La práctica no es aislada. Incluso hay cadenas de restaurantes que la ofrecen en los barrios marginales de Manila bajo el nombre de pagpag.
La economía de Filipinas ha crecido anualmente entre un 6 y 7% desde un tiempo hasta ahora. Sin embargo, y pese a que los analistas internacionales califican al país del Sudeste Asiático como un ejemplo mundial por su baja deuda externa e inflación, no ha podido disminuir sus índices de desigualdad y pobreza extrema.
De hecho, cerca de 2,3 millones de filipinos pasan hambre y deben reducir su ingesta calórica al verse imposibilitados de comprar alimentos básicos. En este espectro, son los niños quienes más sufren y peligran al verse expuestos a la desnutrición con planes gubernamentales insuficientes para apalear la situación.
Los diversos tifones que aquejaron al país durante el año 2015 crearon una ola de hambruna invisibilizada por el gobierno, que no quería ver su imagen de crecimiento económico mermada por al hambre que todavía persiste en técnicamente todas las zonas del archipiélago. Sin embargo, fue la población quien debió recurrir a una medida desesperada para terminar con el hambre y crear una fuente de ingresos: el comercio de pagpag.
Se trata de comida reciclada, generalmente sobras de pollo que se recoge de la basura para ser condimentada con diferentes especias. Los restaurantes lo ofrecen por 20 pesos filipinos (menos de 200 pesos chilenos) y la preparación varía sin discriminar ingredientes.
Los dueños de estos restaurantes -generalmente habitaciones que se encuentran en los campamentos de la periferia de la capital- contratan a dos o tres personas para que recolecten los ingredientes en los basureros o los sectores más acomodados de Manila. Su pago por escarbar en la basura junto a las ratas y otro tipo de animales, es de menos de 6 dólares al día.
Los riesgos para la salud al consumir esta receta van desde la hepatitis, tifoidea, cólera y diarrea crónica, sin embargo, el gobierno ha visto el comercio de pagpag como una salida fácil a solucionar el hambre en Filipinas.
Últimamente, diferentes organismos intentan solucionar la problemática del pagpag con subsidios que entregan efectivo a las personas con menos recursos para que compren alimentos en lugares establecidos y fuera de peligro. Sin embargo, la tendencia no para de crecer y comienza a convertirse en un destino turístico para jóvenes occidentales que lejos de intentar erradicar esta medida, la impulsan y promocionan.