Soy periodista, pero hoy en día dedico gran parte de mi tiempo al trabajo como modelo “plus size“. Entré en esta categoría después de rebotar más de una vez en agencias chilenas importantes, en las que por mi talla 38-40 se formaba una guerra imposible de llevar entre ellos y mi sanidad mental. Me metí al mundo del modelaje porque me parecía que era una de las pegas más entretenidas que alguien podría tener, y como estaba en el colegio, era un hobby bacán. Poco sabía a lo que me enfrentaba.
Mi primera agencia fue Elite, y entré a los 15 años a través de un casting normal para participar en el Elite Model Look el año 2009. No me acuerdo exactamente cuanto pesaba en ese entonces (debe haber sido algo como 55-60 kg aprox), pero mido 1.73 y esta es una foto de un verano que fuimos a hacer casting a Maitencillo (juzguen ustedes).
Le tenía pánico al rechazo, a la mirada juzgadora de cada booker nuevo, al resto de modelos, fotógrafos o productores absueltos en un sistema asqueroso, y todos cómplices entre ellos.
Durante el año que estuve en Elite tuve un solo trabajo y me imagino que a partir de eso fue que la directora de la agencia, María de los Ángeles Paúl creyó que era una buena idea mandarme al “nutricionista” que terminó siendo un “médico estético“. Como somos las mujeres, no me negué a la posibilidad de bajar un par de kilos y partí con mi mamá a la consulta de este doctor que tenía descuento si venías de parte de la agencia. Él me dio unas pastillas para bajar de peso, que combinadas con las muchas ganas que tenía mi yo adolescente por pertenecer al mundo de la moda, hicieron efecto dentro de un mes.
Con diez kilos menos (estaba a punto de pesar 49 kilos) y mi sensación de minez pura y orgullo por el logro, fui a enfrentarme a María de los Ángeles y mi booker de ese momento, Felipe. “Te pasaste!!! Pero todavía te quedan un par de kilos por bajar…”, fue la respuesta que tuvo mi cara chupada, mi guata vacía y mi ingenua cabeza.
Apenas salí ese día de la oficina sabía que no trabajaría más como modelo. Tarde, pero me di cuenta de que me estaba volviendo loca a una edad que no me correspondía. Entendí que no era yo el problema, eran ellos, y que muchas niñitas mujeres seguían cediendo ante la presión de terceros por lograr un cuerpo ficticio.
Saliendo de Elite me llamaron inmediatamente de Rebel (WLM), pero me negué rotundamente. Le tenía pánico al rechazo, a la mirada juzgadora de cada booker nuevo, al resto de modelos, fotógrafoso productores absueltos en un sistema asqueroso, y todos cómplices entre ellos.
No fue hasta este año que mujeres como Myla Dalbesio, Ashley Graham, Robyn Lawley e Iskra Lawrence tuvieron la combinación perfecta de perseverancia y suerte, y lograron ampliar los cánones de belleza, explotando al máximo el mercado que hace referencia a la mujer real. Ellas han hecho cientos de campañas para marcas internacionales que han sabido adaptar su marca a apreciar el cuerpo de la mujer tal como es, entendiendo que la celulitis y estrías vienen con el pack.
En Chile no ha sido como el resto del mundo. Como en todos los procesos de apertura de mente, somos mucho más lentos en tiempo y en intelectualidad, pero no podemos decir que no está avanzando. Este año WLM me contactó para trabajar con ellos como la primera modelo plus size de la agencia y he tenido la oportunidad de hacer dos campañas con dos marcas diferentes. Por un lado, como dejé dicho antes, amo el modelaje; pero por otro, es complicado comunicar que un cuerpo como el mío es considerado grande, plus size, XL, whatever, y que hayan niñitas que se lo crean.
Ahora trabajo como modelo cada vez que puedo, pero no me considero ni modelo, ni plus size. Es muy heavy pensar la influencia que tienen las marcas en nuestra imagen y en nuestro pensamiento sobre nosotros mismos. Ojalá este testimonio sirva para por lo menos aclarar la locura extrema del “mundo de la moda“, y de lo poco en serio que deberíamos tomar al sistema que nos vende imágenes de perfección. El objetivo obviamente es promover lo que se quiera vender, pero igual de importante es recordar que en la moda todo es una fantasía.