La superpantalla orwelliana nos muestra la cara digital de Chad GPT, que nos indica cómo hay que hacer para “pegarla”. Nos dice que, para hacernos famosos, hay que: Inflar los músculos, minar criptomonedas, usar terminologías en inglés.

Otra voz casi menos robótica y perturbadora, perteneciente al personaje y gurú Gymbaland (juego de palabras entre Timbaland y Gym), nos ayuda con este paso a paso.

CA7RIEL y Paco Amoroso escuchan atentos y componen “#Tetas“, el primer single de Papota, su nuevo EP.

La meca de la industria musical nos espera en este viaje de esteroides que se diluyen entre las views, el marketing, las redes y todo lo necesario para cumplir el sueño de ser ricos y famosos. Sin embargo, tal vez el sueño se frustra antes de llegar a la cima. Tal vez, en la punta del Everest, todo es una mierda: hace demasiado frío, no están tus amigos, todos quieren la foto con el campeón y la presión nos destruye física y mentalmente.

La parabóla de CA7RIEL y Paco Amoroso puede resumirse en esta obra: el peso de una industria que fagocita lo que viraliza, la amargura de no poder ser uno mismo para alcanzar la fama (o sí?), el cumplimiento de los sueños sin medir el costo y el gris de quién es y quién no es tu amigo. Todos estos capítulos esenciales de la fábula del artista concluyen en el objeto más preciado: el Latin Grammy o mejor dicho, los Latin Chadys.

De repente, existe una grata sorpresa. Pareciera que los últimos meses de Cato y Paco iban a tener como único objetivo ganar guita y dejar de comer arroz. Pero la música, al menos, nos demuestra lo contrario. No es que no vayan a llenarse de guita (ojalá lo hagan), pero la prioridad está en la honestidad y la música.

Desde la primera canción del EP, la composición se eleva por encima de cualquier otro tema del chart actual, un latin jazz que se pica en el medio y se vuelve absolutamente fino, generando un marco ideal para que Cato y Paco puedan ser honestos y autocríticos con ellos mismos: “Si yo no sé ni cantar”. “Y yo no sé ni rapear”. “Soy un impostor, no nos van a creer que somos lo mejor”.

Parte de la banda que acompaña al dúo en el Tiny Desk ayudó con la composición de Impostor y sumó arreglos en el resto de las canciones: el engafado y ocurrente Tío La Bomba a través del bajo (y el contrabajo en el primer tema), Edu Giardina en batería empujando los límites del A.O.R., Javier Burín en teclados con tintes de jazz y Maxi “Pai” Sayes incorporando percusión post-Tiny Desk.

Ca7riel y Paco Amoroso con el Director Martin Pironyanski. (Foto: Toto Pons)

En el short film vemos, en primera instancia, que los vestigios de la sesión de la NPR terminan siendo un fantasma que los persigue, una suerte de Black Mirror donde quiera que miremos nos vigila y nos expone. Un rechazo tardío se apodera de los protagonistas: haber sido parte de ese todo y no poder evitarlo.

Sin embargo, eligen satíricamente (o no?) escuchar al semidios Gymbaland y seguir los pasos que la industria y el personaje macabro les exigen. No alcanza con el gym, las cripto y los hashtags, también hace falta comer pollo frito y… un escándalo. Algo que llame la atención, que haga ruido. Que los ponga en la tapa de los diarios. Forzado o no, Cato y Paco se separan en vísperas de los Latin Chadys.

Una vez en la ceremonia, tras la reflexión de “Re Forro” y luego de linchar al productor-deidad, Ca7riel y Paco terminan bailando en medio del salón en un jazz-hop que necesita ser pasado en todos los clubes del mundo.

Cabe destacar, por un lado, la mente lisérgica de Martín Piroyansky para crear este universo audiovisual hecho a medida del dúo y, por el otro, la actuación incómodísima de Martín Bossi, que logra representar lo más repulsivo de la industria del entretenimiento.

El cierre del EP se da con “El día del amigo“, una oda a la amistad, una suerte del beatle “With a Little Help from My Friends“, pero en clave housera y con fernet de por medio. Ca7riel y Paco cantan juntos, con toda su banda detrás, en el mismo bar donde se les presentó Gymbaland por primera vez. Tal vez todo fue un sueño, o tal vez fue el costo de la fama que tuvieron que pagar para darse cuenta de qué es lo importante detrás de todo: la música y los pibes.