Si nos pagaran por todas las veces que hemos sido víctimas de ataques pasivos-agresivos por parte de mosquistos, ya seríamos millonarios.
Desde que tengo memoria han habido dos sensaciones que he detestado y que me ponen muy incómoda. La primera es estar en la playa embetunada en bloqueador sin dejar ninguna parte de mi cuerpo descubierta de crema (soy CASI albina), mientras la arena se pegaba en las partes menos deseadas. La otra es despertarme un día de verano y darme cuenta que los zancudos me habían devorado solo a mi, a pesar de que habían tres personas más en la pieza.
Una, dos, tres, siete, doce, quince picadas sólo en mi pierna izquierda me pueden arruinar la semana completa. Ya no tengo pudor de rascarme descontroladamente en la axila, la entrepierna o en el poto estando en la universidad o la oficina, porque siendo alérgica, una picadura de zancudo tiene una influencia real en mi desempeño emocional y profesional.
Amo a los animales, e incluso defiendo a las abejas cada vez que alguien las quiere matar, pero cuando de zancudos se trata me convierto en la führer que organizaría el holocausto mundial zancudístico. Por eso es que cada vez que he estado a las 3 de la mañana de un día martes, cuando tengo prueba al día siguiente, persiguiendo al hijo de puta que me quiere picar el empeine me pregunto: ¿Por qué carajo estos bichos todavía no se han extinto? Además que como si fuera poco, estos bicharracos no tienen el sentido común de aparecer antes de que decidas dormir. Basta que pongas la cabeza en la almohada y mientras arreglas la alarma en tu celular los conchudos empiezan a planear cerca de tu oreja su próximo ataque, haciendo el ruido que le produce insomnio a muchas personas.
Desde la visión ecológica, eliminar los mosquitos podría traer cambios irreversibles a los ecosistemas de casi todo el mundo. Hay 3.500 especies de zancudos, y solo cientos de ellas pueden picar a las personas (gracias, que considerados), pero todos ellos son comidos por muchos animales, desde otros insectos, reptiles, peces y pájaros. Si exterminásemos a los mosquitos todos esos animales se quedarían sin presa, pero también la transmisión de enfermedades como la malaria y el dengue disminuirían considerablemente. Hay ecologistas que afirman que si bien los zancudos harían falta, el ecosistema se adaptaría como lo ha hecho ante otras especies extinguidas. (¿win/win?)
La verdad es que los mosquitos viven en casi todos los continentes, y serían muchos los ecosistemas y especies que sufrirían su desaparición. Por ejemplo, las aves migratorias casi dependen de los bicharracos insoportables, y podrían descender a más del 50% si no existieran.
Ok, ok. Puedo entender eso y obviamente no estoy abogando porque se muera el mundo, así que desde esa perspectiva puedo aguantar un par de picadas pero… ¿POR QUÉ SOLO YO? En mi casa viven cuatro personas además de mi, y soy la única que se despierta inflamada completa. Si esto es algo que tu también sufres, podría ser por las siguientes razones:
- Transpirar mucho. Esto es algo que no podemos controlar las noches de verano, pero esta especie se ve atraída por el olor corporal que se potencia a través de la transpiración. Cuanto más olor desprendamos, más posibilidades tenemos de convertirnos en víctimas.
- El olor a pie atrae a una especie de mosquitos, que gozan con el olor a un queso llamado Limburguer cheese, cuya bacteria que lo produce está emparentada con otra que habita en las extremidades inferiores.
- El dióxido de carbono que sale cuando respiramos es utilizado por estos insectos para localizar a sus víctimas. Otros componentes químicos que desprenden nuestro cuerpo como el ácido láctico, el amoníaco y los ácidos carboxílicos son elementos que nos traicionan a nosotros mismos. Así que al menos de que puedas aguantarte la respiración toda la noche, ¡bienvenidas picadas!
- Las embarazadas exhalan un 21% más de dióxido de carbono, así que podrían sufrir casi el doble de picaduras. (Espero que esa no sea la razón por la que me eligen…)
Ahora que ya podríamos ir entendiendo por qué atraemos a estos “vampiros” que nos hacen la vida imposible, hay un par de trucos para poder evitar que se nos acerquen más de lo estrictamente necesario.
Un buen consejo es ducharte antes de ir a dormir para disminuir al máximo los olores naturales. También, hay algunas plantas antimicrobianas como la salvia que actúan como repelente, y otras que podemos frotar en el cuerpo como el eucalipto, comino, tomillo y canela.
Muchas veces, en mi desesperación nocturna no he tenido a mano repelente e insecticida, y a pesar de que ya maté tres zancudos después de dos horas y media de persecución, con tal de que quede uno merodeando me arruinará la vida, así que les contaré de algunos repelentes caseros.
Dicen que el más eficaz es el repelente de clavo de olor, para el que necesitarás shampoo para guagua, 1 litro de agua y 30 clavos de olor. Haz una infusión con los clavos y el agua, cuélalo y echa el shampoo hasta que se haga una mezcla homogénea. Te lo echas en todas las partes de tu cuerpo que queden expuestas a los zancudos y voilá.
Otra opción es el repelente de eucalipto que podrás poner en diferentes partes de tu casa. Para este necesitarás 250 gramos de hojas de eucalipto y 1 litro de agua. Pon a hervir los dos ingredientes por 45 minutos para que las hojas desprendan toda su esencia. Cuando todavía esté caliente, viértela en zonas húmedas de la casa y en marcos de puertas y ventanas para lograr que los mosquitos no entren.
Espero que después de aprender todo esto me espere un futuro con menos picaduras, pero al parecer tendré que aprender a convivir con estos inútiles (no tan inútiles) bichos.