Todos amamos la pizza. Es la mejor forma de apropiación cultural italiana que todo el mundo instauró en las mesas de sus propias fronteras. El tono poético con el que escribo estas líneas no es al azar: hablar de pizza genera una intensa verborrea lírica porque su lugar privilegiado tan solo es comparable al del chocolate.

Después de todo, es el único plato que se adapta al gusto del comensal más quisquilloso y levanta acaloradas discusiones en torno a si lleva piña sobre su masa.

En cifras y según el sitio Facts Legend, la pizza es responsable de un negocio multimillonario donde tan solo en Estados Unidos genera 30 billones de dólares al año. El doble de la fortuna que tiene Andrónico Luksic si hacemos una comparación. Además y como en la variedad está el gusto, los ingredientes favoritos en India son tofu, champiñones y pepinillos, algo muy distinto a lo que acostumbramos comer en occidente donde se privilegia el pepperoni y mucho queso.


Pero como todo lo bueno tiene su precio, también existe una verdad irrefutable: la pizza engorda, y engorda mucho.

No importa lo que hagamos, comer pizza siempre será objeto de gula por nuestra falta de autocontrol. Porque si bien los nutricionistas recomiendan comer tan solo un trozo de vez en cuando, sabemos que esta regla no tiene sentido y difícilmente sea aplicable cuando tenemos una masa de queso redonda rebosante de nuestros ingredientes favoritos frente a nosotros.

Pero existe una solución para comer sin culpa y que puede resultar considerablemente más económica que su versión industrial.

“Si hablamos de pizza inmediatamente nos imaginamos pizzas que se comercializan industrialmente, pero no hay por donde ver un valor saludable o sano en ellas porque son altas en calorías y vienen con embutidos haciendo el producto todavía más calórico e hipergraso” Nos cuenta el nutricionsita de Acción Crossfit, Pablo Espejo

“Si vamos a hablar de pizzas sanas hablamos de pizzas más caseras que van trabajando distintas partes de la pizza” agrega antes de entregarnos la metodología para una pizza sin culpa.

La fórmula de una buena Pizza

La masa

Sus propiedades saludables dependerán del tipo de harina que se ocupe. Las harinas integrales tienen menor contenido de calorías y se puede hacer una masa muy fina prescindiendo del uso de manteca o materia grasa. Actualmente, esta es una fórmula que las pizzerías establecidas comienzan a adoptar por el buen recibimiento que han tenido dentro del público.

La salsa

Mientras más natural, más sana. Generalmente una buena pizza no tiene tanta salsa de tomate y las de carácter industrial que se compra en los supermercados tienen un alto contenido de azúcar añadida.

La elaboración de la salsa de tomate casera es fácil y demora tan solo unos minutos. Se debe cortar un par de ajos y rehogar los tomates que gustes en aceite de oliva y un poco de agua hasta alcanzar la textura deseada.

Pizza saludable

El queso

Hay versiones de pizza que ocupan otros tipos de queso como el queso ricotta u otro tipo de queso con menor contenido de grasa. Hay quesos light o de facto, descremado. Es necesario destacar que entre menos queso se use menos calorías tendrá la pizza porque es un un elemento muy grasiento.

El Relleno

 Privilegia el uso de verduras y carnes magras como posta y no otro tipo de embutidos; también se puede usar el pescado y el pollo sin grasa. Es recomendable reemplazar el jamón común y corriente por el jamón de pavo. Los verduras pueden ser estacionarias para que sea una opción económica.

En términos netos un trozo de pizza industrial de 250 gramos puede tener 800 calorías mientras que un trozo de pizza de las características mencionadas reduce su aporte calórico en un 200%.

Un trozo de pizza saludable puede tener hasta 150 calorías marcando mucho la diferencia. Vale la pena intentar esta fórmula, después de todo le quita la grasa más no su esencia a nuestra comida favorita.