Con un discurso sobre la importancia de la juventud en las transformaciones sociales del futuro, los miembros de la banda k-pop BTS se presentaron hoy ante las Naciones Unidas por tercera vez en lo que va de su carrera. ¿Por qué los invitaron a esta instancia política y por qué es tan relevante su participación en el contexto social actual? Una experta nos respondió.

Hace unos días los siete miembros de la banda se reunieron con el presidente de Corea, Moon Jae-in, para ser nombrados Enviados Especiales para las Futuras Generaciones. En esa reunión además de ser designados como representantes presidenciales y de la juventud alrededor del mundo, se les entregó un pasaporte diplomático para poder participar de la 76 Asamblea General de la ONU que se llevó a cabo hoy en Nueva York, y en la que los integrantes de BTS presentaron un discurso enfocado en las nuevas generaciones.

Esta no es la primera vez que Bangtan participa en las Naciones Unidas. En 2018 fueron invitados a la inauguración de la alianza mundial de UNICEF, Generación Sin Límites. En esa oportunidad el líder de la banda, Kim Namjoon (RM) fue el encargado de dar un discurso centrado en el amor propio bajo la campaña Love Myself, impulsada por los mismos BTS.

“Hoy, soy lo que soy con todos mis defectos y mis errores. Mañana, quizás soy un poco más sabio, y también seguiré siendo yo. Estos defectos y errores son lo que soy, componiendo las estrellas más brillantes en la constelación de mi vida. He llegado a amarme a mí mismo por quien soy, por quien fui, y por quien espero convertirme”, expresó Namjoo en esa ocasión. Dos años después, la banda completa participó de la 75 Asamblea General de la ONU para dar un mensaje de esperanza en medio de la pandemia de COVID-19 y alentar a los jóvenes a resistir ante la adversidad: “La vida continúa. Sigamos viviendo”.

Pero BTS no llegó a esta instancia porque sí, ni tampoco fueron elegidos al azar. Un informe de 2018 del Hyundai Research Institute (HRI), estimó que al año la banda aporta aproximadamente 5 billones de dólares a la economía coreana, lo que equivale a una suma parecida de marcas nacionales como la aerolínea Korean Air. En 10 años, se estima que su contribución al país alcanzará los 50 billones de dólares. 

Constanza Jorquera, investigadora social del centro de estudios coreanos de la Universidad de Santiago, explica que hace años la Organización de Naciones Unidas ha invitado a celebridades de distintos ámbitos como voceros de causas de interés público como la salud mental, el activismo ambiental, etc. Sin embargo, dice la académica, lo que diferencia esta participación de las anteriores es que por una parte, los famosos invitados a estas instancias suelen pertenecer a culturas occidentales a diferencia de BTS, de origen asiático. 

Además de contar con el respaldo de su gobierno, la banda surcoreana también cuenta con el apoyo de millones de fans alrededor del mundo (cuyo fandom lleva por nombre ARMY), lo que amplifica sus voces con más fuerza. “Hay un rol importante de BTS como líderes de opinión, ya que son personas que pueden instalar una agenda y promover ciertos discursos. La ONU también los utiliza como una vía publicitaria para hacer llegar su mensaje a más personas, tampoco es que sea algo inocente. Eso sí, me parece que hay una ganancia de los dos lados, y por supuesto que esta oportunidad es importante”, asegura Jorquera. 

Por otro lado, la “instrumentalización de la ola coreana” (que no es necesariamente negativa), afirma la académica, también ha servido para que tanto los y las ARMY como otras comunidades de fans canalicen sus acciones en movimientos y causas sociales. Ejemplo de esto es la promoción en redes sociales de discursos antirracistas a propósito del sketch xenófobo del programa chileno Mi Barrio parodiando a BTS, la recaudación de fondos para organizaciones como ollas comunes y fundaciones, y en Estados Unidos, el boicot a uno de los eventos de campaña de Donald Trump en 2020. 

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Motivadas por la admiración hacia un artista, las antes erróneamente denominadas groupies (hoy fangirls), también tienen un actuar político y social: “Los fanatismos o cualquier cosa que sea de la dimensión del entretenimiento se puede y se debe ocupar para cosas positivas, y en ese sentido que el k-pop sea más masivo ha permitido a las personas a entender que existe un mundo mucho más amplio que Europa Occidental y Estados Unidos. Entonces si eso puede ayudar a que la gente se mueva es buenísimo, ya que las fans de la música coreana son más sensibles a estas realidades y se movilizan y denuncian”, afirma Constanza Jorquera.

Eso sí, advierte la académica, la masificación de la cultura coreana en el mundo occidental también ha resultado en una “fetichización de lo asiático”, una problemática que además de ser evidentemente racista, es constantemente replicada en medios de comunicación, lo que termina por seguir marginalizando a una comunidad que por años ha sido discriminada, sobre todo durante la pandemia. 

Durante la mañana, en los cuarteles generales de la ONU, Kim Seok-jin (conocido popularmente como Jin), hizo un llamado a las autoridades a considerar a la juventud como los responsables de las transformaciones que el mundo necesita hoy, y no como un obstáculo: “En vez de llamarnos “Generación Perdida”, deberían decirnos “Generación de Bienvenida” porque seremos una generación que le dará la bienvenida al cambio”. La importancia de estas palabras en una instancia política como lo es una Asamblea General de la ONU, dice la investigadora social, es que con esto millones de personas alrededor del mundo -fans del k-pop o no- pueden impulsar un activismo que en la actualidad es altamente necesario.

“Espero que esto sirva para que las personas no sólo se interesen en el discurso de BTS solamente por ser BTS, sino que permita generar una especie de activismo global a través de las plataformas digitales que puede ser efectivo”, afirma Constanza Jorquera. ¿Acaso la revolución será a través del k-pop o no será?