había probado. No me parecían atractivos y no entendía por qué la gente se fascinaba con ellos. Sin embargo, desde el primer instante en que los probé bañando unos macarrones junto a la pesca crocante del día mis prejuicios se fueron hasta lo más austral del sur de Chile y quise llevarme un frasco para mi casa, pero no me atreví a preguntar.


Pero si no logré traspasar mi nivel de persuasión sobre los erizos hacia tu conciencia también está el Udon con salsa de mariscos con queso parmesano, crema y huevo escalfado demostrando la influencia que ha tenido la cultura japonesa en Perú -y esto no excluye la carta de Sarita Colonia-.

Dentro de lo nuevo en postres para que te despidas contento del lugar, están los gnocchi de plátano, Marshmallow de higos y el corazón de alfajor helado.

Anda al Sarita -a pedir matrimonio, a celebrar una graduación, por curiosidad o por ganas- porque su fama está bien construida (y ojo con la salsa de erizos, hará que te olvides del kétchup)


Sarita Colonia se encuentra en Loreto 40 Recoleta, Santiago. Revisa su página web para obtener información sobre sus reservas y mirar el menú detenidamente. Además, puedes seguir en Instagram los nuevos platos y memes que sus dueños suben de forma constante.