Después de 9 años de espera, el grupo británico volvió a Chile a sacar todo el repertorio debajo del brazo, a domesticar a un público que estaba rendido a sus pies y purgar las emociones de otros que lo dieron todo para volver a verlos.


Tenía 17 años la primera vez que vi a Radiohead en vivo. También fue la primera de muchos chilenos que estuvieron ahí, el mismo día que yo, pensando en lo imposible que era que estuviesen tocando frente a nosotros. Era un espacio más pequeño de lo normal, en la pista atlética del Estadio Nacional, pero la energía estaba en todos lados. Bailando, saltando, quizá hasta llorando, sintiéndolo todo con la gira de In Rainbows que los trajo hasta acá en ese minuto. Mi yo adolescente, y todo lo que conlleva estar en esa etapa “sufrida” del ser humano, estaba contento de estar ahí, pero también se encontraba muy verde para comprender el impacto que un grupo genera en aquellos que lo siguen.

De esa vez pasaron 9 años y todos esos que nos repetimos el plato volvimos a cruzar las rejas del estadio para tomar nuestras posiciones. Para otros, también, era la primera vez que iban y una mezcla de los viejos y los nuevos apareció entre las graderías y la cancha. Estaba mucho más frío que el 26 o 27 de marzo del 2009, y harta chaqueta, pañuelos en el cuello y cigarrillos se veían por todos lados para capear el frío, nerviosos pero esperando con respeto al número de música que fueron a ver. Se nota, por donde mires, que todos estamos más viejos, con más experiencia y cansados de nuestras respectivas rutinas diarias.

Las luces se apagan y “Treefingers” empieza a sonar de fondo, parte del Kid A que muchos aman querer y añoran desde que Radiohead comenzó a meter el dance y la electrónica en su repertorio. La pasada a “Daydreaming” por fin muestra a toda la banda en el escenario, que con mi metro y 62 centímetros fue difícil de apreciar en su totalidad si no saltaba en mi lugar. Así son las cosas cuando se es pequeño, pero yo iba a escuchar. Por otros lados, los celulares grabando, sacando fotos o enviando audios de Whatsapp se encendían por todo el estadio.

Y es que el mal millennial, ese de apreciar shows en vivo a través de la pantalla, es una elección personal, pero preferí, como la mayoría de las veces dejar el aparato en mi bolsillo para escuchar a Thom Yorke y compañía. Y sí, están tan viejos como nosotros, que esperamos casi una década para volver a verlos en un escenario. Como a todo el público, también han pasado por cambios y los dos discos que se grabaron en esos 9 años de ausencia, The King of Limbs y A Moon Shaped Pool, son prueba de lo que puede pasar en la vida.

Pasando por temas del último disco y de Hail to the Tief, de 2003, el punto que marcó el primero de los trances del público fue “All I Need”, de In Rainbows. El Nacional estaba más callado que eufórico, reclamando un poco por los problemas de sonido (no de la banda, si no que del panel central) que no dejaban disfrutar en su totalidad el espectáculo. El que logró sentirlo, lo sintió, a pesar de todos los desperfectos técnicos que existieran, de lo apretado de la cancha y el cansancio de estar esperando horas por verlos.

Era cosa de ver la gente alrededor tuyo y ver que cada uno iba aumentando su energía en medio de letras tristes y acordes nostálgicos, mientras pasaron clásicos como “Pyramid Song”, “Everything in It’s Right Place”, “Let Down” y “Street Spirit (Fade Out)” que hicieron llorar y bailar a muchos, mientras más canciones siguieron pasando.

En el primer encore, con un público que iba despertando mientras más canciones “conocidas” tocaran, explotó al escuchar “Fake Plastic Trees” y la guitarra de Jonny Greenwood llenándote el corazón. Otro momento emotivo ocurrió con “Exit Music (for a Film)”, y mi hermano 7 años hermano menor me susurró “Black Mirror” y me reí. Es verdad, esa canción la han usado en cada serie y película que se les ocurra, y a veces simplemente no suele calzar, pero en un estadio conmovido estaba perfecto si ese era nuestro final con Radiohead.

Pero vino más y con eso, ese niño que tenía su celular en alto para shazamear una canción tan reconocible como “Nude” ya no tenía que volver a sacarlo. El concierto terminó con los temas más conocidos de la banda, “Paranoid Android” y “Karma Police” y todos, incluso aquellos que no tenían idea que hacían ahí, corearon a todo pulmón las canciones.

En el escenario, Thom Yorke solo reía como un maníaco.

https://www.youtube.com/watch?v=fMWu-uNLXtI

Fotografía de portada: Jaime Valenzuela/ DG Medios.