En la segunda mitad del siglo XX la crisis climática estaba centrada en salvar la capa de ozono de su desaparición por distintas sustancias químicas, como los clorofluorocarbonos (CFC) utilizados en la industria de la refrigeración. Y mientras científicos y líderes mundiales intentaban aunar fuerzas, los principales fabricantes del químico predecían declives económicos si retiraban sus productos y cuestionaban la evidencia publicada. Sin embargo, tras una serie de eventos afortunados, la capa de ozono se está recuperando. Continúa leyendo y cuéntanos a qué escenario contemporáneo te recuerda este hito.  

Para la década de los 80’s, hace muchos años, la comunidad científica comenzó a debatir sobre el uso de clorofluorocarbonos (CFC) y su impacto en el medio ambiente. Fueron el químico mexicano Mario Molina y el profesor de la Universidad de California, Frank Sherwood quienes advirtieron que la capa de ozono estaba haciéndose cada vez más delgada, corriendo el peligro de desaparecer.

Ellos aportaron al descubrimiento del poder descomponedor de los rayos ultravioletas provenientes del Sol sobre los CFC. El peligro está en que al descomponerlos, estos liberan cloro y provocan una reacción química capa de desintegrar el ozono de la atmósfera terrestre. 

Pero antes, ¿qué es la capa de ozono? Es la parte de la estratosfera que absorbe hasta el 99% de la radiación ultravioleta de alta frecuencia, evitando que la mayor parte llegue a la superficie terrestre. Si esta se debilita puede tener consecuencias alarmantes como el aumento de casos de cáncer a la piel, daño irreversible en el medio ambiente y también posibles problemas oculares.

Con la publicación de los hallazgos de los científicos a finales del siglo pasado los países se unieron en un convenio para intentar contrarrestar la desaparición de la capa de ozono. Así fue como en 1989 entró en vigencia el Protocolo de Montreal, con el fin de prohibir  los CFC tan utilizados en la industria de la refrigeración, como en los sistemas de aire acondicionado. La razón del uso a gran escala de este químico se debe a su baja toxicidad y tarifa de venta, entre otros. 

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Después de muchos años de debate entre líderes mundiales y científicos que no creían en la veracidad del descubrimiento de la desaparición de la capa de ozono, así como de países reuniendo fuerzas para luchar contra la problemática, la NASA confirmó que las emisiones destructoras de la capa de la estratosfera estaban disminuyendo y, en paralelo, la capa de ozono se recuperaba. 

Si en 1988 las emisión total de sustancias que dañan la capa de ozono habían llegado al máximo nivel, con 1,46 millones de toneladas, un año después disminuyeron a 1.41 toneladas. Y así, gracias a un esfuerzo mundial, fue como en el 2000 solo habían 260.000 toneladas y los científicos estiman que para 2030 la capa de ozono se habrá recuperado en las latitudes medias y en las regiones polares en 2060. Pero eso no quiere decir que hay que bajar los brazos. 

“La principal razón por la que el Protocolo de Montreal es considerado un éxito es porque ha logrado reducir la emisión de los gases que en algún momento conocimos como reductores de la capa de ozono”, comentó Carlos Méndez, vicepresidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), a BBC.

En ese contexto, el director estratégico del Programa de Energía Limpia en el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de EE.UU, David Doniger, comentó que la situación vivida con los fabricantes de CFC frente a las alarmantes estimaciones sobre la afectación de la capa de ozono le recuerda a otro hecho: la reacción de las industrias del petróleo y el carbón frente a las medidas que buscan frenar el cambio climático. El cuestionar la ciencia, atacar a los científicos y predecir caídas económicas, la historia se repite y ya sabemos el final desde ahora. 

“Lo interesante es cómo cientos de naciones involucradas en el protocolo llegaron a hacer realmente efectiva la implementación de un acuerdo que le convenía a todo el mundo”, recalcó el vicepresidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), Carlos Méndez.