Y los puedes bajar con una chicha morada que te hará delirar. La Lucha, ubicada en medio del patio de comidas, es muy capitalismo tardío pero la comida es lo primero, la moral viene después.
Existen pocas opciones tan asertivas para el verano como La Lucha. La razón, es que sus sándwiches son la porción justa que necesitamos para no agotarnos comiendo y su chicha morada refresca tanto que nos olvidamos de la existencia de otras opciones. Además, resulta increíble que acercarse a este restorán implique gastar menos dinero que llamar por una pizza o pedir un par de rolls de sushi (no estamos exagerando, es lejos una de las opciones más baratas en una ciudad cada vez más cara y necesitamos ser consecuentes con nuestro bolsillo sobre todo en estos meses).
En términos generales, hablamos de una clásica sanguchería peruana traída a nuestro país como franquicia, que extrapola los sabores criollos de los países que bordean la costa del pacífico. Existen elementos nacionales dentro de la carta, pero el 80% de esta se mantiene íntegramente para no perder la identidad gastronómica del Perú.
La gracia que tienen estos sándwiches en comparación a sus símiles que pululan por gran parte de Santiago, es que todos sus elementos y materias primas son preparados de forma íntegra en la misma cocina, es decir: el pan se cocina a diario con harina peruana importada, esto se debe a que los dueños del negocio consideran que los panes en Chile no son lo suficientemente crujientes para los estándares que exigen tanto en Perú como en Colombia (lugar donde La Lucha cuenta con varias sucursales también).
La carne pasa por un proceso particular y complejo, donde las pechugas de pavo se preparan en hornos ahumadores al igual que el pollo y el cerdo que pasan 12 horas dentro de las máquinas para un sabor característico y crujiente.
Los jugos tampoco contienen aditivos al elaborarse con fruta congelada (no su pulpa, la fruta completa e íntegra, ojo) haciendo que el efecto sea genuinamente refrescante en lugar de dejarte un sabor pegajoso y azucarado en la boca.
Lo curioso es que pese a la meticulosidad con la que se prepara todo, es que no se necesitan pagar cuantiosas cantidades de dinero para acercarse a probar uno (o varios) de estos sándwiches. De hecho, el consumo por persona en La Lucha es un poquito más de 5 mil pesos, mucho más barato que ir a un McDonald’s y ni comparemos la calidad entre ambos porque no hay donde perderse
Además, la calidad del pan es cierta: cruje como ninguno y la salsa criolla no lo disuelve en tus manos haciendo que disfrutes del pavo a la leña o de un costillar de cerdo con salsa criolla sin mancharte exageradamente los dedos.
Las papas fritas también son crujientes al no ser empaquetadas, acá todo es natural para entregarte una buena experiencia que comienza a dar resultados de forma abrupta demostrando nuevamente por qué la comida peruana es un acierto incluso, en sus versionas de comida rápida.