La cita fue en Comedy Bar. Pasadas las diez de la noche y con un lugar lleno comenzó el show de la comediante Paloma Salas.
Las entradas las cobraba Paloma Elgueta, otra comediante que, como decía ella, se estaba paseando de civil entre el público mientras preguntaba si alguien tenía algún descuento.
Se subió al escenario a presentar a quién sería la encargada de telonear su presentación. Susana Opazo, una lesbo-feminista camiona -como ella misma se introdujo en el espectáculo- y socióloga de la Universidad Arcis.
Una sala llena de hipsters se reía constantemente entre aplausos y chistes típicos de lesbianas masculinas con una notable carga feminista. Un humor político sutil, alejado de lo literal, pero constante en posicionar un discurso. Apoyada de material visual entró en la cabeza de los asistentes con una suspicacia particular.
Opazo dio un paseo por las tragedias de la vida en los años 90 mientras vivía siendo lesbiana, los bares lésbicos y el amor, las relaciones entre la belleza y la fealdad, junto a otros binarios que exploró desde el apropiarse de la palabra feminazismo, para así mostrar lo ilógico que puede sonar que alguien la trate de tal y establezca la comparación entre un genocidio y salvar su propia vida. Todo esto también rozando con su construcción académica.
Entre el público Coca Guazzini, el pololo de Salas, Nicolás Aracena, protagonista de gran parte de la rutina de la comediante; Jani Dueñas, y otras comediantes reían en alguna esquina cerca del bar.
Te gusta reír? Te gusta comer papafritas? No se diga más. Nos vemos esta noche. pic.twitter.com/1EGTniHWnD
— Paloma Salas (@pobrecabra) January 29, 2018
Llegó el momento de Paloma Salas. Una hora de rutina.
Uno de los aspectos más relevantes de la rutina es aquella cotidianidad que se encuentra en cada historia, eso que está en los rincones de las relaciones de pareja, con la familia, con amigos.
Otro de los temas que se esperan de una comediante como Salas son esos en los que se redignifica la gordura. Si bien esta rutina en especial tuvo poca presencia de este tipo de tópicos, se mencionó y existió la referencia.
La interesante perspectiva de una feminista “en construcción”, como se refirió a ella Opazo, sobre la vida en pareja revivió en el público los más pasajeros recuerdos, esos que se tratan de olvidar en lo más profundo del subconsciente. Esas imágenes de desnudos integrales cortándose las uñas, y una continua lista de actividades que sólo se ven en esas relaciones que llevan cierta cantidad de tiempo viviendo juntas. Todo con un humor característico, entusiasta, bien logrado y preciso.
Una extensa anécdota de su vida en el gimnasio, su rutina de pilates, la comprensión de la marihuana en el día a día, la propina en la pizzeria a la que fue después de fumar durante toda una tarde con su pareja. Un buen remate en cada historia con una narrativa exquisita en detalles, con una precisa interacción el público.
No sería sorpresa ver pronto a Paloma Salas en algún festival televisado, ya estuvo invitada en el Club de la Comedia, ha trabajado mano a mano con Jani Dueñas, Natalia Valdevenito, Felipe Avello, entre otros reconocidos en el ambiente del humor. Fue panelista en el programa de Via-X Campo Minado y ha desarrollado una carrera en radios nacionales.
Su humor es precisamente contemporáneo y activa recursos políticos cotidianos de un devenir mujer moderna, sin ataduras y complejos, tratados desde la voracidad. Una invitación a reflexionar sobre aquellas situaciones a las que deberíamos prestar más atención.