La spirulina lleva en el mundo más de 3 millones de años, pero hace solo un par que estalló en popularidad. La razón: sus multipropiedades la catalogan como uno de los alimentos con más valores nutricionales en el mundo. Y no es broma.
“Tienes que tomar 10 capsulas de spirulina antes de desayunar”, me dijo mi nutricionista cuando comencé a atenderme con ella. Hasta ese momento, yo solo había escuchado que existía en polvo, que la gente solía agregarsela a los batidos o jugos y que tenía un olor a mar inconfundible. Sin ganas, compré el bendito frasco que no salió barato, porque, para ser bella hay que tener mucho billete, aunque precisamente hoy no sea el caso.
La elección de esta microalga, llamada comúnmente como “alga verde y azul”, no es azarosa, porque realmente fue recetada por un profesional y no por mi mínima exposición a los matinales de la tele. Detrás de ese color verde oscuro y aroma a nori se encuentra uno de los alimentos más ricos que podamos imaginarnos y es por algo que a los vegetarianos y veganos nos recomiendan tanto consumirlo.
La spirulina (Arthrospira) es una cianobacteria rica en proteína, vitaminas, minerales, carotenoides y antioxidantes que previene el daño celular. A la vez, también contiene nutrientes, como vitaminas del complejo B, beta-caroteno, vitamina E, Zinc, cobre, hierro, selenio, manganeso y ácido gamma-linoléico. Al crecer en un ambiente principalmente alcalino y a altas temperaturas, la spirulina puede contaminarse de sustancias llamadas microsistinas y absorber los metales pesados del agua. Por esta razón, mi nutriocinista me recomendó comprar de una marca en específico y no cualquiera.
Un poco de historia
Aunque su consumo esté de moda hoy, la spirulina es un organismo primitivo, que se originó hace más de 3 billones de años a.C., capaz de sacar sus nutrientes del dióxido de carbono presente en el agua y así reproducirse. Su uso data desde el siglo XVI, cuando los españoles llegaron a invadir la joven América, específicamente México. Allí descubrieron que los aztecas de Tenochtitlan recogían un alimento que llamaron “techuitlatl” que sacaban del lago para secarlas al sol. En la actualidad, el Lago Texcoco aún tiene una alta población de spirulina. En la República de Chad, ubicado en África central, también su población acentada cerca del Lago Chad recolectaba esta microalga, llamada “dihé”, para venderla en mercados locales y utilizarlos en preparaciones culinarias.
Durante el siglo XX, varias expediciones a África comprobaron el consumo de la spirulina o dihé en la población Kanebu de Chad y la gente del Valle Rift en África del Este para consumo humano o para alimentar flamencos. En 1967, la spirulina fue reconocida como una “maravillosa fuente de alimento para el futuro” por la Asociación Internacional de Microbiología Aplicada. Las Naciones Unidas hicieron lo mismo por su lado, al nombrarla la posible “comida del futuro” en su conferencia mundial de 1974. Incluso la NASA ha dictado que el valor nutricional de 1 kilogramo de espirulina equivale a 1 tonelada de frutas y vegetales, porque lo que ha sido usada en misiones al espacio.
Spirulina bajo el microscopio
Por años se le reprochó la falta de evidencia científica sobre los verdaderos efectos en la salud de la spirulina. En un estudio de 2005, se realizaron pruebas en individuos con rinitis alérgica, a los cuales le fueron suministrados dosis de spirulina y placebos por 12 semanas. Los resultados demostraron que la spirulina reducía significativamente los niveles IL-4, regulados en la inmunoglobina, eran menores en un 32%, demostrando los efectos de las microalgas en la rinitis alérgica. En otra investigación en Turquía, también se demostró que ayuda a reducir los efectos de la rinitis alérgica, como la descarga de mucosa nasal, la congestión, el estornudo y el malestar.
También, ha sido comprobado sus propiedades en relación a altos niveles de colesterol en la sangre. El primer estudio humano de este tipo, que data de 1988, se presentó una baja en la densidad de la lipoproteina de baja densidad (LDL) después de 8 semanas de tratamiento con 4,2 gramos de spirulina al día. Otra investigación un poco más reciente mostró que la administración de spirulina en pacientes con cardiopatía isquémica redujeron sus niveles de colesterol en la sangre, al igual que los trigliceridos y colesterol LDL, y un aumento del colesterol HDL (de alta densidad).
A pesar de que aún no hay estudios en humanos, la spirulina ha sido catalogado como un antiodixidante y tener propiedades anticancerigenas. Aún así, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) documentó que la spirulina es beneficiosa para el sistema inmune, es un excelente suplemento nutricional y alimenticio, sirve como fertilizante, tiene un mínimo impacto en el medio ambiente y puede potenciar el crecimiento agrícola rural de los lugares donde se producen.
Lo mejor de todo: podría ser usado en caso de emergencias humanitarias. Ya hay caso como el de Vietnam, que distrubilló miles de pastillas de spirulina a niños con deficiencias proteicas, y que se quiere expandir a países como Brasil, Cuba, Tailandia, India, entre otros. Y aunque odiemos decirlo, la spirulina es un súper alimento que el nutricionista de la tv tenía razón en recomendar. Para más información, consulta a un especialista que te guiará en mejorar tu dieta.