En “Niñas ricas”, su tercer libro y el primero de cuentos, Marías Paz Rodríguez moldea cinco relatos marcados por las relaciones humanas, la clase social y las malas decisiones.

Tan polémico como polisémico, “Niñas ricas” es el título de un libro de portada rosada lanzado en 2018. Por niñas ricas podemos entender: niñas bonitas, niñas adorables, niñas estúpidamente adineradas, pero es mucho más que eso. Adentro de hay cinco cuentos repletos de niñas ricas fracturadas por el privilegio, la familia y el amor, del tipo que sea. Mujeres que comparten una clase contra la que se revelan y de la cual jamás pueden escapar.

María Paz Rodríguez, la Ro para quiénes la conocen, comenzó a escribir su “Niñas ricas” (2018, Alfaguara) en 2016, después de una mudanza de hogar. “Fue un libro que escribí bastante rápido, de un ritmo bastante frenético en su escritura, le entregué bastante tiempo, a diferencia de mis otros libros anteriores. Lo inspiraron varias cosas, porque estaba leyendo a autoras que de alguna manera se cruzaron en la escritura, tanto a nivel de estilo y del imaginario que ellas construían, estoy pensando en la Sylvia Molloy, Siri Husvedt y Joyce Carol Oates, que eran referentes que yo estaba buscando. Y por otra parte también hubo harto de la música que estaba escuchando que creo influyó, sobre todo en el segundo cuento donde yo estaba pegada escuchando la Fran Straube, y me llevó su música harto igual”, dijo.

Sin siquiera preguntarle, adelantándose a lo obvio de pregunta, María Paz me dice que nunca quiso escribir un libro sobre mujeres, que no es parte de una ola de escritura femenina que se aprovecha del momento histórico en el que vivimos. “Niñas ricas” es el tercer libro de la Ro, el primero de cuentos, y lo más interesante de su escritura no es una mujer hablando de mujeres como tú, como yo, sino que no rehuye la experimentación literaria más allá del género de las voces a las que les da vida.

“Yo quería trabajar registros, quería que fuera un libro muy oral que tratara de tomar conversaciones y momentos íntimos donde dos personas hablan y se cuentan algo que importa. Entonces, todos los cuentos estuvieron pensados para que existieran momentos así, donde se abrieran estos secretos y fracturas. Eso era lo que yo quería probar, el registro, la oralidad, la primera persona, apostar por algo experimental de lo que iba saliendo y por ahí salieron estas mujeres medias frenéticas”.

Escribir es una de las muchas cosas que María Paz hace: también es editora de su propia editorial y dicta talleres de escritura. Lo lógico era pedirle un diagnóstico de lo que es la literatura chilena hoy. “Tengo una teoría con respecto a la literatura y la narrativa: creo que hay que tomar riesgos. Si uno no toma riesgos, es una escritura débil, tímida, a nivel de voz, de proyecto, de personaje y lo hecho de menos en lo que se está publicando. Falta más personalidad, más apuestas. A mi me llegan muchos proyectos y a veces hecho de menos historias, voz, estilo narrativo. Una propuesta arriesgada, algo que no haya leído antes, algo que venga a dialogar con otros autores nuevos o viejos, porque hay mucho de escribir lo que ya está pasando. Eso me genera una sospecha, porque si no hay un riesgo interesante no es arte”.

“No sé por qué, pero todo cambia cada seis meses. Todos quieren escribir como este y ahora esta otra. Si tu tomas un riesgo y tratas de llevarlo a riesgo lo mejor posible desde lo literario y tratas de buscar en una voz o un personaje, a mi como editora se me hace mucho más interesante el proyecto. Si ya leí tu libro antes porque está hecho ese trabajo, no po. Yo creo que hay una carencia importante de los editores de no apostar, solo ir por lo que es sandía calada. Están los tiempos para escribir estos libros raros. Tengo una consciencia esperanzada con respecto a lo literario, de que está cambiando, desde leer mujeres hasta experimentar a que hay más editoriales pequeñas que cuidan lo literario, la calidad. Confío más allá del negocio, porque cada año abren más y más editoriales que no cierran, a pesar de todo”, explicó.

Las mujeres de los barrios pitucos

Pero hay algo de lo que “Niñas ricas” no puede escapar: lo cuico. “Creo que el tema de las clases sociales en Chile es una cosa grave porque no permite el entender y lograr empatía con el otro, venga de dónde venga. Hay un muro ahí. Quería de alguna manera meterme y desmenuzar la cuiqués, entender de dónde viene ese monstruo que es lo cuico. Por ahí me fui encontrando con lo que van encarcelando a los personajes. No lo busqué pero salió y creo que está en mis libros anteriores. En ‘Mala Madre’ está de manera mucho más incipiente, está la idea de la cuica que se relaciona con gente de otra clase y esa gente de alguna manera la abre el mundo”.

“Este es un libro sobre el otro, sobre la nostalgia sobre los encuentros y desencuentros, sobre la familia y sobre la modernidad. Son mujeres que están dentro de un capitalismo totalmente aceptado y ese sistema es voraz y de alguna manera no sostiene la parte humana de estos personajes, entonces me interesa ver el vacío que deja la sociedad en la que te mueves y el momento y la ciudad que habitas. Algo como un ajuste de cuentas hacia el sistema”, explicó la autora.

A pesar de que estas mujeres estén lejos de seguir siendo niñas, muchas viven en ese limbo de inmadurez emocional y vergüenza en donde aún sus padres las pueden llamar “las niñitas” como un sinónimo de hija.

Es en esa adolescencia tardía que resiste a ser superada que la adultez muestra su verdadera fractura: “Para mi era clave trabajar la adultez como un vacío, como la perdida del entusiasmo, de esta cosa cándida que tiene la juventud, de las ideologías, y mostrarlo porque al final el privilegio o las cosas materiales a estas personajas no las llenan, al contrario, se terminan quemando desde ahí. También creo que es un libro nostálgico, que te deja en un estado de pena, porque en la nostalgia hay algo que se tuvo y que no se va a volver a tener, como por ejemplo la amistad entre dos amigas del colegio, la infancia, de pronto recordar a los padres desde el miedo pero también desde el cariño y la extrañeza, ese lugar que ya fue”.