¿Quién no lo ha hecho? con “Green Light”, Lorde ha vuelto con su pelo rebelde y sus bailes extraños. Ha vuelto con todo lo que nos gusta de ella y más.
Después de años de espera, después de años de aquel excelente Pure Heroine, y de aquel maravilloso momento vivido en Lollapalooza Chile, la mujer quizás más famosa de Nueva Zelanda, Lorde vuelve en gloria y majestad junto a sus espasmódicos movimientos y pelo rebelde al ritmo de su más reciente single: “Green Light”.
Lorde disfrutando de una noche de energía personal, tal vez así podría definirse su nuevo video. La podemos ver conectada a sus audífonos, conectada a sus movimientos tan llamativos como si cada parte de su cuerpo fuera un sonido distinto que unidos forman este nuevo y movido single. Lorde se muestra libre en una ciudad que pareciera haber conquistado, se muestra conectada con ella misma siendo tal cual es, o por lo menos como sus seguidores percibimos que es.
¿Quién no ha caminado una noche conectado consigo mismo y sus audífonos? Tal vez unos más sobrios que otros, pero dudo que seamos pocos quienes no hemos aprovechado el anonimato que nos otorga la calle por la noche a altas horas para disfrutar de la música que nos libera. No creo que seamos pocos los que conectados a nuestra música a borde del tímpano nos sintamos protegidos invitándonos a movernos como nuestro cuerpo lo requiera. Eso es “Green Light”, eso es Lorde en los pocos más de 4 minutos de su nuevo vídeo.
Lorde apareció hace un tiempo liberando a un grupo de jóvenes que quizás se sentían huérfanos de algún artista cercano a su edad y que no se veían reflejados siendo believers o de aquellas que gritan desenfrenadas por Demi Lovato. Lorde parece crear siempre desde esa estudiante piola pero profunda.
“Green Light” es claramente algo que escucharemos en los pre y las fiestas, suena más movido tal vez que “Royals” o “Team” (a veces puede tener algo de “Ribs”), pero lo claro es que Lorde ha vuelto, y ha vuelto con fuerza, con energía. Con esa energía expresa en su cuerpo, en su acné que luce orgullosa, en ese pelo que pareciera entenderse poco, en sus espasmos rítmicos que muchos, alguna vez, hemos sentido o hemos hecho cuando la música calza perfecto con lo que entendemos por nosotros mismos.