Marco Arias pintó un cuadro con los 10 Forbes de Chile, Majin Boo y Condorito: obviamente lo entrevistamos

Nos contó por qué le intriga que los millonarios de Forbes todos tengan rosácea, el parecido entre Majin Boo y Eliodoro Matte, entre otros tópicos muy a-la-Belleza-de-pensar.

marco arias

El periodista, músico, y artista visual Marco Arias (28) está exponiendo el enorme cuadro de dos metros por tres en una muestra que se llama “Ilusión Marina”, de egresados del Magíster de Artes Visuales de la Universidad de Chile.

Puedes ir a verla hasta el jueves 19 de enero en la Galería D21. Nueva de Lyon 19, departamento 21. Providencia, de 11.00 a 19.00.

marco arias autoretrato

¿Cómo surge la idea de pintar un cuadro con los 10 Forbes chilenos?

Tuve una conversación con el maestro Gonzalo Díaz (Premio Nacional de Artes 2003 y docente de Pintura y Magíster en la Universidad de Chile) sobre pintar un lienzo que resumiera todo lo que hoy en día achaca al país; una especie de brief de las demandas más importantes, una pintura que hiciera de termómetro social del Chile en el 2017. “Usted no puede andar pintando huevaditas si es que está la cagada en el país”, me dijo. ¿Cómo diablos resumir pictóricamente los problemas en la educación, las pensiones, la discriminación xenofóbica y homofóbica, la salud, la nula fe en las instituciones, la corrupción, el aborto, la segregación y tantos otros, sin caer en el proselitismo y las consignas? Me sentí como Jack Sparrow frente al Kraken, o no sé… como Krillin mirando a Freezer: una cuestión imposible de abordar a puro combo. O en este caso, a puro pincel y óleo. Entonces, sin ser un súper saiyajín del arte, no me quedó otra que ponerme a pensar: ¿Cómo chucha mato a este Freezer? Dándole vueltas al asunto, me pareció que el punto en común, la raíz de todas esas necesidades y la imposibilidad de lograrlas tienen que ver con lo que simbolizan los diez retratados, que son también los sujetos más ricos del país según la revista Forbes. Piénsalo. Elige uno de los problemas que mencioné hace un rato: inevitablemente llegará a alguno de ellos. Siempre.

¿Por qué los pusiste encima de un Majin Buu gigante y mezclados con partes de Condorito? ¿Cuál es el trasfondo estético e ideológico detrás de esa decisión?

Porque son todos lo mismo. Condorito, Majin Buu, Piñera o Horst Paulmann. Son personajes que conocemos a través de los medios de masas: televisión, internet, revistas y diarios. De cabro chico veía Dragon Ball Z en el mismo canal que al rato saldría Piñera o algún Matte en el noticiero; en el mismo kiosco donde comprábamos las láminas del álbum de nuestra serie favoritas veíamos las imágenes de las portadas de El Mercurio; esa experiencia multiplícala por toda la cantidad de personas que integran nuestra generación. A todos los que crecimos en Chile en la década del 90, y que tuvimos acceso la información que entregan los medios de masas, desde la tele abierta o un kiosco hasta internet, nos pasó lo mismo: un comercial de Almacenes París, la caja del Chocapic, la canción de los autos Hot Wheels, el álbum Salo. Accedimos a todo eso a través de los mismos medios en que vimos una franja política de Piñera en campaña presidencial, un noticiero con Eliodoro Matte y su colusión del confort, o una portada de la Qué Pasa con Roberto Angelini como el empresario del año. Por eso es que todos estos elementos componen mi pintura: porque son exactamente lo mismo. No hay mayor diferencia entre Pikachu y Sebastián Piñera. Si iba a pintar a los diez Forbes, ¿Por qué no contrastarlos con el único villano de Dragon Ball Z que destruyó la tierra?
Ahora, si le das una vuelta a dicha banalización de las figuras políticas o el empresariado por culpa de la refritanga que han hecho los medios de masas con ellos, te das cuenta que trae consecuencias fuertes: que el acercamiento a un presidente para un chileno común sea a través de los medios, de la misma manera en que le llega el comercial de una cerveza o un capítulo de Hora de Aventura, cambia todo. Pone al político al mismo nivel que la ficción de un personaje o un producto de consumo, hace de su historia un chiste de Condorito. Tuvimos una crianza en la subcultura de imágenes que nutrieron y moldearon la forma en que hoy el nuevo ciudadano, el nuevo votante, el nuevo jefe y el nuevo empleado, entienden la figura de las autoridades de su país: como una ficción similar a la que compone una caricatura. Lo curioso es que la gente de derecha, tras mis pinturas, piensa que soy de izquierda. En cambio los comunistas piensan que soy facho. Y es gracioso porque no soy nada de eso: yo soy Fiorellalunista. Ahora, respecto a lo visual, miré mucho los retratos grupales de Rembrandt para armar esta composición. Personalmente tuve que ingeniarme algunas claves para reinterpretar a través de la pintura el origen de esas imágenes y su tratamiento, es el encuentro de muchos lenguajes en un solo cuadro. Siento que estos asuntos son importantes para tratar imágenes de la cultura de masas a través de la pintura. No basta empastar todo con óleo y chorrearlo para darle onda. Así cualquiera. No tiene ni una gracia.

forbes

¿Cuál es tu opinión de esa suerte de equipo de fútbol de los multimillonarios chilenos? ¿En qué encuentras que se parecen y cuál de ellos es el que más te resulta interesante, repulsivo, de temer, admirable?

Contrario a lo que se pueda pensar, mi opinión no es una crítica, sino que una celebración. Aunque siempre he creído que es medio arriesgado preguntarle la opinión a un pintor respecto a algún asunto. Muchos pecan de ingenuos. Duchamp decía que eran tontos, y Dalí decía que era un mal pintor, precisamente porque era muy inteligente. Últimamente he leído algunas entrevistas a pintores chilenos que han salido y en realidad sería mejor que se dedicaran sólo pintar porque se terminan disparando en las patas. Aunque por supuesto que hay excepciones, Adolfo Couve por ejemplo. Su conversación con Warken en La Belleza de Pensar es muy certera e iluminadora. Se mató poco después de dar esa entrevista. Roberto Matta explica de forma hermosa su visión de la pintura y los materiales. Gonzalo Díaz es otro ejemplo, si bien hace rato que está más dedicado a la instalación, también me parece un tipo muy rotundo. Él no está para asuntos pequeños y se nota a través de su trabajo. En fin, como bien lejos de Couve, Matta y Díaz estoy, en base a tu pregunta, sólo te puedo responder una tontera: ¿En qué encuentro que se parecen estos diez sujetos? Primero que todo, en la rosácea. ¿Por qué será que la plata y el poder producen ese efecto cutáneo? Se me fue casi todo el óleo rojo haciéndome cargo de ese problema. ¿Será el poder lo que hincha? Ni idea. Lo otro que tienen en común es el moflete bajo el cuello. Raro. Todos los que pinté lo tienen. Debe ser la comida del Boragó o el sol de Cachagua lo que les suelta el pellejo.
De ellos, el que más me resulta interesante es Horst Paulmann: sale del común porque la mayoría de los otros son herederos, pero este caballero llegó a Chile tras el fin de la segunda guerra mundial y armó un imperio, con Costanera Center y todo, a partir de un pequeño supermercado en el sur llamado “Las Brisas”. Todo en una sola vida. En ese sentido creo que Piñera también es especial. Es el único del grupo que aparte de tener una gran fortuna fue Presidente de Chile, a pesar de su terrible y cuestionado historial empresarial. Juega siempre al límite, le resulta y más encima la gente lo quiere. Me lo imagino como un perfecto Frank Underwood de House of Cards. ¿Repugnante? ninguno. Y cómo, si visten ropa hermosa y comen más nutrientes que nosotros. Además deben oler muy bien. Imagínate cuánto debe costar ese shampoo con el que se lavan el pelo. Finalmente, ¿De temer? Todos. Absolutamente. Creo que hay que tener un alto grado de conchetumadrismo para crear y mantener una fortuna. Saber oler y reaccionar a la sangre, como los tiburones.

¿Cuál es la técnica utilizada para esta obra? ¿Qué fue lo más difícil de lograr? ¿Cuánto tiempo te demoró?

La técnica es óleo y acrílico sobre tela. Es sólo eso, pero utilizado de distintas maneras. Por ejemplo, el Majin Buu, plano y de colores saturados es óleo, igual que las caras más realistas y pastosas de los empresarios.

Ahora, lo más complejo lejos, pues no hay chance para el error, son los puntitos, hechos uno por uno, que simulan la inyección de tinta con los que pinté partes del Condorito. Esos tipo Roy Lichtenstein que se ven en las esquinas. Y bueno, también es complejo saber cuándo terminar una pintura de estas dimensiones (mide dos metros por tres). Armar una composición correcta de estas dimensiones literalmente es como matar un Kraken.

Según lo último que me preguntas, la pintura me tomó un mes y medio en terminarla. Lo que más disfruté de todo ese proceso fueron las visitas que recibí en el taller mientras la pintaba: el mismo Gonzalo Díaz, Pablo Ferrer que son unos maestros, y otros artistas jóvenes como Fiorella Luna, Rodrigo Toro y mi compañero de taller, Claudio Valdés Mujica. Puros genios con buenas ideas. Deberían googlearlos y echarles un vistazo a su trabajo.

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