Se sabe. La industria del entretenimiento está apelando como nunca a la nostalgia. Pokémon Go es un ejemplo clarísimo. Y resulta. Porque otro de nuestros reporteros tampoco vino a trabajar por andar a lo Stranger Things callejeando con sus amigos cazando pokemones.

“¡Ridículo, Pokemon ridículo!”, gritó una señora sacando la cabeza de su jeep que pasaba –tambaleaba, mejor dicho, porque se le cambió el auto de pista repentinamente- por Pedro Fontova a un niño disfrazado de Pikachu jugando Pokémon GO.

Nunca fui fanático, de esos de verdad, de Pokémon. La serie se estrenó en Latinoamérica en 1999 por Cartoon Network, cuando yo tenía 6 años y no tenía televisión por cable. Obviamente después la vería, pero lo que realmente me marcó fue cuando mi papá llegó con un GameBoy Color de regalo junto al Pokémon Yellow a principios de los 2000.

pokemon_yellow_cover_art_by_comunello76-d4xfrr5

Entonces si bien no soy un fanático de la serie, y hace mucho que le perdí el rastro, el tema del juego me pareció interesante. No estaba expectante para que se habilitara en Chile ni leí antes sobre el juego para entenderlo de antemano. Pero cuando supe que había salido, lo descargué de inmediato. Hasta mi abuelo durante un almuerzo había comentado sobre el tema, entonces si no te genera un poco de curiosidad…

Avisé que estaba habilitado por algunos grupos de Whatsapp y en menos de 10 minutos ya había coordinado con dos amigos para salir a caminar. Estoy a punto de cumplir los 23, y por mi mente pasan recuerdos de los tazos, la serie, Pokémon Blue/Red/Gold, Pokémon Stadium, usar pokemones en el Smash, etc.

Caminé un poco y vi a mucha gente, sobretodo escolares, con sus celulares en las manos buscando criaturas. Todos en grupo. Esperé un rato y me encontré con mis dos amigos. El reloj marcaba las 18:30.

IMG_8006

Entre los 14 y los 19 pasé el mayor tiempo en la calle. Me juntaba con amigos a caminar, a echar la talla sentados por ahí o derechamente a hacer nada. La calle nos daba la posibilidad de movernos rápido, convocar a más gente y más de alguna vez salí solo a ver si me topaba con algún amigo. Me molestaba estar solo en mi casa. Juro que era lo único que hacia y no terminaba jadeando al subir una escalera como ahora.

Mientras empezábamos a caminar, y a capturar pokemones, fumamos hierba y estuvimos conversando por una hora. Cristóbal había ido al gimnasio, Benjamín seguía de vacaciones. Nos acordamos de ciertas anécdotas y en algún minuto tuvimos esa hermosa dinámica de juntarnos a estar y hablar de lo que sea. Como niños.

Yo no sé si toda la demás gente que vimos –fue mucha, y hoy a las 7:30 mientras caminaba hacia la universidad lo confirmé- conversó de algo, se rió, discutieron o jugaron callados. No lo sé.

IMG_8010

Lo que sí se es que hace mucho tiempo no hacía el ejercicio de caminar por mi barrio junto a un amigo porque sí. Lo de los pokemones en un minuto pasó a segundo plano. Lo lindo, pienso ahora, fue tener una excusa para salir y moverse. Cosa que suena muy triste, pero perdónenme, cuantas veces hemos elegido el chat por sobre juntarse con alguien. Es una costumbre que está muy perdida.

Mi tía ayer nos trató, a quienes habíamos descargado el juego, de “pokemongos”. Probablemente no nos veíamos muy agraciados caminando y viendo el celular, pero hey: fue bacán. ¿Qué hubiera hecho probablemente si no hubiese salido a jugar? Ver una serie acostado, estar en internet acostado, comer acostado o qué se yo. Pero acostado.

Ah, y sin 15 pokemones.