El sushi es sin lugar a duda la prueba irrefutable del amor de los chilenos por lo inusual: nadie esperaba hace 20 años que nuestro país se convertiría en una máquina devoradora de pescado crudo de manera transversal en todo su territorio. Pero ocurrió y en la actualidad, la comida japonesa es la mejor excusa para comer algo ligero después de la oficina y un muy buen pretexto para invitar a tu persona de interés que probablemente conociste por Tinder.

Pero como todo lo bueno tiene sus puntos de quiebre, el exceso de oferta en sushi (particularmente en Santiago) llevó a una simplificación de sus variaciones donde lo empanizado prima y la frescura de sus productos deja mucho que desear favoreciendo los sabores simples que no implican riesgo alguno.

Pero Matsuri llegó como la reivindicación del sushi en todas sus aristas, devolviéndole el estatus de rey gastronómico al plato que nunca debió perder su pedestal.  

La oferta nacional japonesa ha intentado variar sus preparaciones proporcionando elementos nikkei para no quedar dentro de los cánones establecidos, pero los riesgos impuestos por Matsuri en su nueva carta gracias al chef Juan Ozaki son notables y otorgan resultados inmediatos gracias a la incorporación de ingredientes fuera de lo común.

Estéticamente Matsuri recrea al pie de la letra la sencillez y armonía que caracteriza la arquitectura japonesa con una terraza silenciosa y relajante que nos hace olvidar al instante el caos imperante a metros del lugar en Avenida Kennedy.

Pero vamos a la comida y partamos como corresponde: los aperitivos -servidos en su punto- manifiestan la antesala de lo que será el resto de la carta: el koroke -puré de papas con salmón apanado en panko- se acompaña de diversas salsas y jamón serrano teniendo la consistencia perfecta para ser incluso ser un plato de fondo. Otro elemento que vale la pena destacar es el shawanmushi, flan japonés de mariscos con camarones ecuatorianos.  

Pero el restaurant también prueba que no es necesario realizar grandes cambios en su carta usando recetas arriesgadas; la gyosas de atún, sencillas y típicas, se perfilan como las favoritas de los comensales gracias a su masa y consistencia.

Pero la verdadera caracterización de Matsuri es la creación de rolls con ingredientes particulares: el caso del soba maki da cuenta de ello al estar envuelto en tallarines integrales, camarón tempura, pepino y cebollín.

Como un homenaje a Friends sin querer queriendo, otro protagonista de la carta es el Unagui maki compuesto de anguila, cebolla caramelizada, shitake, palta cubierta en panko y diferentes salsas calificadas como una especialidad del chef.

El Abura Maki sigue la continuidad de la incorporación de ingredientes inesperados en el sushi al estar cubierto de betarraga y atún; grillado en salsa de su mismo nombre y con camarones tempura en su interior, deja convencido al más escéptico transformándose en el roll estrella de la nueva carta.

Siguiendo el recorrido por el Hotate Maki -de camarón tempura cubierto con ostión- y del goma citrus maki -nuevamente de camarón pero esta vez con sabores cítricos- pasamos a los postres, que a forma de degustación se perfilan como el elemento criollo dentro de la gastronomía asiática presente en Santiago.

Matsuri se encuentra en Hotel Santiago (ex Hyatt) específicamente en Avenida Kennedy 4601, Las Condes.  Su horario de atención es de 12:30 PM a 4 PM y de 7 PM a media noche.