El hecho desconcertante del día de ayer (lunes 7 septiembre) fue la aparición inexplicable (aunque acá lo intentaremos) de una pieza de propaganda por el rechazo proveniente desde la UDI donde utilizaban una frase de la reconocida mundialmente canción de Víctor Jara, el Derecho de Vivir en Paz.

Si no lo has visto acá está:

La cuestionable decisión trae de inmediato el recuerdo del Presidente Piñera posando disociadamente para una foto en plena cuarentena en una desierta Plaza Dignidad, el epicentro mismo desde el cual millones de ciudadanos exigieran a viva voz su renuncia.

Y ahí es donde entra la duda que resulta interesante plantear.

¿Se trata de una tontera, un error, una des-inteligencia producto de la naturaleza palurda medio springfildeana de nuestro país? Puede ser. Podría ser.

Alguien más desconfiado, suspicaz, mal pensado si quieren, podría inferir por otro lado que se trata de una cachetada política, una puñalada al espíritu de la contraparte intelectual, social, ideológica. Una forma de decir “hacemos lo que queremos”.

Planteados los dos extremos de las opciones posibles respecto de la indudable audacia del partido de derecha, permitámonos hilar un poco más fino y atendiendo luego también a los hechos.

Lo primero es decir que sin duda califica como una falta de respeto usar la obra de una persona fallecida, que no puede defenderse, con intenciones políticas que por decir lo menos entran en conflicto con la posición ideológica del artista (en ningún caso la intención acá es siquiera elucubrar respecto si hubiese aceptado esto o no, porque sería caer en lo mismo que estamos criticando).

Interesante hubiese sido ver qué pasaba, o si se hubiesen atrevido a hacer lo mismo con un(a) cantante vivo(a). O por qué no usaron alguna letra de algún cantante más afín al sector, tipo Alberto Plaza, Huasos Quincheros, etc.

Cabe resaltar el hecho de que ni siquiera la izquierda, pese a todos sus vicios y defectos, ha tenido el arrojo de usar esta canción para fines propagandísticos.

Desde la ciudadanía eso sí, de forma natural la canción resurgió en medio del estallido social como un mantra de pacífica protesta desde los balcones y ventanas durante las noches de toque de queda.

Por eso también es tan obvio el sinsentido de la decisión.

Desde un punto de vista más filosófico, uno podría leer el acto de propaganda como una jugada de aceleracionismo, de empujar las contradicciones del sistema hasta hacerlo colapsar.

Desde esa perspectiva, uno bien puede también pensar – si es que saca de la ecuación la posibilidad de que haya sido un honesto error – que hubo acá un afán de jugar sucio. De provocación como decíamos. De en jerga futbolística, ensuciar a las patadas y los combos un partido que se va perdiendo.

Llevar el debate a las pestilentes cloacas de la descalificación, del odio y la polarización.

Pero eso, de nuevo, es especular, que aunque entretenido, queda en el ámbito de la ficción o la interpretación.

Atendiendo a los hechos hay dos cosas, datos concretos, que para cerrar, resulta clave atender.

La “defensa” que hizo del hecho el diputado UDI Pablo Macaya resulta bastante esclarecedora. “Yo creo que la cultura, el arte y particularmente en el contenido tan bonito de esa canción, no debiera tampoco ser propiedad de algún sector político o ideológico”, dijo.

Y ahí es probable que esté la base del conflicto. Y es que existe un sector, un tipo de persona y/o pensamiento que todo lo ve en esos términos, de propiedad, de moneda de cambio, de bien de consumo, de capital, y que por ende no entiende ni jamás entenderá que hay temas que no pueden ser analizados desde esa lógica.

Es en ese sentido un acto de honestidad brutal lo que hace Macaya y que permite quizá hasta zanjar el debate. En el sentido de que no queda mucho más que “tomar los hechos desde donde o de quien vienen” y aunque por supuesto arde, a lo mejor resulta más sano dejarlo que pase y no dejarse tentar por responder de la misma manera.

En esa misma línea, resulta destacable, la nobleza, mesura y dignidad con la que la Fundación Víctor Jara respondió:

Declaración Pública:

QUE EL PUEBLO JUZGUE

Ante el uso de la frase EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ por parte de la UDI, haciendo evidente alusión a la canción escrita por Víctor Jara, nuestra fundación declara.

  1. Víctor Jara compuso esta canción como una forma de protesta contra la guerra de Vietnam impulsada por la invasión de ese país por la súper potencia militar mas grande del mundo como lo era Estados Unidos. Se trató de una guerra tan injusta como desigual, en la que un pequeño pueblo debió defenderse de una agresión brutal. El mundo conoció la ignominia de ver a niños y niñas quemadas por las bombas de napalm de los aviones norteamericanos. Víctor Jara reaccionó contra ese horror sin límites clamando por la paz.

  2. Esa misma canción se convirtió así en un himno mundial por la paz. Tanto así que el pueblo japonés la canta en su idioma para conmemorar otro horror cometido en nombre de la humanidad por el mismo país del norte. Esta vez Estados Unidos lanzaba sus bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, con cientos de miles de muertos y heridos de por vida.

  3. Más recientemente, el pueblo chileno salió a reclamar justicia y dignidad a partir del 18 de octubre pasado. La respuesta del estado fue una violenta represión que dejó decenas de muertos y cientos de mutilaciones oculares. Ante esta situación la canción de Víctor Jara se volvió a escuchar desde miles de hogares, en calles y plazas del país, reclamando el derecho de vivir en paz que se le negaba.

Este es el sentido legítimo y el significado real conque Víctor Jara compuso y cantó esta canción conocida hoy en todo el mundo. Quienes hoy la usan deben responder ellos por sus intenciones. Que el pueblo juzgue.

Fundación Víctor Jara

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