El clásico desapego o falta de atención que tienen los adolescentes con sus respectivas madres, parecería tener una explicación biológica. Una investigación de Stanford comprobó que a esta edad, nuestros cerebros dejan de sentir gratificación por la tonalidad de voz de nuestras progenitoras, para dar importancia así al descubrimiento de voces desconocidas. 

El clásico conflicto familiar que se da entre madres e hijos adolescentes tiene ahora una explicación biológica. Cuando los jóvenes empiezan a desapegarse, muchas veces no siguen las órdenes -por ejemplo- de ir a comer o limpiar sus piezas. 

Con el descubrimiento que hizo la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, ahora se comprobó que esa “negación” de la pubertad no sería algo solo de desarrollo de personalidad, sino que los cerebros de los individuos que pasan por esa edad (13 años) ya no reaccionan a la voz de las madres como lo hacían de más pequeños. 

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Un tema que sigue desarrollando el centro académico, tras descubrir en 2016 que los niños podían identificar los tonos de voz de sus madres con una altísima precisión. 

Ahora, tras agregar datos de adolescentes de 13 a 16, 5 años sin ningún trastorno neurológico, llegaron a la conclusión de que sus cerebros no distinguen con gratificación la voces de sus mamás, para sintonizar más con voces desconocidas. 

“Así como un bebé sabe sintonizar la voz de su madre, un adolescente sabe sintonizar voces nuevas” explicó el autor principal del estudio, Daniel Abrams, en un comunicado que recoge La Tercera. Y explicó que “como adolescente, no sabes que estás haciendo esto. Estás siendo tú mismo: tienes amigos y nuevos compañeros y quieres pasar tiempo con ellos. Tu mente es cada vez más sensible y atraída por estas voces desconocidas”.

El hallazgo, que se justifica en que las conexiones neuronales que ocurren al interior de cerebros adolescentes se ven más estimuladas por voces desconocidas, que por las de su progenitora. Un desarrollo que sería un aspecto de maduración saludable, según señalaron.