El aborto en Chile es un tema que duele. La intransigencia del ala conservadora (que tiene el poder político y económico), conlleva a que miles de mujeres al año recurran a métodos poco ortodoxos donde peligra su vida frente a la falta de información y uso de herramientas insalubres.

“La madre debe tener el hijo aunque este salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación o, aunque de tenerlo, derive su muerte”

Estas palabras fueron pronunciadas por Jaime Guzmán el año 1974 y la legislación hasta hace poco respondía a esos paradigmas. Si embargo y pese a las tres causales existentes y promulgadas durante la última etapa del gobierno de Michelle Bachelet, la objeción de conciencia ha hecho que los abortos sean un tópico que devela los peores vicios persistentes de nuestra idiosincrasia.

Como una forma de poner un rostro al aborto, el colectivo “Lo cuento porque puedo” recoge historias anónimas de mujeres que han pasado por este proceso. En un mes, el Instagram tiene más de 2 mil seguidores y según nos cuentan, hay planes de lanzar un libro muy pronto.

A continuación, algunos de los testimonios:

“Comprar el miso fue un dolor enorme”

“Tenía un amigo con derechos aunque éramos más como “pololos en secreto”. Teníamos sexo y nos sentíamos bien con el otro. No nos sentíamos solos.

Recuerdo que no me llegó por dos semanas y lo tomé normal ya que aunque tome pastillas soy demasiado irregular hasta que ya eran un mes de atraso, llevábamos 8 meses saliendo así y primera vez que tenía tanto miedo. Le conté una tarde que nos juntamos y lo primero que dijo fue que él no podía hacerse cargo, que no se quería cagar la vida. Sentí que me decía a la cara “me querí amarrar con una guagua”, me senti pal hoyo. Menos mal él me pasó la plata porque yo ya había intentado con métodos “naturales” que no hacían efecto. Comprar el miso fue un dolor enorme, me puse a llorar por metro universidad de chile, me sentía terrible.

Hice el procedimiento durante un día que mis papás no iban a estar, yo me quedé en santiago porque debía ir a preu aunque falté de todos modos. Después de hacerlo me sentí debil y los siguientes días intentaba no fingir que no estaba bien.”
*¿De qué manera te afectó la ilegalidad del aborto?
“Me di cuenta del mercado negro de miso, lo mucho que cuesta y como se llenan los bolsillos por el miedo de algunas mujeres. A mí me dieron la plata, pero porque el tipo también quería sacarse el cacho de encima. Pero ¿Y qué pasa si una chica no tiene los recursos?”

-Andrea, 2017.

“¿A qué médico podía ir sin irme presa?”

“Me siento súper privilegiada. En cuanto me di cuenta que estaba embarazada, no tuve duda alguna de lo que tenía que hacer. Me había ganado una beca y me iba a ir en un mes más. Con la plata de la beca, pagué 150 lucas por 4 pastillas para poder abortar. Sin esa plata no sé qué hubiera hecho. No tenía idea que iba a pasar en sí, porque la persona que me vendió las pastillas no sabía: era hombre y sólo las vendía. Luego del aborto sangré por 4 semanas, no tenía idea de porqué y sólo quería ir al médico para saber qué podía pasar, pero ¿A qué médico podía ir sin irme presa? ¿Qué ginecólogx podría denunciarme o sólo atender a una paciente con dolor y sangrado? Ahora estoy en Europa disfrutando de mis últimos días antes de volver a Chile, el país donde unx puede morir por elegir vivir.”

Nani, 22 años, 2019.

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