La ex soldado, antes conocida como Peter Davies, se encuentra transicionando a Patricia a sus 90 años, sabiendo que era una mujer desde que tenía tres años. Pura admiración y respeto.

La edad es sólo un número. Así lo dejó comprobado Patricia, quien a sus 90 años quiere dejar de ser Peter para empezar con la vida que siempre ha merecido tener. Patricia supo desde los 3 años de edad que era una mujer y que había nacido en un cuerpo equivocado. Vivió toda su vida con el constante “miedo” que inculca la prostituida sociedad machista que impide que muchos Peters no pueda ser Patricias. Vivir con miedo es peor que despertarse con alarma. Una de las peores cosas que uno puede hacer en la vida, es no poder ser uno y, si le sumamos miedo a esa carga, el panorama es mucho peor.

Para esos tiempos, no ser heterosexual era tratado como una anormalidad, una enfermedad que se erradicaba a punta de electroshock. El panorama que tenía Patricia en esos tiempos no se aleja de la realidad que nos toca vivir hoy. El acoso transfóbico se puso más popular que el reality de Mega y lo más cuestionable de todo, es preguntarse qué tiene que pasar para dejar de cuestionar lo que está fuera de la norma y que paremos de regirnos por el patriarcado, legado de Dios.

Existe gente homosexual, transexual, bisexual, bipolar, judía, negra, mentirosa y gorda, y aún así va a seguir existiendo la heterosexualidad y la sagrada familia que tanto la Iglesia quiere cuidar. En fin. Patricia a sus 90 años se ha despojado de todos los temores por los que le tocó vivir y ha comenzado su tratamiento hormonal para terminar su transición como mujer. Patricia es el claro ejemplo de que nunca es tarde para encontrarse, ni mucho menos rendirse por tener una cierta edad que te impediría reaccionar a distintos cambios que necesitan ser escuchados. Patricia, además, fue una veterana de la Segunda Guerra Mundial, y tras vivir nueve décadas como un hombre, ahora siente la felicidad de ser simplemente ella.

Patricia estuvo en el ejercito como Peter entre 1945 y 1948. A los 21 años decidió retirarse para pasar tiempo con su esposa que siempre estuvo a su lado. Patricia contó al diario Mirror que ella llegó incluso a comprarle joyas y a llamarle Patricia. Que viva la noche, viva el amor. Viva Laurence Anyways, viva Transparent y viva Transamérica.

Patricia ahora sólo espera vivir en paz y felicidad, y afirma: “Siempre me han atraído las mujeres, pero no de una manera sexual. No soy gay. Mi atracción por las mujeres era que yo quería ser como ellas”. Con respecto a su paso por la Segunda Guerra Mundial, comenta: “Lo trans no era realmente conocido en aquellos días; habría sido clasificado como homosexual, lo que habría causado problemas en el ejército y habría terminado en la cárcel”.

Al ser aceptada como mujer y superar varios acosos de transfobia durante toda su vida, Patricia ahora puede vivir plena. Se convirtió en miembro de The Beaumont Society, un grupo de apoyo para la comunidad transgénero, se unió al Women’s Institute y apoya a todas las personas que necesitan una palabra de apoyo con un tema tan delicado como es el cambio de sexo. Mundo, supérenlo, hay que gente hace pipí sentado y parado y no importa como naciste para hacerlo.