¿Qué empanada eres según tu signo? Hay de este tipo de preguntas para todo. Y esta semana, con la retrogradación de Mercurio y el comienzo de los eclipses, los memes al respecto se han multiplicado. Pero no todo es material de risa: junto a los chistes, también hay clases, post explicativos y podcast llenos de qué hacer y qué no hacer en esta temporada. Para los Z y Millennials, conocer su carta astral es un básico, pero ¿por qué? Una socióloga Escorpión con ascendente Acuario nos responde.

Ilustración por @pictomono

Consultarle la suerte a las estrellas no tiene nada de nuevo: desde la Antigüedad, pasando por la Edad Media y la Modernidad, diversos líderes le han preguntado a los astros sobre su suerte. Pero el racionalismo, eventualmente, mandó todo este tipo de temáticas al cajón de las supersticiones.  

Su popularidad volvió a aparecer cuando el diario inglés Sunday Express publicó, en 1930, la carta astral de la princesa Margarita. El artículo fue un hit y rápidamente los periódicos y revistas agregaron a sus páginas las secciones del horóscopo diario o semanal. No era sorpresa ver, hasta hace no mucho, cómo las personas partían por la parte de atrás de un diario buscando el consejo del universo. 

Pero virtualmente, hoy Instagram y Tik Tok están llenos de memes que hacen referencia al mundo de los astros y entre los Gen Z y Millennials las preguntas obligadas de introducción, después del nombre, parecieran ser: ¿Cuál es tu signo? ¿Cuál es tu ascendente? ¿Dónde está tu luna?
Y aunque alguien se declare ‘no místico’, es difícil que no caiga seducido por el consejo de los astros ¿Por qué nuestra generación está tan obsesionada con la astrología? La socióloga María Paz Trebilcock, académica de la Universidad Alberto Hurtado, dice que como seres humanos buscamos certezas siempre. Y esas certezas solían estar dadas por la religión, por ejemplo. “Si uno mira hacia atrás, las religiones más antiguas son las que le daban un sentido a la vida y a la muerte”, dice.

Sin embargo, ahora, “las religiones como sistemas que entregaban sentido van de baja, con todo lo que eso significa: la incapacidad de generar un acervo cultural. Además, le sumamos el Estado subsidiario, donde los mandatos tienen que ver con un ‘arréglatelas por ti mismo’, muy individual, y ahora la llegada del coronavirus y esta nueva normalidad que nos arrebató las pocas certezas que creíamos tener. Ahora nada se da por sentado. Es lógico que busquemos una seguridad cotidiana”, explica. 

¿Cómo en un mundo de tantos riesgos le entrego un sentido a lo que estoy haciendo? y, ¿Cómo puedo gestionar los riesgos que emergen en la cotidianidad? La socióloga dice que ha escuchado harto en redes sociales cómo los ciclos cosmológicos están afectando la efervescencia del mundo actual. “Los Gen Z han vivido las experiencias de trayectorias laborales de sus padres truncada, son hijos de las fuertes crisis económicas del último tiempo, y saben que el futuro es incierto, para ellos emprender tiene otro significado, y ahí aparece la búsqueda de estos manuales y creencias que de alguna forma, puede evitar riesgos”.

Ilustración por @pictomono.

Este tambaleo lleno de ansiedad, alimenta el debilitamiento de todas las instituciones y del orden actual. “Estamos cambiando la forma de cómo tradicionalmente se hacen las cosas y hay un cuestionamiento a todo lo que se ha venido haciendo antes. Esto que hemos escuchado tanto con la Constitución, sobre esta hoja en blanco, nos demuestra que hay espacio para lo nuevo, pero todo eso tiene un riesgo gigante: no sabemos si va a funcionar”, agrega la experta sobre el contexto.

“Y uno escucha en las generaciones más grandes el miedo que aparece a que vengan a gobernar los  más jóvenes, el miedo a que por un cambio de Constitución deje de haber inversión extranjera y el país deje de crecer. El miedo a que lleguen los comunistas al poder. Estamos viendo una serie de miedos que se quedan un poco sin respuestas o que nuestro acervo cultural nos permite responder en el presente”, dice. 

Y mientras Mercurio retrograda y hace que las comunicaciones sean más difíciles, o que debamos poner más ojo a la hora de firmar un contrato (no lo digo yo, lo dice Mía Astral) creer en algo en momentos tan cambiantes podría ser más beneficioso que perjudicial. “La fe, en algunos casos, es lo último que se pierde”, se ríe la especialista.