por Sebastián Herrera
En plena zona 0, en el centro del malestar, del estallido; en el símbolo de las cosas que se destruyen, reescriben, resignifican, en el espacio de reivindicación y dignidad, en el lugar de las luchas y primeras líneas, ahí donde el cuerpo se hace presente en su despliegue social, político y cultural, durante la noche del 13 y 17 de noviembre, en ese tenso espacio de silencio que precede a la contienda, se presentó en vivo, lo que hoy es un documento. Quizás, una manera de leer el estallido también sea esta: intentar comprender el ejercicio de la cotidianidad desfigurándose en momentos de cambios.
Cuatro tracks que representan cuatro miradas no solo del sonido ambiente, sino del diálogo que tiene el quehacer artístico en momentos de efervescencia: Joni G y co-dec, en el Este; Soma y Ud No!, en el Norte; Gemelo Malvado, en el Sur; y Bruxista y Juan Cacciutolo, en el Oeste; son la cartografía sonora de un momento en suspenso del estallido social.
Símbolo y rumbo; mapa y coordenada; “La rosa de los vientos”, fue título con el que IME (Industria Musical Electrónica Independiente) dio forma a la antológica mirada de quienes envolvieron y acariciaron el filo de la atmósfera de un país que eclosiona.
El trabajo aquí fue crear pequeñas cápsulas, reiterpretaciones del lugar que se busca recodificar, el lenguaje del soplo, un susurro estridente, la briza oceánica de una contienda nocturna y silenciosa. El músico y dj, Álvaro Guerra, produjo una reunión o conmemoración de la lectura que vendrá de esa otra construcción -que también en pugna- intenta dar cuenta de los imaginarios posibles, en un Chile que despierta.
Tono y atmósfera, el paisaje en pausa, la estructura que invita a re-visitar la ceniza incandescente que envuelve la ejecución de seis artistas electrónicos que, en cuatro imágenes, dan ruta contra la euforia y la espesa, abrumadora e inquietante calma que anuncia lo que el campo de batalla se encuentra expectante de presagiar.
Archivo de la barbarie, el reposo derruido de la ciudad, la caja negra de la necesaria escucha y lectura del mañana -si es que acaso existe un mañana-, que reescribirá la dignidad.