Una investigación pseudocientífica sobre un problema real que aqueja a un número indeterminado de personas.
Durante mi vida, se me presentó un problema y debo encontrarle una respuesta, pero para eso necesito regresar a una época más simple. Contextualizo: Año 2008, enseñanza media en un mundo completamente distinto, donde los pokemones se preparaban para dar término a su apogeo definitivo con el fin del buen rating que tuvo el Diario de Eva, la música se descargaba por Ares, y que se compartía a través de MSN, y de alguna forma u otra buscábamos la individualidad copiando algún estilo sin darnos cuenta de lo poseros que éramos.
O por lo menos mi versión adolescente era una de ese tipo. Escuchaba Janis Joplin y posteaba canciones completas de Bob Marley en Fotolog (Q.E.P.D), y dentro de ese paquete no podía faltar fumar marihuana como un acto de rebeldía con mis otros amigos pseudo hippies que hablaban todo “ashí”.
Bastaron un par de años para que todo cambiara. Abandoné mi gorro verde-amarillo- rojo, que nunca lavé, y también la weed, por causas que pretendo encontrarles explicación ahora.
La intoxicación por marihuana no mata a nadie, pero la sensación es como si lo hiciera. Me es imposible olvidar cuando, después de fumar un pito, miré la pantalla de mi celular empapada con el sudor que caía de mi nariz. El dolor de guata, la sensación de descontrol y la taquicardia dieron la bienvenida a mi primera pálida y, lamentablemente, no sería la última. Dato a considerar: el amigo que velaba por mi seguridad en ese momento se encargó de darme mango, que potencia el efecto del THC. Sin saberlo, y pensando que me sentiría mejor, me lo comí como si no pudiera volver e ingerir nada más en mi vida. El reía.
Fui un iluso al pensar que se trataría de una experiencia aislada. Por alguna razón que desconozco, el episodio se repetiría con frecuencia en diversas situaciones donde el fin era pasarlo bien, tales como:
- Viendo el amanecer en la punta del cerro con una amiga: pálida.
- Viña del Mar, en una previa con amigos que no veía hace tiempo: pálida.
- Con mi ex viendo una película: pálida.
- Último cumpleaños: pálida + encierro en el baño = tratar de no morir, mientras mis amigos en el living se comen todo.
En ninguna de estas oportunidades estaba angustiado o deprimido. No tomo ningún tipo de medicamentos, y si bien no se trata de una gran mayoría, varias personas han dejado de fumar porque les da la pálida o se atrapan. Entonces, ¿existen personas a las cuales la marihuana les hace mal?
La pálida de la marihuana bajo el microscopio
Hablé con el toxicólogo Andrei Tchernitchin, quien me contó sobre los riesgos de consumir marihuana de forma “amateur”, sin saber la responsabilidad que implica exponerse al Tetrahidracannabinol (THC). “La gente que nunca ha consumido se ve expuesta a malas experiencias por no saber la cantidad de THC que existe en ciertas dosis”, explicó y agregó que “por esto el producto debe ser controlado y vendido con receta para que cada dosis se adecúe a la persona en sí. Exponer a un individuo a cantidades desconocidas de THC presenta un problema para los receptores cannabinoides provocando síntomas adversos (la pálida)”.
También, señala que las personas más propensas a sufrir una intoxicación son aquellas cuyo consumo fue prematuro, como pasó en mi caso. Además de las variaciones que existe en el THC, otro factor importante para que la gente lo pase como el hoyo tiene que ver con personas cuyo lóbulo frontal, encargado de regular el placer, es frágil.
Para ir más allá, es hora de presentarles la visión experta de un profesionales en salud mental. El psiquiatra Sergio Canales que explicó que esto funciona como una cadena de riesgos y probabilidades, entre las que se incluyen el estado anímico de una persona en el momento de fumar. Ejemplo: si está viendo el último episodio de Black Mirror fumando pito y eres propenso/a a la pálida, lo más probable es que ocurra.
Una sicóloga me simplificó mis tribulaciones y explicó que cada organismo es distinto y hay personas que no están hechas para las virtudes que dicen que entrega la weed. Independiente de tu autoestima, problemas personales e inseguridades, la respuesta a que algunos sean más propensos a una intoxicación de marihuana tiene que ver con que los receptores cerebrales tienen variaciones genéticas, y eso no se puede cambiar. Conclusión: mala cuea.
Vale la pena decir que ninguno de los profesionales entrevistados declaró oponerse al consumo de marihuana. Incluso, Sergio Canales afirmó que la marihuana terapéutica explorada de forma responsable tiene efectos analgésicos y relajantes para personas que han sufrido experiencias como irse en pálida. Drop the mic.
Pero, quizás, quien me dio la mejor respuesta fue mi mejor amigo: te da la pálida, porque erí un hueón pollo.