Por Sebastián Herrera
En la intensidad de la voz, en el tono que sueña, en la movilidad y disolución, en el ambiente y el aire que transita intensidades que buscan y encuentran un paisaje, la nostalgia que colma la habitación, ahí, en esa zona habita An Go, nombre con que presenta el primer trabajo solista de Bernardita Fiorentina, Despacia I: Dolor, lanzado recientemente por el sello Infinito Audio, y que recupera, devuelve y moviliza trazos que dibujan espacios emotivos que ingresan al interior de sonidos que cohabitan el dreampop y pasajes electrónicos que recuerdan el amplio espectro que existe fuera de la pista de baile.
Entre las exorbitantes e innovadoras propuestas electrónicas, las narrativas y encuentros que ocupan la palabra y el sonido, a veces, suelen olvidarse. Sin embargo, An Go consigue recuperar ese oficio, la nostalgia no solo de lo que se compone, sino de la estética que envuelve y sitúa la entrega: emociones que empujan reciprocidades entre imágenes de texto y melodías que se potencian para dar vida a la pluralidad anatómica, análoga y digital que existe en la música.
El ritmo interno de las palabras, la violencia de la voz y la visualidad que existe en ambas podría bastarse a sí misma. Aquí, no obstante, se acopla un nuevo cuerpo: el beat que se quiebra para dar paso a experiencias que rozan el ambient, el IDM y, también, el pop. La herida estética de este trabajo está ahí: en la melancolía en su total profundidad.
Las sutilezas del art rock, reforzadas por capas y pasajes electrónicos permiten redimir el existencialismo de cualquier superficialidad; la nostalgia encuentra su cauce, haya en la desgarradora y apabullante sinceridad una forma, autonomía, intimidad y libertad para cada composición.
Tránsitos que van desde dispositivos al curso del cuerpo, de las máquinas e instrumentos a la voz, elementos que permiten distinguir juegos e improvisaciones sonoras impregnadas en el espesor y experimentación que tiene cada pieza; un tejido que conecta otras zonas emotivas, un imaginario en el trazo, la letra y el sonido; un viaje que permite ir al recóndito y hondo mundo interior de la música en su prístina, envolvente y espesa desnudez.
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