Nota del autor: el siguiente artículo no está motivado por alguna causa específica si no más bien por el sentido común que provoca la sola existencia de un evento como este.


Créditos: AnimaNaturalis

Parto esta nota imaginando el tipo de comentarios que podría generar el feedback de los amantes del rodeo: son nuestras tradiciones niñito tonto, anda a comer pasto mejor vegano de mierda o qué sabes sobre tú sobre el rodeo cabrito hípster de “ese maldito Posta y su internet”.

La verdad, es que sé lo suficiente como para criticarlo.

Es un tema del que tengo conocimiento de causa porque el rodeo fue parte de mi vida de forma directa durante muchos años. No soy vegetariano, ni vegano y tampoco animalista. Solo un ser humano que ve que todo está mal con los argumentos de quienes defienden esta forma de entretención.

Recapitulemos: soy de Rancagua, ciudad muy parecida a Springfield por sus rarezas y particularidades (pero de eso hablaré en otra oportunidad) y dentro de las aristas que hacen de mi ciudad una muy especial, está el Champion o Campeonato Nacional de Rodeo.

La gente de Santiago (y de Antofagasta o cualquier ciudad ajena al valle central de nuestro país) está exenta de lo que significa esta tradición que explico ahora: técnicamente se reúnen las colleras (parejas de jinetes) que clasificaron en el país para tener una última competencia en la medialuna de mi ciudad. O simplificando: se reúnen los tributos de los distritos agrarios de Chile para darse una última cita en el capitolio para ver quién se lleva el premio mayor en esta competencia de deporte ecuestre que le entrega millones de pesos a los organismos organizadores.

Teniendo esto claro, es hora de hablar del deporte en sí, porque la presencia de Sebastián Piñera el día de ayer en la medialuna significa un gran facepalm para todos quienes veíamos esta práctica en declive.

 “El rodeo es parte de nuestra riqueza y lo queremos conservar” señaló el presidente el día de ayer sumándose a las palabras de nuestra ministra del Deporte Pauline Kantor que apoyó abiertamente la práctica.

Pero bueno, este deporte no es una tradición, ni tampoco una riqueza ni debería contar con la presencia de un mandatario –el que sea, izquierda o derecha– por las siguientes razones.


Es completamente elitista

A ver. Uno de los principales argumentos de quienes defienden este mal llamado deporte, es que preserva las tradiciones rurales de nuestro país. Pero las entradas para la competencia son demasiado caras para el común de las personas, sobre todo las que viven en zonas rurales. Hay gente que paga hasta 70 mil pesos por ir. Si, un verdadero Lollapalooza pero con vacas azotadas en lugar de Pearl Jam, sin contar lo caro que cuesta comer y tomar un trago dentro del lugar.

Básicamente es el Lollapalooza del latifundio, donde la tradición se mueve por mera vanidad.

Desglosemos cuánto cuesta la indumentaria tradicional huasa: una montura corralera de cuero crudo cuesta 550 mil pesos (casi dos sueldos mínimos), y su versión “económica” bordea los 152 mil pesos; un poncho de castilla con cuello cuesta 375 mil pesos y uno de lana 179 mil. Puedes revisar los precios de toda la indumentaria típica en este link para que no te quepa duda alguna.

Finalmente, el rodeo es un deporte millonario para un público exclusivo. Los precios de sus eventos nunca han sido cuestionados ni tampoco el de los elementos que lo componen, pese a que los deportistas de nuestro país deben financiarse solos en las olimpiadas y campeonatos internacionales.

Además, la presencia de Sebastián Piñera el día de ayer durante el final del torneo solo otorga un premio de consuelo al electorado que ha sido fuertemente golpeado en la zona por diversos factores, donde prima la crisis existente en la biodiversidad de Chile, las pérdidas en la industria agrícola por la sequía y otros temas que las autoridades no mencionan fuera del periodo de campaña.


Además, el rodeo no es una tradición

Tal cual. El rodeo y principalmente el Champion de Rancagua, es todo lo contrario a las tradiciones rurales que predominaban en la colonia. De hecho, la práctica tal como la conocemos se remonta a las élites agrícolas que vieron en el rodeo una forma de expandir un ideal falso de identidad nacional en la década de 1960 (plena Reforma Agraria)

Bajo estas conclusiones, periodistas de El Mostrador lograron inferir gracias a las investigaciones de la historiadora Javiera Müller que el rodeo no es más que un proceso tardío en nuestra historia, representando una idea ambigua que no corresponde a la realidad geográfica y social del Chile en la actualidad.


Y claramente, es una práctica muy cruel

Al comienzo de esta nota hablé sobre mi cercanía con el deporte. Mi tío participaba en el Champion durante los años 90 y era común que fuéramos a ver cómo corría tras un novillo ganando premios por ello. Por esta razón también fui testigo de cómo los caballos y vacas sangraban ante una audiencia alcoholizada que se mostraba orgullosa mientras las autoridades regionales aplaudían.

Muchos quienes aman el rodeo y la cultura chilena aseguran que tanto los caballos como las vacas que participan en la práctica, no sufren y son bien cuidados tanto antes como después del proceso. ¿Qué significa ese argumento? Yo también tengo un perro y no porque lo trate con cariño y dedicación durante todo el año significa que lo voy a golpear de vez en cuando a modo de justificación.

En una sociedad donde cambian los paradigmas de forma constante y el mundo toma conciencia sobre la causa animal en todas sus aristas, la presencia de una autoridad como el presidente de Chile en uno de estos espectáculos significa una validación del mismo y esto claramente es un retroceso gigante.

Además, la crueldad sobrepasa el show cuando quienes se manifiestan en contra de la situación son golpeados e insultados por la masa encolerizada que se jacta de no ser violenta, sino preservadores de la identidad nacional. Pff.

Como si fuera poco, es una distorsión del folcklore que realmente representa a quienes componen la zona del valle central, recordados tan solo para este tipo de eventos o para el 18 de septiembre. El resto del año son tildados de huasos, adjetivo convertido en un insulto por culpa de eventos tan burdos como El Champion.