Esas cosas que uno a veces se pregunta por huevear y al final tienen respuestas bien interesantes.


Fue en una conversación entre puras mujeres donde escuché esto de los olores propios por primera vez. Después de unos tragos una de ellas avergonzada y en voz baja preguntó si había alguna otra que disfrutara el olor de sus calzones. Frente a esto todas rieron y respondieron de forma unánime que era algo que hacían regularmente y más que un olor rico, no era desagradable. En síntesis, todas admitieron que los olían.

No les estoy diciendo que nos sentemos toda la tarde a disfrutar nuestro bouquet de olores propios. A lo que voy es que los olores propios son menos ofensivos. De acuerdo a esto, es de conocimiento popular que hay muchas personas que disfrutan del olor de sus pedos mientras los del resto les causan repulsión.

Resulta que hay un nombre para esto: se llama masoquismo benigno. El psicólogo Paul Rozin describió el efecto en un paper titulado “Glad to be sad, and other examples of benign masochism” (Feliz de estar triste, y otros ejemplos de masoquismo benigno), donde él y su equipo encontraron 29 ejemplos de actividades que las personas disfrutaban a pesar que a favor de toda lógica, no deberían.

Entre esos podemos encontrar placeres comunes como ver una película de terror sabiendo que no dormirás en una semana, las comidas picantes, el dolor de un masaje bien hecho, apretar espinillas o mirar exhibiciones médicas morbosas.

Buscando más razones de porqué hay gente que disfruta sus pedos, su olor a pié después de un largo día, del fluido que queda en su ropa interior, o su olor a axila, encontré MUCHÍSIMOS foros donde los cibernautas le preguntaban a la comunidad si acaso encontraban normal la pasión que les producían sus odores personales.

Afirmaciones anónimas como “Siento que mi sostén huele a pan recién sacado del horno cuando me lo saco al final del día” o “Me gusta como huele mi ropa o sábanas después de un rato” fueron complementadas con respuestas asegurando que “es totalmente normal” y que “muchos seres humanos lo hacen”. “Una fragancia que puedes disfrutar es un signo de una buena dieta y una buena salud. Otros, hombres y mujeres, encontrarán tus feromonas atractivas. Si te gusta tu propio olor considérate sano y atractivo”, fueron algunas de las opiniones que encontré.

Pero ya yéndonos a un plano científico resulta que el acto casi inconsciente, de aspirar con firmeza los propios pedos, es una acción de supervivencia del ser humano.

Por un lado, y según lo ha reportado la mismísima revista Time oler tus propios pedos puede ayudarte a prevenir la demencia senil, artritis, y hasta demencia. Por otra parte, el simple hecho de no aguantártelos puede ayudar a prevenir infartos al corazón, accidentes vasculares y cáncer, según reporta Uproxx.

Finalmente, pero no menos importante, es que también sirven de señal de alerta. Si notas que tus propias ventosidades tienen un olor extraño. Quizá más fuerte o ácido de lo habitual, es porque tu organismo te está avisando que algo anda mal y que tu colon o estómago está pidiendo una visita al médico.

Ahora que sabes esto, tienes una batería de razones científicas para justificar ese incómodo momento cuando se te sale uno.