La era del sexo casual en Tinder se acabó: Las razones de por qué dejé de usar la app

Chile es el tercer país de América Latina que más usa Tinder. Casi todas las personas que conocen han estado o están actualmente en la app. Pero yo ya no puedo seguir más acá. Esta es mi historia de por qué, para mí, Tinder se fue al carajo.

Por Gianfranco Gatti

Tinder es actualmente, como todas las apps móviles, un lugar bastante distinto del que era hace un año. Pero eso es obvio, ¿no?. La reinvención es una forma de mantener al público captivo a través del tiempo.Y la gracia de Tinder siempre fue el lograr juntar a parejas atraídas físicamente que se dan “like”, con una compatibilidad mínima entre ambos y un canal de comunicación tipo “chat”, sin números de teléfono de por medio. Y el fin, al menos en el inicio del boom por la app, siempre fue el mismo: sexo casual.

Durante los últimos 4 años, he sido un usuario ocasional de Tinder. Lo bajo una vez al año, cuando el bajón tardío de alguna relación medianamente importante me pide a gritos un boost para mi sex appeal. La idea es salir de la actitud ermitaña que me tiene amarrado hace un mes al sillón de mi casa.

Lo interesante de esta situación es que al pasar del tiempo el cambio es más duro: pasé de tener seis o siete “matchs” a la semana, con conversaciones más o menos superficiales con todas ellas, a tener unos 15 match en mi primer día de descargada la aplicación. “Golpe de suerte” me dije, sin poner mucha atención, hasta que los 10 match de la mañana siguiente me hicieron entrar en la duda.

Iba todo bien, pero luego de llevar una semana con este “éxito de Tinder”, caí en cuenta de otra brutal diferencia con mis antiguas experiencias: la mitad de los matchs nunca me hablaron o no contestaron el primer saludo.

Caí en una revelación abismal. Recordé esa sensación de cuando un desconocido/a te agrega a Facebook por ninguna razón en particular. Quizás sea porque soy de los 90, pero encuentro que agregar a alguien a Facebook o Tinder y no hablarle es de divos.

Tinder, ¿qué te pasó?

Decidí empezar una encuesta, preguntándole durante un par de meses a compañeros de trabajo, clientes, taxistas, gente que conozco en la calle (sí, aún existimos de esos), todos mis contactos de Facebook/Twitter y hasta lo puse de tema en casi todos los carretes a los que fui.

Luego de preguntar, conversar y leer harto al respecto, encontré varios datos y hechos a considerar:

1) El uso de Tinder en Chile ha aumentado en un 55% entre 2015 y 2016 y somos el tercer país de Latinoamérica que más usa la app (Publimetro/La Tercera)

2) Muchos de mis amigos y compañeros de trabajo no le ponían like a extranjeras y, cito, “no sabían por qué, pero no les tincaban”. Fuerte.

3) La mayoría encontraba que yo estaba fuera del rango etario ideal de uso de la app, porque ahora estaría dedicada a un target de gente entre 18 y 22.

Pero lejos lo más interesante fue lo que me hicieron notar mis amigos. Como buen chileno flojo, yo nunca leo las biografías de Tinder. Solo veo la foto, la edad y pongo “like” o “nope”, abriendo ocasionalmente el perfil de la persona si su foto está en un ángulo sospechoso o parece editada por un sensei del Photoshop. Y ahí es cuando me dí cuenta: el 90% de mis matchs tenían escrito en su biografía “No busco sexo” o “Si estás caliente, dale next”.

“¿No te habías dado cuenta?”, me dijeron mis amigos del colegio, entre risas. “Ahora hasta el sexo casual es políticamente incorrecto, al menos sin conocer a la mina”.

Las palabras entraban por mi oído, pero no terminaba de entenderlas. ¿Cómo es eso de que el sexo casual ya no es la norma en la app? Durante las citas que tuve en los últimos años, conocí gente genial y divertida, varios son amigos hasta el día de hoy, pero siempre conversábamos bajo una dinámica post sexo casual.

Al final, la verdad era que, como le pasa a hombres de mediana edad que se dan cuenta que estuvieron con la crisis por años, me estaba poniendo viejo para Tinder. Y eso que tengo 26. Ahora Tinder era para conocer gente interesante y que probablemente iba a perder más tiempo en la app tratando de encontrar a alguien que buscara lo mismo. Terminé mi investigación amateur, dejé de hacer preguntas, cerré Tinder y me dediqué a trabajar más en mi tiempo libre.

Varias de las dudas quedaron sin resolver y creo que sigo sin querer saber las respuestas. Tinder se convirtió en otro Facebook, otro Snapchat, otro Instagram. Si quieres jotear descaradamente, probablemente vas a ser desubicado. La era de lo políticamente correcto llegó para quedarse, pero al menos remueve tanto para querer rescatar un poco nuestra vida real. Incluso había olvidado lo entretenido que es la incertidumbre, esperar por alguien que te guste.

Y no sé ustedes, pero conocer a alguien mirándolo a los ojos y con una cerveza helada, me llena 100 veces más que un ícono con forma de llamita en la barra de notificaciones.

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