Yo tenía 18 años y me había cambiado de carrera, dejé atrás una universidad privada con carácter de tal y entré a otra privada con visión pública. En la Universidad de Concepción conocí a quienes se iban a convertir en un colectivo político de acción contestaria que se cuestionaria la belleza y la hegemonía de la heterosexualidad.

Venus cupid Baccchus y Ceres

Eran los primeros días de clases y una publicación en un grupo de Facebook de uno de los eventos más esperados por los gays y lesbianas teens +18 del Gran Concepción encendía el news feed. Lo llamaban operación rastrillo y se trataba de prohibir la entrada a los gays feos y a los que superaban el promedio de edad con creces, les llamaban viejos feos y el lugar era Free Mind. Una completa ironía. Hoy quien gestaba estas fiestas es parte del equipo detrás del club Maldita Sea. (Denunciado por publicidad sexista).

Era terrible tan sólo pensar que por no compartir los cánones de belleza de los jóvenes gay no podías entrar a bailar.

Jael Caiero es una activista gorda de Argentina, ha trabajado prácticamente toda su vida en temáticas de género, sexualidad y disidencias corpóreas. Para ella la cultura gay está principalmente nucleada en las fiestas “Con entradas y bebidas caras, con pocas opciones sin alcohol para aquellos que no lo consumen, en lugares poco amigables con quienes vivimos en la periferia de la ciudad, instalaciones incómodas para quienes osan llegar en silla de ruedas o con muletas, con horarios ridículos e imposibles para gente que toma medicación o que simplemente ‘ya no es tan joven’. El hecho de que la mayoría de los espacios LGBT+ sean fiestas, donde bailamos la música que nos eligen, en los días y horarios que nos eligen y finalmente en los términos de quiénes las organizan, es mínimo preocupante y bastante cansador también”, dice a POUSTA.

Karen Dion es una psicóloga de la Universidad de Toronto que ha trabajado de forma incansable en la investigación de la belleza como un concepto aprendido culturalmente. Si bien sus estudios han sido aplicados en Canadá, se pueden utilizar las conclusiones de manera muy asertiva en Chile y quizá en toda Latinoamérica.

En uno de sus experimentos (1972), un grupo de adultos debía castigar a niños por su mala conducta (como arrojar bolas de nieve a otros niños), se les mostraba dos fotos de menores de siete años, uno ‘feo’ y otro ‘lindo’.

Los adultos explicaban, sin ningún conocimiento previo de los dos niños usados a modo de ejemplo, que los lindos “habían tenido un mal día” o que cualquiera se podría equivocar, esto después de dudar una y otra vez sobre ellos. No así con los feos, a quienes culpaban de manera casi inmediata y decían que “deberían estar en una correccional porque son potenciales delincuentes juveniles”.

Existen otros experimentos para medir el nivel de atención que reciben las personas que son más lindas por sobre las feas. Uno de ellos es el que guiaron Stephan y Langlois en 1981. Midieron la cantidad de miradas que acaparaban los bebés lindos por sobre los feos. Resultó que a los bebés más lindos, o que se acercan más a las normas hegemónicas de belleza, recibían más miradas y más sonrisas.

Esto también ocurre en el ámbito laboral (Dipboye , Fromkin y Wiback 1975) y académico (Clifford y Walster , 1973 ; Murphy y Nelson, 1981). En ambos, quienes ostentan posiciones de poder, a las que es más fácil llegar si eres lindo, prefieren escuchar, contratar, calificar mejor a quienes son más lindos.

Mientras que los hombres miran más a quienes ven como una oportunidad sexual, las mujeres miran más a otras mujeres; “están más interesadas en comprobar la competencia”, dice Nancy Etcoff, psicóloga de Harvard a La Vanguardia.

Peter Paul Rubens

Karl Rosenkranz, decía en La Estética de lo Feo “Que l feo pueda gustar parece un contrasentido, como si el enfermo o la maldad suscitaran placer. Sin embargo es posible, ya sea en un modo sano o en un modo enfermo. En modo sano, cuando lo feo se justifica como necesidad relativa en la totalidad de una obra de arte y es superado por el efecto contrario de lo bello. Entonces, no es lo feo aquello que determina nuestro placer, sino lo bello que supera su negación […].En modo patológico, cuando una época está física y moralmente corrupta, le falta la fuerza para concebir la belleza auténtica pero simple y quiere, además, disfrutar en el arte lo picante de la frivolidad y de la corrupción. Una época así, ama los sentimientos mixtos, que manifiestan una contradicción con el contenido. Para excitar los nervios obtusos se combinan lo inaudito, lo disparatado y lo repugnante en grado extremo.”

Belleza hegemónica

Según Elsa Muñiz de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, donde es coordinadora de la Maestría en Estudios de la Mujer, División Social de Ciencias Sociales y Humanidades, la belleza hegemónica se refiere“Todo aquello que las personas necesitan para ser tratadas como personas”.

Asimismo “La belleza no puede comprenderse sin tomar en cuenta el género y el poder (Bordo, 1987). Centrar el análisis feminista en las prácticas de belleza, como las dietas, el ejercicio y, en particular la cirugía cosmética incluidas las imágenes de revistas, cine, televisión, espectáculos…, nos permitirá explorar las maneras en las que se establece la relación entre género, poder y corporalidad en la cultura occidental y volver a colocar en el centro de la reflexión la relación “naturaleza”-cultura tan entrañable para el pensamiento moderno y tan fundamental para la conformación de la feminidad”, dice en su trabajo Pensar el cuerpo de las mujeres.

Es un hecho que el hombre homosexual posee más privilegios sociales que una mujer, sin embargo tal como dice la antropóloga Catalina Gaete, en conversación con Pousta, la fealdad afecta a las personas de manera transversal.

“En general, ser feo y pobre le dificulta o por lo menos no hace la vida más fácil a cualquiera. También por lo general el capitalismo se acepta más rápido, y en sus opciones de consumo le dio en su momento y hoy también, espacios de manifestación para expresar lo gay que puede ser cada uno“, comenta.

El ambiente gay que rinde culto a la belleza y al amor romántico es uno donde no soy bienvenida (por ser gorda y pobre). En general es hostil de una forma muy delicada: Nadie te va a decir nada de tu apariencia pero tampoco vas a irte con nadie. Porque al fin y al cabo, enunciativamente somos todos de mente abierta (o Free Minds), pero de ahí a la práctica hay un tramo muy largo al que no todo el mundo se anima”, dice la activista de gorduras Caiero.

De alguna manera los homosexuales lograron salir del clóset, pero entraron a algo mucho peor: la quiebra. Juanjo Velasquez ha estado tras la tienda de Internet Antítesis durante muchos años. La tienda está enfocada a un público homosexual, aunque también -al igual que el mismo capitalismo- se abre a todos los tipos de personas que quepan en las prendas y puedan pagar por ellas.

En la tienda Velásquez ha interactuado con más homosexuales que cualquier otra persona en la noche más fogosa de Fausto. “De cada diez clientes gay, dos son arribistas y por lo general no vuelven”, dice. “Los homosexuales seguimos pensado que serlo es una falencia que tenemos que contrarrestar con algo, y al igual que los feos equilibran su vida con dinero, los gay también lo quieren hacer así, por eso hay tanto gay en quiebra, por esa necesidad innecesaria de contrarrestar la naturaleza con el dinero”, comenta el empresario.

Peter Paul Rubens

Ser gay dejó la forma y abandonó el fondo, continúa la antropóloga. “La belleza ha cambiado en la historia de la humanidad y, también como dice Muñiz, en la cultura occidental. Ser gorda en la sociedad francesa en algún momento era signo de belleza, la sociedad neoliberal ha exaltado a los individuos”.

“Tener plata da poder, la belleza te consigue mejor trato”, enfatiza Gaete y por lo mismo salir del clóset es fácil si tienes plata porque, como Lemebel escribe en Manifiesto “ser pobre y maricón es peor/Hay que ser ácido para soportarlo”.

Como dice Marx, en Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, desde su heterosexualidad y el patriarcado “El dinero, en la medida en que posee la propiedad de comprarlo todo, de apropiarse de todos los objetos, es el objeto por excelencia… Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero… Lo que soy y lo que puedo no está determinado en grado alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Por tanto, no soy feo, porque el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, queda anulado por el dinero. Según mi individualidad, soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro piernas: luego, no soy tullido… ¿Acaso no tansforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?”.

La comediante chilena Paloma Salas en el podcast Flimcast, dice en referencia a la necesidad de aparentar una vida de multimillonarios en tono David Beckham, que sólo él y su familia pueden comprar sin tarjeta de crédito y que los demás son “en cuotas”.

La definición de ‘gay’ hoy en día está siendo utilizada sólo para figurar y como una adopción de la imagen y concepción de caricatura que es creada por la heteronorma. El artista Lolita D’Eon, investigador de temáticas de género, transgénero y diseñador gráfico no se considera gay porque “molesta la tipificación tan arbitraria respecto a la sexualidad desde la definición heterosexual de los otros”.

“El sistema da espacios a los gays, pero son espacios limitados con carga estereotipada, que sólo son utilizados por quienes se someten o pierden su propia identidad, para convertirse en las locas (esas locas que aunque actúen virilmente, siempre serán vistas como colas: entiéndase concepto de cola y loca literalmente como lo usa el discurso heteronormativo, insulto con un grado de chiste y burla)” responde el artista.

Los homosexuales entran al sistema y son aceptados, luego se les obliga a promover una imagen del gay a la moda, rupturista visualmente, que marca la diferencia entre la norma y la manera de vestir de un hombre heterosexual “puesto que el gay no representa el concepto de hombre, porque debe ser amanerado. El hombre gay no entra en el espectro de hombre cuando se habla de ellos“, continúa D’eon.

La escritora travesti Claudia Rodriguez explica que una de las razones de que los homosexuales compensen algún tipo de falencia con respecto a su sexualidad con el dinero, es que el mismo sistema y su colonización del discurso se ha encargado de analizar la historia de la diversidad sexual en Chile, que se anula. “Ser gay o lesbiana o travesti sin arraigo en la historia ni el territorio es gracias a la colonización, y la modernidad borró nuestras descendencias, tradiciones y cosmovisiones colaborativas con la tierra, y el modelo europeo se instaló fácilmente en conjunto con la propiedad privada, y esto es lo que ahora consideramos como natural”.

Para Rodríguez las ONG LGBT han fracasado, la lucha gay fracasó. “Los discursos de inclusión han banalizado la lucha de clase, el racismo y las luchas universales obviando que lo GLBT es todo lo social y que somos parte de la lucha de clases”.

En los discursos gay se obvia que la inclusión a la modernidad es la profundización de la esclavitud, la explotación, persecución y exterminio. “La lucha gay adherida a la modernidad es el peor de los obstáculos para una cultura gay, no heterosexualizada de resistencia. Para el discurso de la modernidad lo indígena es lo pobre y feo. Así para los gays modernos sus propios rasgos y descendencia es lo que es feo y que hay que purificar, borrar, perseguir y exterminar. Lo gay no se soporta a si mismo”, finaliza la activista.

“El arribismo es una exigencia, es parte de ser gay, de ser una loca a la moda”, continúa el artista D’eon. Pero no todo es malo “al parecer ser parte de ese modelo de lo gay te permite hacer y actuar como quieras dentro del papel de la cola, ante todos porque ya todos asumen y tú asumes cómo serás, en cada chiste, cada situación, cada comentario, la loca gritona y que se ríe de si misma para hacer más amena la convivencia con los heteros” continúa D’eon, “es decir te ganas la oportunidad de expresar la vida que llevas dentro sin ser agredido, ya que la loca es el chiste y todos quieren circo, claro que no cualquier circo, sino que un circo bien vestido, bien peinado y que sepa de las últimas sentencias en moda y accesorios. Porque el gay no vive, sobrevive“.

La belleza a la que aspiran los homosexuales, concuerdan los especialistas, es una fantasía heteronormativa de pies a cabezas. –“Responden a los antiguos clichés racistas, clasistas, etéreos, entre otros, que sólo repiten discursos ‘esperados’. El sistema capitalista pasa a ser el mejor amigo de los gay, les dice: ¡Vamos gay, invierte en tu cuerpo, en tu físico, en una apariencia plástica! Y el gay lo hace hasta que logra ser igual que un modelo que vio en tumblr o tiene una especie de vida igual a la última cantante de moda”, enfatiza D’eon.

Ya lo exponía la activista y performer Hija de Perra en una conversación con el sitio Corpus Trans Trave, donde criticó a las travestis que hoy están en la TV. “La mayoría de las travestis no entienden lo que yo hago, ni mi nombre, ni mi puesta en escena, ni por qué canto eso, ni por qué hago esos shows… onda: ‘eres una loca’ lo ven con otros ojos (…) Obvio, si la ‘trava’ común y silvestre heteronormada es una súper mujer que va derechito a imitar a la diva mujer o diva pop; a la miss universo. Y tiene que ser bella y punto”,

“La belleza es un espacio sensacionalmente efímero y volátil por nuestra peculiar forma de apreciar las cosas y ver la vida. Lo que para algunos es bello, mucha veces es el ejercicio condicionado de ver lo que quieren que encontremos bello. Yo por ejemplo, veo belleza en lo que la gente encasillaría como horrible (…) Lamentablemente este es un tema de programación humana y estructuras socioculturales que son establecidas y que son parte de las millares de normas que se nos imponen como naturales. Algunos pueden ver belleza en una lagartija y otros la encuentran asquerosa, pero se nos enseña que la lagartija es un reptil que puede darte repugnancia porque se desplaza por el suelo y se esconde entre las grietas”, también explicó a Pontelospantalones.

Esta sociedad, a diferencia de siglos anteriores, posee nuevos métodos de elección personal. Principalmente los cambios van desde una familia que escogía la pareja, basados en la dote, en el dinero y clase social de la familia. Por lo general estas parejas iban directamente al matrimonio que duraba toda la vida, ya que el divorcio no existía, y en los países donde sí, eran las mujeres quienes pagaban el precio siendo estigmatizadas fuertemente.

En la actualidad este patrón de elección de parejas ha cambiado y hoy es por belleza, afinidad o por otros motivos, ya no son quizás factores familiares/económicos del siglo pasado, aunque quizás en ciertas familias de las clases altas aún siguen presentes. Hoy los cánones estéticos europeos y primermundistas son la nueva dote.

Existen también otras perspectivas. “El físico, y sobre todo la cara, es la parte más pública de la persona, aquello visible que solemos asumir, sin percatarnos de ello, que funciona como una especie de espejo de lo que no vemos. Así, tendemos a pensar que las personas bellas son también buenas, exitosas, felices, alegres, honestas… Y eso es universal”, explica Cristina Saez en La Vanguardia.

Es por eso que los feos son víctimas de bullying, que los gay también lo son, que todo lo que no encaja en un patrón es molestado hasta que se une por completo o desaparece.

“Hace miles y miles de años, en el pleistoceno, cuando la esperanza de vida no superaba en el mejor de los casos los 40 años y era frecuente que los niños muriesen antes de ser adultos, asegurarse de que te apareabas con el individuo más adecuado era de vital importancia. De ello dependía que tus genes se perpetuaran. Es por ello que el cerebro de nuestros antepasados pudo desarrollar unos detectores biológicos para evaluar automáticamente y al instante si la persona que tenían delante era o no fértil, si era compatible genéticamente con ellos y si estaba sana”, continúa.

Nancy Etcoff, neurocientífica de Harvard, señala al mismo medio que “Nuestra extrema sensibilidad a la belleza está gobernada por circuitos en el cerebro modelados por la selección natural. Nos sentimos atraídos por la piel suave y tersa, por el pelo brillante y grueso, por la simetría, por las curvas en la cadera, por una espalda ancha, que no son otra cosa que símbolos de salud, porque a lo largo de la evolución quienes se percataban de esos signos y se apareaban con sus portadores tenían más éxito reproductivo. Y todos nosotros, somos sus descendientes”.

Básicamente estamos, de manera genética, programados sólo para gustar de personas bellas,que poseen un único patrón de belleza que es visto como algo saludable.

Ryan O’Connell, columnista y escritor, contó en un blog cómo había sido su vida como gay y parapléjico, comparándolo con ser feo. “Pienso que los gays siempre serán superficiales y siempre querrán follar con alguien con cuerpo de gimnasio, pero si nos esforzamos en mostrar otros retratos del mundo gay, en el que tengan cabido tíos de aspecto normal, seré feliz. Porque no quiero volver a encender el televisor y ver otra vez a alguien como Jonathan Groff fingiendo sentirse avergonzado por quitarse la camisa (episodio de la serie gay Looking). Esa mierda no está bien”.

Los gordos no heterosexuales pueden ser inteligentes, pueden descubrir la cura al cáncer, pueden ser los primeros de la clase, pueden ser las mejores personas del mundo, pero la grasa continuará ahí, el aspecto físico continuará ahí y eso es lo que primará a la hora de tomar en cuenta sus opiniones.


Incluso mi mamá, cuando yo tenía 17 años, ponía en duda el imaginario construido a partir de negar la heterosexualidad por el hecho de ser gordo. “Siempre he pensado que los gays se cuidan y tienen una buena imagen, que no son desordenados y que comen poco para cuidar su cuerpo”. No sé cómo habrán vivido los otros gordos gays su vida como tal, pero en este caso siempre fui cuestionado por todas los caminos que yo decidía caminar.

De pequeño estudié en una escuela pública, nuestros ingresos como familia eran escasos. Ser gordo era un sinónimo de ser feo. Siempre fui fan del cine, pero en las películas los gordos sólo aparecían para hacer reír o no existían, es decir o somos circo o nos anulan. Todos quieren que dejemos de ser gordos, porque así seremos lindos. Umberto Eco autor de La historia de la Fealdad, decía que ésta es siempre un error de sintaxis y por eso es infinita, porque las maneras de construir una frase de forma correcta son escasas, pero las de hacerlo mal son infinitas. Los feos somos infinitos.

A los feos nos enseñan a que no podemos gustar, que tenemos que ser distintos para gustar.

Esther Vargas relata en “Ser feo, gay y pobre en el Perú” la historia de Juan, un niño que a los 13 años fue víctima de discriminación por ser gay y feo en el país vecino. “Eres feo, nadie se enamorará de ti”, le decían. Al igual que lo que decía el actor Roberto Gómez Bolaños “Estábamos tan feos que cuando jugábamos a las escondidillas los demás niños preferían perder antes que encontrarnos”.

La gordura es una respuesta, es un accionar político y una estructura identitaria que se configura como una nueva memoria de los cuerpos, como un nuevo entendimiento, como una reconstrucción de la belleza.

La gordura no es sinónimo de enfermedad. Ser flaco no te asegura una vida larga y duradera. Si un gordo está enfermo a causa de su gordura no merece menos respeto.

La gordura es sujeto de miedo, de odio, de horror, de espanto. Todos quieren correr lejos de los gordos, no se quieren sentar con ellos. Así funcionan.

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