Es posible que no identifiques su nombre, pero su trabajo lo reconocerías inmediatamente.
Kansai Yamamoto no será recordado solamente por su colaboración con David Bowie -a quien reinventó-, sino también por cimentar la moda japonesa contemporánea que hoy es una de las influencias estéticas más importantes en el mundo de la moda (y mi clóset).
La noticia de todo esto es que Kansai está muerto. Dejó este mundo hace unos días y su deceso acaba de darse a conocer con una publicación en Instagram.
“El 21 de julio mi padre, Kansai Yamamoto, falleció a la edad de 76 años. Dejó este mundo en paz, rodeado de sus seres queridos”, escribió su hija.
Falleció de una leucemia mieloide aguda, pero lo recordaremos por otras cosas. A continuación un homenaje.
Era 1971 y la moda europea aún no conocía el encanto oriental. Kansai Yamamoto debutó en occidente con un desfile de moda en Londres, y cuatro años más tarde su exposición llegó a París. Fue el primer japonés en realizar espectáculos de costura en Europa.
Pero la fama internacional le cayó en 1972, cuando se transformó en el diseñador personal de David Bowie. De allí nació el icónico Ziggy Stardust, con un rayo que cruzaba su mirada y el tradicional cabello fogoso peinado hacia atrás. Le producía sus trajes, andrógenos, anchos, coloridos y por sobretodo: raros. Juntos trabajaron en otras personalidades, como Aladdin Sane.
“Él quería expandirse de Londres al mundo, yo quería expandirme de Londres al mundo. Compartíamos la misma meta, pero era difícil entendernos porque teníamos una importante diferencia respecto a cómo veíamos la estética”, dijo para una de sus últimas entrevistas, en 2019.
Pero también estaban Elton John y Stevie Wonder. La exposición en UK le valió abrirse paso entre los artistas anglosajones de esos tiempos que próximamente se convertirían en estrellas internacionales.
Para 1993, el consolidado nombre de Kansai Yamamoto significaba alta costura y diseño en todo el mundo. A partir de ese año, comenzó a incursionar en obras multidisciplinares, partiendo por su espectáculo “Súper Shows” en la Plaza Roja de Moscú, donde combinó danza, acrobacias y elementos japoneses tradicionales. Lo repitió en Vietnam, India y Japón. Posteriormente, cada evento que produjera se convertiría en una obra de culto.
De mangas estampados, estética Yakuza, contornos con forma de kimono. En 2015, resumió su trabajo con “The Nippon Genki Project: Super Energy!”, donde sus trajes vanguardistas ya eran hegemónicos en el dictamen de la moda.
En 2018, la dramática presentación de la cuarta colección de Louis Vuitton Cruise tuvo a Kansai como invitado y colaborador de lujo.
Fue su último trabajo de diseño de vestuarios y por supuesto le valió ser el centro de atención y mención protagónica en las reseñas sobre la serie de Nicolas Ghesquière, que de hecho tuvo lugar en el Museo Miho, al sudeste de Kioto. El presente es japo.
Yamamoto inspiró su colorido trabajo en el período Momaya del arte japonés (1573-1615) y el vestuario del teatro kabuki, corriente de las artes escénicas de maquillajes exagerados y extravagantes trajes tradicionales que proliferó entre el siglo 18 y 19.
Su legado va más allá de las personalizaciones que construyó con importantes cantantes o los disruptivos desfiles que dirigió. La mente de Yamamoto está en nuestras prendas de ropa, en los accesorios estampados en mangas, en los trajes de Lady Gaga, en la ropa de segunda mano de Aliexpress.
La moda no nace por generación espontánea.
Nace por artistas como Yamamoto, y no muere con él.