Básicamente hay que estar tranquilo porque aunque creas que el Diablo te va llevar mientras duermes, es solamente tu cuerpo manifestando ansiedad. Pero estos consejos pueden servirte.
Hace un tiempo te contamos sobre Nicolás Bruno, el joven fotógrafo de Nueva York que sufre de paralisis del sueño y ha transformado esas estremecedoras experiencias en hermosas (y estremecedoras) fotografías (que ilustran esta nota).
No existe historia sobre fantasmas que se compare a vivir una parálisis de sueño. El cerebro en su fase más vulnerable provoca síntomas físicos y mentales que se asemejan a protagonizar una película de exorcismo en realidad virtual.
Tal como sucedió con el insomnio y el sonambulismo en su tiempo, la parálisis de sueño se ha transformado en el trastorno de moda en cuanto dormir mal se refiere. Incluso Netflix tiene una película en su catálogo –The Nightmare, bastante mala- sobre lo que ocurre.
Esta es mi experiencia:
Viajé en época de exámenes para ver a mi familia y me equivoqué al pensar que podría descansar.
Desperté –o eso creí- a eso de la seis de la mañana, sin poder mover un músculo. Lo único que reaccionaba de forma normal eran mis ojos y pude ver que seguía en el mismo lugar donde me había acostado y tapado hasta el cuello.
Pocos segundos después comenzó una contracción muscular dolorosa, seguida de una taquicardia y la sensación de pánico al ver que mi cuerpo no obedecía las órdenes de realizar hasta el más mínimo movimiento. La sensación en mi caso, fue como estar levitando y sentir que los músculos y tendones se mandan solos bajo la instrucción de “no te muevas”.
Luego de lo que pareció una hora –pudo ser un minuto o diez segundos, estando dormidos el tiempo funciona de manera poco convencional- desperté como si nada, completamente sano, pero con la sensación de haber corrido la maratón de Santiago.
No descansé nada.
Escribí en Facebook lo que pasó y tuve decenas de comentarios donde varias personas habían vivido experiencias incluso peores en las que afirmaban ver siluetas y una presencia demoníaca que se sentaba en su pecho.
Fue como una terapia virtual grupal donde nadie había querido reconocer sufrir este tipo de trastorno por miedo a que los cataloguen de enfermos de la cabeza.
En internet existen explicaciones y soluciones: en un sitio especializado recomiendan poner “cenizas sagradas” en la almohada para ahuyentar los espíritus, pero la verdad acerca de la parálisis de sueño no tiene nada que ver con lo paranormal o el mal de ojo o lo que sea. Es simplemente un reflejo del cuerpo ante la ansiedad que no botamos por diferentes factores que enfrentamos a diario.
Todas las personas que me han contado haber sufrido esta experiencia en algún momento de sus vidas tienen entre 20 y 28 años. Otro factor común es que todos estudian en la universidad o se encuentran en proceso de tesis o partiendo en su primera pega.
La ansiedad provocada por tener que pasar un ramo difícil, la falta de sueño propia de los universitarios, la alimentación a base de sopaipillas y terremotos en República, entre otros factores que contribuyen a un mal funcionamiento y eventual sensación de agote del cuerpo, se proyecta en la forma en que dormimos.
Si bien la experiencia se repitió varias veces durante el año pasado, con una intensidad mucho más grande cuando entré al proceso de tesis, descubrí como dejar que este reflejo de la ansiedad se siguiera manifestando.
Mi terapia personal contra la paralisis del sueño
Nota: esta es la experiencia personal de cómo logré que el evento no se repitiera, cada cuerpo funciona de manera distinta, pero acá van unos consejos que pueden ser de ayuda.
La primera forma para tomar el evento con calma es reconocer los síntomas, que muchas veces varían y confunden con los sueños lúcidos- donde la gente puede controlar lo que sueña saliendo incluso de su casa- o apnea de sueño.
El principal síntoma es perder la movilidad de las extremidades –de ahí el nombre parálisis- funcionando solo el sistema respiratorio y la movilidad de los ojos. La imposibilidad de gritar y pedir ayuda genera desesperación y ansiedad, provocando transpiración y taquicardia.
Es un efecto dominó sintomático que puede controlarse mediante este ejercicio: concentrarse en una zona del cuerpo e intentar moverla con tranquilidad. Puede ser un dedo del pie (a lo Kill Bill) o una mano. Al momento de hacer reaccionar una parte del cuerpo los síntomas de tensión muscular disminuyen retomando el sueño de forma normal.
Muchas personas recomiendan hacer yoga o meditar, pero la razón de la parálisis de sueño es el estrés mismo provocado por la falta de tiempo que nos impide tomar cualquier actividad extra programática. La salida más fácil simplemente es respirar de forma pausada antes y durante la parálisis, para evitar agravar los síntomas y la desesperación por taquicardia.
Está demás decir que el ejercicio recurrente, la alimentación sana y evitar ciertos estimulantes como el café y el cigarrillo, ayudan de forma considerable como medida preventiva para acabar con el exceso de ansiedad.
Lo principal es aclarar que la parálisis de sueño es una condición producida por las presiones que se nos presentan a diario. Muchas veces no le prestamos atención a los pequeños síntomas del estrés que se las arregla para explotar mientras dormimos. Es una forma de expeler rápidamente la angustia de algo que nos preocupa, y la responsabilidad está en aprender a escuchar los avisos que nos da el cuerpo para que tomemos conciencia.