Desde hace un tiempo que en la plataforma TikTok hay un trend muy particular: #parosmia. En los cientos de videos que hay en la red social aparecen usuarios diciendo que después de tener Covid-19 perdieron el olfato, pero al tiempo después comenzaron a sentir sabor a basura al comer. Hablamos con una persona que la padece y con un médico para encontrar las respuestas a esta particular secuela. 

Ivanna Cerpa (29) es pastelera y vive en Santiago. A inicios de 2021 trabajaba en una planta de producción de pastelería. Un viernes de finales de marzo uno de sus compañeros comenzó a sentirse mal. Dos días después ella figuraba tiritando por fiebre en su casa. Tras una prueba PCR supo que tenía Covid-19, junto a otros 11 colegas. “A los 15 días perdí olfato”, relata, “hice una sopa de pollo y verduras y cuando la tomé era agua con sal”. 

@i__vanna

Mi vida con #parosmia 😩 #covid #secuelascovid #parosmia #señorquierocomerbien #panconquesohastalamuerte

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Se alarmó y tomó todas las botellas con olores fuertes que tenía a la mano: alcohol, cloro y champú. No sentía nada. “Quedé bloqueada totalmente y pensé que me iba a volver loca”, cuenta Ivanna. Pero nada iba a presagiar lo que le sucedería meses después.

En junio Ivanna ya no tenía Covid-19 y había recuperado el olfato paulatinamente. De vuelta a la rutina, un día comió cerdo con arroz en el casino de su trabajo. Le pareció extraño al gusto, no era un mal sabor, pero sí uno muy peculiar. 

Cuando le preguntó al encargado de la cocina, él le explicó que lo había aliñado igual que siempre. Lo mismo pasó al momento de probar el chocolate de uno de sus colegas y percibir que sabía a quemado. Pero no, sus compañeros lo comieron y le dijeron que estaba en su mejor punto para ser utilizado en pasteles. Fue ahí cuando ella activó sus alarmas. 

“En esas semanas mi esposo estaba yendo al otorrino y ahí el doctor me explicó que era parosmia, una secuela que le queda a mucha gente que le da covid y que tiende a aparecer a los meses”, recuerda, “Fue súper chocante porque en mi caso son sabores que nunca había sentido”. Menciona este detalle porque abundan videos de personas diciendo que ahora todo les sabe y les huele a, por ejemplo, bencina.

Con el paso del tiempo, y la ayuda de naranjas que funcionan como terapia para activar algunos receptores de la membrana nasal, dice que cada vez siente menos mal sabor. Pero ya quitó muchas comidas de su menú habitual: los lácteos le saben a pegamento escolar y las frutas, como el plátano y la pera, le saben a cebolla podrida y dice que huelen a axila. Sin embargo, también encontró nuevos aliados, como la mayonesa que usa para disfrazar el aroma de las carnes y del huevo, “que pareciera estar podrido cuando se cocina”.  

¿Cuál es la razón científica detrás de esta afección?

Primero, es necesario entender qué es el olfato. El académico de la Escuela de Medicina de la Universidad Mayor, Miguel Acevedo, lo explica como una “sensación neurológica”. Dentro de la nariz, en el techo interno, hay un pedazo de hueso que conecta las ramificaciones del nervio olfatorio con el cerebro. ¿Y cuál es su función?

“Es un nervio químico: tiene la capacidad de irritarse por ciertas sustancias químicas presentes en su entorno. Podemos sentir olor por las moléculas de estas sustancias que flotan en el aire y que actúan sobre este nervio. Estas pueden provocar sensaciones en el nervio y nuestro cerebro lo interpreta como agradable, desagradable o lo reconoce; funciona como un mecanismo de aprendizaje”, explica Acevedo.

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¿Cómo se relaciona esto con la parosmia por coronavirus? “Esta alteración del olfato tiene que ver con la irritación y la alteración de estos nervios producto del virus del Covid-19”, menciona, “De alguna manera echa a perder la membrana o los receptores de las células nerviosas de esta, modificando el mecanismo de transmisión y produciendo un daño neurológico en el nervio: nuestro cerebro ya no interpreta las cosas como antes”.


Para entenderlo, el médico plantea un ejemplo: imagina que tienes un archivo importante guardado en un pendrive, pero lo dejas al Sol y se echa a perder, por lo que tu computador ya no lo lee. “La información está, pero el contenedor que interpreta la información no funciona, lo que se traduce en que la señal no llega igual que antes al cerebro”. 

El académico de la Universidad Mayor aclara que la parosmia no es una secuela que apareció con el Covid-19. Menciona que antes incluso habían antidepresivos que ocasionaban la alteración del olfato y que al suspenderlos todo volvía a la normalidad olfativa. Sin embargo, aún siguen estudiando y aprendiendo sobre la aparición de esta afección en personas que tuvieron coronavirus, por lo que el tiempo estimado de recuperación sigue siendo incierto.