El marketing ha muerto. No es porque nuestra sociedad haya fallado haciéndolo mal, sino precisamente lo contrario, está muerto porque lo hacemos demasiado bien.

Años de experiencia nos han convertido en expertos mentirosos. Perfeccionamos nuestra habilidad para persuadir a la gente para que compre cosas que no necesita, para impresionar a gente que no le importa, con plata que no tiene.

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El Marketing condenó a la sociedad por incentivos comerciales en vez de velar por el bienestar del consumidor.

Después de marketear a una empresa de clase mundial por seis años, decidí tirarme a la piscina.

Inspirado en eBay y el conocimiento colectivo decidí tratar de reinventar el Marketing.

Invertí alrededor de cuatro meses preparando mi proyecto para postular a un fondo de Startup Chile.

La experiencia de preprarar TODA la información que solicitan y comunicar el proyecto entero en un video de 3 minutos fue un excelente aprendizaje. En el fondo, fue mi mayor recompensa por el tiempo invertido…

Pero fallé.

A mi proyecto le faltaba escalabilidad tecnológica y a pesar de que a los jueces les pareció una buena idea, estaba limitada a mis limitaciones físicas.

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Mi segunda recompensa fue comprender que necesitaba el apoyo de la tecnología para construir algo mucho más grande que mi habilidad humana. Así entendí que necesitaba un software que entregara mi servicio.

Empecé por el lado más fácil, el hobby de toda mi vida: diseñar.
Tenía la idea y la habilidad de convertirla en algo palpable, pero necesitaba el código.
Necesitaba a alguien capaz de tomar mi UI y convertirla en algo útil.

Me congelé.

Enfrenté un nuevo desafío en mi vida.

Siempre trabajé con buenas agencias, para grandes compañías, pero mi individual escala me prohibía contratar al mismo talento del cual me apoyé durante años. Pasé casi 5 meses buscando a la persona correcta. Recurrí a mis amigos más tecnológicos, asistí seminarios e incluso participé en hackathons, sólo para darme cuenta de que los desarrolladores en Chile son tan escasos, que trabajan para grandes compañías o navegan sus propios emprendimientos… pero encontrar a alguien independiente que quisiera compartir mi sueño no sería fácil.

Me frustré.

Casi dejé que mi sueño se escurriera entre mis dedos… hasta que un día tomé la revista correcta. La revista Tell publicó un artículo sobre el representante latinoamericano de Freelancer.com.

Ni siquiera leí el artículo, apenas anoté la dirección web en Evernote.

Un par de días más tarde me topé con la nota y me metí al sitio.
Publiqué el borrador de un sitio web y descubrí cuanta gente estaba dispuesta a ayudarme por una cantidad de plata razonable.

No podía creer que finalmente hubiera encontrado gente respectiva a mi escala.

Decenas de freelancers dispuestos a trabajar en proyectos independientes y terrenales como el mío, sin el agobio de meter grandes y torpes compañías entremedio.

Después de darme cuenta de la oportunidad que tenía al frente, bajé el proyecto del sitio web y trabajé una tarde entera describiendo la idea de mi APP. Esa noche lo publiqué y empecé a investigar con quien trabajar. 

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El sistema de reputación de Freelancer es tan bueno como es necesario.

Comencé a trabajar con alguien que era tan responsable y serio como otros empleadores tuvieron la suerte de descubrir por ellos mismos.

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Resulta que NADIE recomienda a alguien que no es merecedor de una buena reputación, y tener la capacidad de acceder a esa información libremente es algo con lo cual todos deberían contar.

Estoy muy agradecido de la plataforma de Freelancer, y voy a continuar usándola mientras mi experiencia de usuario se mantenga tan satisfactoria como lo ha sido hasta el momento.

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Al final, la prueba más concreta que puedo exponer en función del argumento de que el Marketing está muerto es que:

Las recomendaciones personales y comprometidas han sido siempre (y seguirán siendo) nuestro más valioso activo antes de consumir un producto o demandar un servicio.